"Nalda le preguntó a Jesús: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» Jesús contestó: «En verdad te he pedido de beber, pero si tú pudieras comprender, me pedirías a mí que te diera de beber el agua viva». Entonces dijo Nalda: «Pero Señor, no tienes con qué sacarla, el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob que nos dio el pozo y del cual bebió y bebieron sus hijos y sus ganados?»
Jesús respondió: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua del espíritu vivo no volverá a tener sed nunca más. Y esta agua viva se convertirá en un manantial refrescante que brotará para la vida eterna». Nalda dijo entonces: Dame de esa agua para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla. Jesús le dijo: ve y llama a tu marido y ella un tanto avergonzada respondió no tengo marido. Jesús continuó «Has hablado la verdad porque, aunque una vez tuviste marido, el con que ahora vives no es marido tuyo. Esta afirmación hizo entender a Nalda que estaba ante un hombre fuera de lo común, pensó que era un profeta y olvidándose de sí misma preguntó a Jesús ¿dónde debemos adorar a Dios, aquí o en Jerusalem? a lo cual respondió Jesús, en niguna de las dos partes, pues los verdaderos creyentes adoraran al Padre en Espíritu y en Verdad. Debes creerme cuando te digo que la hora está por venir, es más ya está aquí el día en que todos los que adoren sinceramente, adorarán al Padre en el espíritu y en la verdad, porque estos son los creyentes que el Padre busca. Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad. Tu salvación nace, no de conocer cómo deberían adorar otros, o dónde, sino de recibir en tu corazón esa agua viva que aun en este momento te ofrezco».
Pero Nalda persistía en evitar la difícil cuestión personal de su vida sobre la tierra y del estado de su alma ante Dios. Una vez más, recurrió a preguntas de religión en general, diciendo: «Sí, yo sé, Señor, que Juan ha predicado sobre el advenimiento del Convertidor, el que será llamado el Libertador, de el que, cuando venga, nos declarará todas las cosas...» y Jesús, interrumpiéndola, dijo con sorprendente seguridad: «Yo que te estoy hablando, soy él».
Fue ésta la primera declaración directa, positiva y clara de su naturaleza y filiación divina, que hiciera Jesús sobre la tierra, y esta declaración fue hecha a una mujer, a una mujer samaritana, a una mujer de reputación dudosa ante los ojos de los hombres hasta este momento, pero una mujer en quien los ojos divinos, vieron a una persona contra cuya integridad habían otros pecado más, de lo que ella hubiera pecado por su propio deseo, un alma humana que ahora deseaba la salvación, la deseaba sinceramente y de todo corazón, y eso fue suficiente.
Cuánto debemos aprender de este maravilloso diálogo, Jesús primero se pone a la altura de la comprensión de la mujer, le habla con palabras y con realidades que ella podía entender y verificar, empatiza con su situación y en vez de reprocharla con severidad, le ofrece el remedio para la redención de su alma, le ofrece el agua viva de su enseñanza. Esta es la actitud que nosotros debiéramos tener siempre ante aquellas almas que están alejadas del Señor, no encararles su ignorancia o su desidia, sino ofrecerles nuestro amor y comprensión porque " Dios sólo puede ser conocido por las realidades de la experiencia, no se le puede comprender nunca por la sola enseñanza de la mente.1856"
" La samaritana al llegar a la ciudad, proclamó a todos los que encontraba: «Id al pozo de Jacob, id inmediatamente para que veáis a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Convertidor?» Antes de que se pusiera el sol, se había reunido una gran multitud junto al pozo de Jacob para escuchar a Jesús, y el Maestro les habló sobre el agua viva, el don del espíritu residente.1615 Aquí vemos como el testimonio de esta mujer, sirvió para que muchos otros buscaran las palabras del Maestro, ella con su entusiasmo pudo hacer más de lo que habían hecho los apostóles por atraer a los creyentes, lo que nos comprueba que para ser mensajeros de la verdad, no se necesita tanto tener grandes conocimientos, sino estar seguros y entusiasmados con la verdad que poseemos, porque "el conocimiento es una posesión de la mente, en cambio la verdad es una experiencia del alma, del yo en progresión.1455"
" Los apóstoles no dejaban de asombrarse de la buena voluntad de Jesús de hablar con mujeres, mujeres de reputación dudosa, aun mujeres inmorales. Era muy difícil para Jesús enseñar a sus apóstoles que las mujeres, aun las así llamadas mujeres inmorales, tienen un alma capaz de elegir a Dios como su Padre, y así convertirse en hijas de Dios y candidatas para la vida eterna. Aun después de veinte siglos, muchos tienen la misma falta de deseo a comprender las enseñanzas del Maestro. Hasta la religión cristiana se ha construido persistentemente sobre el hecho de la muerte de Cristo en lugar de la verdad de su vida. El mundo debería ocuparse más de su vida feliz y reveladora de Dios que de su trágica y triste muerte.1615
Jesús al igual que antaño le dijo a la Samaritana ahora nos dice a cada uno y en forma particular: "tu salvación nace, no de conocer cómo deberían otros adorar, o dónde, sino de recibir en tu corazón esa agua viva que aun en este momento te ofrezco». ¿Tenemos el mismo entusiasmo que manifestó Nalda al recibir la palabra del Maestro? ¿Nuestra religión es en verdad agua viva que refresca nuestra vida? ¿Después de recibir las enseñanzas de Jesús, corremos a comunicarlas a los otros como lo hizo esta mujer? ¿Somos conscientes que no es posible recibir tanto y no dar nada.?435"
Basado en las enseñanzas del Libro de Urantia.
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