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FRANCISCO NIETO V.: EL BENEFICIO DE LAS ACCIONES RAZONADAS (I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 25/09/2010 19:18
 

 

 

 


 

EL BENEFICIO DE LAS ACCIONES RAZONADAS (I)

 

Francisco Nieto

 
No es muy común oír hablar a las personas sobre el hecho de que un acto cualquiera pueda tener
 unos efectos determinados en esta o en la siguiente vida. Por desgracia, en occidente todavía no
 se ha tomado consciencia del significado de las leyes divinas de Renacimiento y Consecuencia
y eso, aunque parezca una insignificancia, tiene graves consecuencias para el desarrollo y evolución
de los individuos y de la humanidad en común. Aun a los más evolucionados del común de la
 humanidad les cuesta cambiar de actitud en su vida cotidiana, primero porque no están
preparados para comprender la filosofía oculta y, segundo, porque se encuentran muy
 cómodos actuando tal como lo hacen, por lo general, egoístamente y disfrutando de los
placeres de cuando les rodea. Son pocos los que contactan con la autentica filosofía oculta
y menos aun los que la aplican a sus vidas aun sabiendo el gran beneficio que eso supone.
 Pero lo cierto es que si la humanidad fuese consciente de la gran importancia que
tienen los efectos de nuestras actitudes, razonaría más sus acciones pensando en su futuro destino.

La mayoría de los hechos y experiencias de nuestra vida están basados en los efectos de
las anteriores. Una pequeña e insignificante causa del pasado puede presentarse como efecto
 en el momento más inoportuno y convertirse en un gran problema, pero como, además,
solemos actuar y responder ante las circunstancias por instinto o por costumbre y sin apenas
razonar, volvemos a crear otra causa que, por lo general, suele volver a afectarnos
negativamente. Una gota de agua vertida en el océano altera en varios aspectos ese mismo
 océano, es decir, ya no tiene la misma cantidad ni es de la misma naturaleza dependiendo
 de la clase de agua que sea. Eso mismo ocurre con los efectos de los pensamientos,
palabras y acciones que a diario hacemos sin razonar. Si dejáramos de actuar por impulso,
instinto o costumbre y razonáramos lo que hacemos, bien como una nueva y original causa
o bien como respuesta a un efecto del pasado, otro y mejor
 destino tendríamos cada uno de nosotros.


Todo en el universo son vibraciones (música, telefonía, luz, calor…) y nuestras actitudes no
 son menos causantes de vibraciones sobre las cosas o personas que nos rodean. Una
 palabra malsonante que salga de nuestra boca puede llegar (como vibración) al cerebro
 de una o varias personas receptoras de esa clase de vibración y si su naturaleza es
 impulsiva y negativa puede ser causa de una actitud de esa naturaleza por parte de
 ellas sobre otras personas o incluso quedarse con ellas hasta obtener una respuesta.
 De esta forma, nuestras causas (pensamientos, palabras y obras) van formando
una cadena difícil de imaginar en sus efectos, pero cuya respuesta y efecto en
todos los sentidos será siempre la misma, la vuelta a su creador, es decir a nosotros.
 Y es que, lo mismo que una gota de agua vertida sobre un cubo crea unas ondulaciones,
 llegan al borde del cubo y después vuelven hacia el punto de partida, así nuestras
 acciones van afectando al mundo de muy diferentes formas para, al final,
volver a nosotros con el mensaje de las experiencias que han tenido.

Hay quien piensa que nuestras acciones tienen un efecto grande o pequeño según sean
 las mismas en ese mismo sentido pero no es así, como la gota que colma el vaso,
un pensamiento lujurioso de una persona puede alcanzar a un obseso del sexo o a un
 violador y, si en ese momento está planeando actuar, la vibración de ese pensamiento
 puede hacer que cometa el delito. El efecto de nuestro pensamiento sobre ese violador
tendrá efecto durante toda su vida y una relación sobre todo aquello que el violador haga
 a otros en ese sentido. Un pequeño donativo, que en parte necesitamos, a una persona
 que está pasando hambre tendrá mayores efectos sobre nosotros en un futuro que el
donativo importante que por compromiso pueda hacer un rico. Por consiguiente, no hay
norma respecto a que las pequeñas causas tengan pequeños efectos o lo contrario, lo
que existe en el universo es una Ley de Consecuencia que hace que cada causa tenga
su efecto. Y como esa Ley está representada y ejecutado por unos seres de gran
sabiduría, son ellos los que planifican nuestro destino de tal manera que
 una causa (sea grande o pequeña) tenga su efecto cuando más la
necesitemos según nuestro karma y desarrollo evolutivo pendiente.


