El Reino de Dios en la Tierra ya existe dentro de los corazones de muchos hombres y mujeres, pero no será públicamente reconocido hasta que exista un predominio de hombres espirituales en el mundo.
Finalmente su influencia, y la fuerza que ellos transmiten, será sentida en todos los reinos de naturaleza. En esta Nueva Era el hombre conseguirá dominar todas las formas, y con el poder de transmitir las energías espirituales de amor y voluntad-al-bien, el plano físico será transformado por completo, entrando en ese periodo simbólico conocido como el ‘Milenio’.
Hasta ahora el reino espiritual tenía su asiento principalmente en los mundos subjetivos internos – el plano de la Jerarquía de Maestros y de Hombres Perfeccionados y Ángeles. Sin embargo, todo ser humano en la Tierra infundido por el alma es también un miembro menor del Reino de las Almas, y por consiguiente está ayudando a fijar más firmemente este Reino en los mundos del esfuerzo humano. Siempre han habido avanzadillas del Reino de Dios entre los hombres, aquéllos que sirvieron para unir a la Jerarquía con los mundos físicos, y que han prestado servicio como canales para el flujo de comprensión amorosa, buena voluntad y servicio, y que han sido responsables de la evolución espiritual del hombre.
Estos eran hombres, presentes en todos los países, infundidos por la conciencia Crística, no importa con qué nombre era conocida esta conciencia.
Estos hombres infundidos por el alma constituyen en la actualidad un ‘puente de almas’ vital entre el reino celestial y el mundo de los seres humanos. Este puente ya está firmemente establecido, y diariamente se va extendiendo y fortaleciendo con nuevos miembros. El resultado es que aunque el reino humano todavía domina todos los sectores del pensamiento y actividades humanos, el Reino de Dios ha establecido ya una posición firme en la Tierra, y está creciendo progresivamente como resultado de las fuerzas espirituales que están constantemente fluyendo por el Puente de Almas. Cada nueva alma que se incorpora a este Reino elevado, aumentará su poder y efecto, porque cada alma representa un canal adicional para transmitir la energía espiritual desde los planos superiores a los inferiores.
Por consiguiente el Reino de Dios en la Tierra debe considerarse como un hecho establecido, a falta de ser reconocido públicamente. Este reconocimiento no será revelado hasta que pueda protegerse contra las estrechas reivindicaciones de las iglesias individuales, religiones u organizaciones que manifiestan que esa admisión sólo puede ganarse a través de sus reglas específicas prescritas, sus reglamentos y acercamiento separativo.
La humanidad, sin embargo, comprenderá que el Reino de Dios no tiene origen cristiano ni budista, ni se relaciona con ninguna otra iglesia específica, religión u organización, sino que está constituido por ese grupo integrado de individuos infundidos por el alma que están constantemente radiando amor, y que solamente están motivados por la voluntad-al-bien.
El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, que libremente constituyen un grupo de hombres espirituales en la Tierra, puede considerarse como la avanzadilla simbólica del Quinto Reino. Ellos son los precursores de la Jerarquía, cuya exteriorización se está efectuando ahora poco a poco, y están ayudando a preparar el camino para la reaparición entre los hombres del Maestro de todos los Maestros. La vanguardia de estas almas liberadas ya está con la humanidad; discretamente y en gran parte desconocidos, ellos están persistentemente ejerciendo su influencia y guiando poco a poco a la raza humana hacia su gozoso destino.
Debe comprenderse que en este reino superior sólo existen las relaciones espirituales, y que el hombre es valorado sólo por el contenido de su corazón. Todos los aspectos materiales pierden valor, y no importa si un hombre, según las normas humanas, es rico o pobre, alto o bajo en la escala social, o si su piel es amarilla, negra o blanca. No, todos los hombres y mujeres son considerados hijos del Padre Uno, y por consiguiente todos son hermanos; todos ellos están de camino hacia el Reino de Dios, pero muchos de ellos no se han dado cuenta todavía de su Destino; todavía están deslumbrados temporalmente por la densa miasma astral que les rodea, y hasta ahora sólo están conscientes del deseo físico y emocional, con todas sus energías enfocadas en satisfacer egoístamente estas demandas. Por lo tanto hay muchas fases de desarrollo, y la única diferencia significativa entre individuos es hasta qué punto todavía están atrapados en la oscuridad, o por el grado de Luz que ha penetrado sus mentes, con sus diversos grados de conciencia.
Por otro lado, parte de la responsabilidad de esos afortunados que han encontrado la Luz, y que han entrado en el Reino de las Almas, es enfocar la Luz que han recibido en las regiones de la oscuridad en las que ellos mismos han estado recluidos por eones de tiempo, y así iluminar el camino para aquéllos que todavía deben seguir sus pasos.
La humanidad en conjunto será redimida por el esfuerzo coordinado y continuado de todos aquéllos que están espiritualmente orientados, de todos los hombres y mujeres cuyos corazones son guiados por el amor y la buena voluntad. Referente a esto cada discípulo hará su propia contribución, cada uno según la Luz que ha recibido, según las cualidades y aptitudes de que está dotado, y cada uno según sus circunstancias particulares determinadas por el tiempo y lugar. La gente debe llegar a comprender que el Reino de Dios sólo será encontrado reconociendo su presencia; que este Reino no debe buscarse en la apariencia exterior, sino que será descubierto principalmente reconociendo al Cristo en el corazón. Por consiguiente no dudes en expresar las energías de Amor y Buena Voluntad con las que estás inspirado – ellas te darán las oportunidades por las que vivir, trabajar y servir, y para cumplir tus sueños y aspiraciones, y así contribuir con tu parte en hacer de éste un mundo mejor para todos y para la manifestación final del Reino de Dios en la Tierra.