Lo importante es darse cuenta
de esa semilla interior que
necesita ser alimentada para crecer.
El alma, el espíritu, o
como queramos llamar a ese brote
de luz que brilla en
nuestro interior, nos muestra que
somos algo más que
materia, cuerpo, razón…
Que somos algo que trasciende a
todo eso. Partimos, al darnos
cuenta de ello, a un viaje muy
íntimo de búsqueda vital, que nos
lleva a preguntarnos
multitud de cuestiones necesarias
para el hallazgo de
sentido existencial.
El comienzo de todo camino implica
un deseo de iniciarlo.
Hemos de diferenciar el deseo
negativo del deseo positivo.
El primero solamente genera sufrimiento,
el segundo, por el
contrario, se encamina hacia
la realización personal, una
vez que va siendo objetivado.
Un deseo equilibrado, que va
siendo realizado por medio d
e la voluntad, no tiene por qué
producir sufrimiento cuando
aceptamos las posibilidades
del fracaso y entendemos
que estas posibilidades, de
cumplirse, también nos ayudan
en nuestro desarrollo
personal. En este sentido,
el fracaso no existe
negativamente, sino que es otra
forma de comprensión de
uno mismo: constancia, limitaciones,
consecuencias del error,
perseverancia, paciencia, etc.
Ante la caída, suele decirse:
"levántate y anda".