Así es que deberíamos tener siempre presente que lo que hagamos en cada momento
 tendrá una relación importante con lo que deseemos hacer y ser en esta vida y en otras futuras.
Como podemos ver, es de suma importancia que cada individuo (familiarizado o no con
 las enseñanzas esotéricas) razone sus actitudes y acciones pensando en el alcance
 que éstas puedan tener en su futuro próximo o lejano. El hombre tiene un poder interno
mucho más poderoso de lo que normalmente piensa y prueba de ello es que cuando
 le afectan toda una serie de problemas se las ingenia y sale adelante superando los
 problemas, es más, a veces su ingenio y fortaleza sirven a otros para seguir su
 ejemplo y obtener buenos resultados en sus asuntos. En sentido contrario, hay
personas que viven tranquila y cómodamente y no se esfuerzan por cumplir con lo
 previsto en su destino, se hacen negligentes y vagos. Pero la Ley de Consecuencia
 compensará al de grandes esfuerzos que ha colaborado con el desarrollo de
la humanidad y dará lo que corresponda al que, pudiendo progresar él
 mismo y ayudar al prójimo, no supo utilizar lo que el destino le había facilitado para ello.

 

 

 

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 05/10/2010 15:15
 

 

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EL BENEFICIO DE LAS ACCIONES RAZONADAS (I)

 

Francisco Nieto

EL BENEFICIO DE LAS ACCIONES RAZONADAS (y II)


Nuestra vida pasa y nuestras actitudes y acciones suelen ser rutinarias y monótonas porque solo son
 la respuesta a lo que nos ocurre en cada momento y circunstancia. Son muy pocas las ocasiones en
que determinados hechos nos sacan de la rutina para afrontar una situación crítica, y menos aún las que,
 por determinación propia decidimos dedicarnos a hacer obras altruistas y benevolentes que puedan beneficiar
a los demás, así es que ¿qué destino podemos esperar si actuamos así? Es triste ver a alguien que, además de
 tener toda una serie de problemas, no tienen oportunidades de progreso pero ¿sabemos en qué manera cumplió
responsablemente con sus obligaciones en su pasada vida? La Ley de Consecuencia es inmensamente
 sabia y además de dar a cada uno los resultados de sus actos, les facilita un destino donde se verán
obligados a desarrollar, de una forma u otra, lo que no quisieron en el pasado. El ser humano debe
 llegar a ser perfecto como su Padre que está en los Cielos lo es, y la Ley de Consecuencia junto a la de
Renacimiento se encargan de enseñar al que no sabe y al que no quiere aprender. Por tanto, ¿no
deberíamos razonar nuestras acciones hasta el punto de poder intuir
cómo puede ser el futuro que nos estamos forjando?


El ejercicio de la retrospección dado por la Fraternidad Rosacruz Max Heindel es de un inmenso valor para
 cualquier aspirante espiritual desde cualquier aspecto que se mire, y en el tema que en este artículo estamos
analizando, no lo es menos. Si examináramos cada noche lo que hacemos, decimos y pensamos durante el día
para comprobar si lo hacemos consciente y voluntariamente o no, nos daríamos cuenta de que en la mayoría
de los casos no lo hacemos así sino que no razonamos nuestras acciones. Lo cierto es que si lo hiciéramos
dormiríamos mucho más tranquilos después de cada examen de conciencia nocturno. Quien, aunque no le
 guste, cumple feliz y responsablemente con sus obligaciones, tendrá mayor progreso; (por ejemplo) un
funcionario que atiende al público, se verá más compensado que el funcionario alegre y chistoso que
 ambienta la oficina pero que no cumple con sus deberes; el padre que después de trabajar atiende las
necesidades de sus hijos en la casa se verá más compensado que el que lleva todos los días
 juguetes para sus hijos pero no les hace caso; y así sucesivamente.

