La paz en la tierra, no llegará hasta que los hombres no estén dispuestos a creer y a participar de la herencia gloriosa de la filiación de Dios.
Libro de Urantia, Pág.1814
La gran mayoría de los hombres creen en Dios, sin importar el nombre que a él le den, pues mientras más avanza la ciencia y la tecnología, más nos damos cuenta que tiene que haber alguién superior que administra todos estos descubrimientos, porque "ninguna cosa es nueva para Dios, y ningún acontecimiento cósmico le resulta una sorpresa; él habita el círculo de la eternidad. Sus días no tienen principio ni fin. Para Dios no hay pasado, ni presente, ni futuro; todo el tiempo es presente en cualquier momento dado.40" y por eso impulsa al hombre a buscar y a descubrir nuevas técnicas, en la medida que su intelecto y evolución es capaz de recibirlos, porque "la revelación deberá siempre limitarse a la capacidad del hombre para recibirla.1007
La curiosidad, el espíritu de investigación, el instinto de descubrimiento, el impulso a la exploración es parte de la dote innata y divina de las criaturas evolutivas.160" y estos deseos lo acercan a Dios y le permiten reconocer la omnipotencia de la divinidad. Sin embargo, reconocer que hay un Dios, es muy diferente a hacerse partícipe de la filiación divina, porque ella implica una gran responsabilidad y es la de amar a nuestros hermanos sin distinción y en la misma forma que el Padre Eterno nos ama a nosotros, quien ama a todos los hombres, pero a cada uno en forma particular, porque " el amor del Padre está con nosotros ahora y a través del círculo sin fin de las edades eternas. Al ponderar sobre la naturaleza amante de Dios, sólo hay una reacción razonable y natural de la personalidad: amar cada vez más a vuestro Hacedor; otorgar a Dios un afecto análogo al de un niño para con su padre terrenal; porque como un padre, un verdadero padre, un padre sincero, ama a sus hijos, así ama el Padre Universal y por siempre procura el bienestar de sus hijos e hijas creados. Cuando el hombre pierde de vista el amor de un Dios personal, el reino de Dios se convierte solamente en el reino del bien. Pese a la unidad infinita de la naturaleza divina, el amor es la característica dominante de todas las relaciones personales de Dios con sus criaturas. 39"
Pero no es suficiente el reconocer a Dios como nuestro Padre, Jesús nos dijo:"no entrará en el reino del cielo todo aquel que diga `Señor, Señor', sino más bien el que haga la voluntad de mi Padre que está en el cielo.1569 y la voluntad divina es que nos amemos unos a otros como El nos ama, por eso es preciso que en nuestras vidas se manifieste también el amor fraterno, porque Jesús vino "para revelar el Padre en nueva gloria y para mostrar su amor y misericordia para con todos los hombres de todos los mundos. A medida que el evangelio de este reino se derrame sobre el mundo con su mensaje de felicidad y buena voluntad para todos los hombres, se irán desarrollando mejores relaciones entre las familias de toda las naciones. A medida que pase el tiempo, los padres y sus hijos se amarán más, y así surgirá una mayor comprensión del amor del Padre en el cielo por sus hijos en la tierra, porque un padre verdadero y bueno no sólo ama a su familia en su totalidad como una familia, sino que también ama verdaderamente y cuida afectuosamente de cada miembro individual de la familia».1597
La paz para el mundo, que todos decimos querer, debe comenzar en nosotros mismos, al reconocer y sentir la presencia divina en nosotros, porque entonces la armonía y la serenidad se anidan en nuestra alma al comprender que el "el amor es la esencia de la religión y la fuente de una civilización superior.1124 porque el amor "es el deseo de hacer el bien a los demás.648" lo cual produce una gran empatía y una tremenda paz interna porque para "amar al Dios invisible, hay que haber aprendido a amar a los hermanos a quienes si podemos ver.1727"
yolanda silva solano.