Creo que fue Sta. Teresa quien dijo que Dios se encuentra también entre las cacerolas, y San Pablo
también dijo que hiciéramos todo para la gloria de Dios, bueno, esa es otra manera de obtener
 beneficios de nuestras acciones. No se trata nada más que tener el pensamiento en Dios
mientras hacemos algo y hacerlo como si fuera una ofrenda o incluso un sacrificio para Él.
De esta forma, aunque nuestras actividades sean pequeñas o aburridas, se convertirán en grandes
causas que traerán grandes y beneficiosos efectos. Porque, no solo lo que hacemos es importante,
 sino que también cómo lo hacemos lo es para nuestra presente y futura vida. ¿Se puede mejorar
esto? La respuesta es sí porque no nos podemos conformar con hacer bien las cosas que
debemos sino que, además, deberíamos perfeccionarlas. La persona que se preocupa y
 esfuerza por mejorar o perfeccionar las actividades habituales de su vida cotidiana obtendrá más
 y mayores recompensas y oportunidades de progreso que quien, con muchas ganas,
corre de una actividad a otra sin centrarse ni desarrollar nada.


La práctica, la repetición de los hechos, es la nota clave del vehículo llamado en esoterismo “cuerpo
 etérico”. Este cuerpo es el creador de los hábitos y, por tanto de suma importancia para el desarrollo
espiritual de cualquier persona que desee progresar en ese sentido. Está claro que si repetimos
 la retrospección cada noche crearemos un hábito que nos ayudará muchísimo respecto al estado
 post-morten, bien, pues así mismo, si razonáramos nuestras actitudes y acciones diarias
obtendríamos un gran beneficio tanto en esta vida como en las futuras. Si nos esforzásemos
por hacer siempre y en todo lugar lo mejor que podamos y de corazón en lugar de quejarnos tanto
 y de perder el tiempo en cosas sin sentido y sin valor positivo alguno, haríamos grandes
progresos en esta vida y seríamos felices interna y externamente sea cual sea nuestro medio de vida.


No deberíamos dejarnos vencer por el aburrimiento, la monotonía, la desesperanza y la falta de
 confianza propia, la persistencia debe estar lista para entrar en acción después de cada caída
 y en todo momento. Nuestras acciones deben estar controladas por el discernimiento, la determinación,
la devoción a Dios y la fraternidad con el prójimo. La adoración y la humildad espiritual deben ir junto a
 la oración en cada hecho porque de lo que se trata es de cumplir los mandatos de Dios y colaborar
con Su Plan. Actuando de esta manera y sin desearlo directamente obtendremos gran ayuda y
beneficios por parte de los agentes de Dios. Si queremos que nuestros propósitos sean los
de Dios debemos hacer que nuestras actividades monótonas
 y cotidianas sean un medio para servir al prójimo.


Una de las conclusiones que podemos extraer de este artículo es que debemos usar el discernimiento
 antes de actuar, por tanto, siempre que podamos deberíamos preguntarnos ¿es útil o puede
beneficiar a alguien lo que voy a hacer? ¿es compatible con las Leyes Divinas? ¿estoy
actuando egoísta o altruistamente? Si nuestra conciencia e intuición nos dan una respuesta
 positiva a estas preguntas es que el trabajo es digno de hacerse y, naturalmente, deberíamos
 hacerlo lo mejor que podamos. Las acciones faltas de previsión y de razonamiento no suelen traer
satisfacciones e incluso traen malos resultados. La determinación también tiene su papel importante
 a la hora de actuar porque, tanto si actuamos fríamente o de mala gana como si renunciamos a
la acción, nada ganaremos, por eso y antes que renunciar es preferible cambiar los planes o
persistir en el intento hasta conseguir lo que deseamos. Está claro que la desidia, la falta de
discernimiento, la vaguedad o la indiferencia, nada ayudan y mucho perjudican a la hora de actuar.

El propósito de la vida es la experiencia, gracias a la cual evolucionamos, si éstas no
 son razonadas y benevolentes no podemos esperar un mejor destino ni un futuro pleno
 de felicidad. Nos beneficiaremos de la experiencia cuando nuestras acciones sean
razonadas, hechas con buena voluntad, y con el deseo de servir a Dios y al prójimo. 
 

 

 

 

 



 
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