EL BENEFICIO DE LAS ACCIONES RAZONADAS (I)
No es muy común oír hablar a las personas sobre el hecho de que un acto cualquiera pueda tener
unos efectos determinados en esta o en la siguiente vida. Por desgracia, en occidente todavía no
se ha tomado consciencia del significado de las leyes divinas de Renacimiento y Consecuencia
y eso, aunque parezca una insignificancia, tiene graves consecuencias para el desarrollo y evolución
de los individuos y de la humanidad en común. Aun a los más evolucionados del común de la
humanidad les cuesta cambiar de actitud en su vida cotidiana, primero porque no están
preparados para comprender la filosofía oculta y, segundo, porque se encuentran muy
cómodos actuando tal como lo hacen, por lo general, egoístamente y disfrutando de los
placeres de cuando les rodea. Son pocos los que contactan con la autentica filosofía oculta
y menos aun los que la aplican a sus vidas aun sabiendo el gran beneficio que eso supone.
Pero lo cierto es que si la humanidad fuese consciente de la gran importancia que
tienen los efectos de nuestras actitudes, razonaría más sus acciones pensando en su futuro destino.
La mayoría de los hechos y experiencias de nuestra vida están basados en los efectos de
las anteriores. Una pequeña e insignificante causa del pasado puede presentarse como efecto
en el momento más inoportuno y convertirse en un gran problema, pero como, además,
solemos actuar y responder ante las circunstancias por instinto o por costumbre y sin apenas
razonar, volvemos a crear otra causa que, por lo general, suele volver a afectarnos
negativamente. Una gota de agua vertida en el océano altera en varios aspectos ese mismo
océano, es decir, ya no tiene la misma cantidad ni es de la misma naturaleza dependiendo
de la clase de agua que sea. Eso mismo ocurre con los efectos de los pensamientos,
palabras y acciones que a diario hacemos sin razonar. Si dejáramos de actuar por impulso,
instinto o costumbre y razonáramos lo que hacemos, bien como una nueva y original causa
o bien como respuesta a un efecto del pasado, otro y mejor
destino tendríamos cada uno de nosotros.
Todo en el universo son vibraciones (música, telefonía, luz, calor…) y nuestras actitudes no son menos causantes de vibraciones sobre las cosas o personas que nos rodean. Una
palabra malsonante que salga de nuestra boca puede llegar (como vibración) al cerebro
de una o varias personas receptoras de esa clase de vibración y si su naturaleza es
impulsiva y negativa puede ser causa de una actitud de esa naturaleza por parte de
ellas sobre otras personas o incluso quedarse con ellas hasta obtener una respuesta.
De esta forma, nuestras causas (pensamientos, palabras y obras) van formando
una cadena difícil de imaginar en sus efectos, pero cuya respuesta y efecto en
todos los sentidos será siempre la misma, la vuelta a su creador, es decir a nosotros.
Y es que, lo mismo que una gota de agua vertida sobre un cubo crea unas ondulaciones,
llegan al borde del cubo y después vuelven hacia el punto de partida, así nuestras
acciones van afectando al mundo de muy diferentes formas para, al final,
volver a nosotros con el mensaje de las experiencias que han tenido.
Hay quien piensa que nuestras acciones tienen un efecto grande o pequeño según sean
las mismas en ese mismo sentido pero no es así, como la gota que colma el vaso,
un pensamiento lujurioso de una persona puede alcanzar a un obseso del sexo o a un
violador y, si en ese momento está planeando actuar, la vibración de ese pensamiento
puede hacer que cometa el delito. El efecto de nuestro pensamiento sobre ese violador
tendrá efecto durante toda su vida y una relación sobre todo aquello que el violador haga
a otros en ese sentido. Un pequeño donativo, que en parte necesitamos, a una persona
que está pasando hambre tendrá mayores efectos sobre nosotros en un futuro que el
donativo importante que por compromiso pueda hacer un rico. Por consiguiente, no hay
norma respecto a que las pequeñas causas tengan pequeños efectos o lo contrario, lo
que existe en el universo es una Ley de Consecuencia que hace que cada causa tenga
su efecto. Y como esa Ley está representada y ejecutado por unos seres de gran
sabiduría, son ellos los que planifican nuestro destino de tal manera que
una causa (sea grande o pequeña) tenga su efecto cuando más la
necesitemos según nuestro karma y desarrollo evolutivo pendiente.
Así es que deberíamos tener siempre presente que lo que hagamos en cada momento
tendrá una relación importante con lo que deseemos hacer y ser en esta vida y en otras futuras.
Como podemos ver, es de suma importancia que cada individuo (familiarizado o no con las enseñanzas esotéricas) razone sus actitudes y acciones pensando en el alcance
que éstas puedan tener en su futuro próximo o lejano. El hombre tiene un poder interno
mucho más poderoso de lo que normalmente piensa y prueba de ello es que cuando
le afectan toda una serie de problemas se las ingenia y sale adelante superando los
problemas, es más, a veces su ingenio y fortaleza sirven a otros para seguir su
ejemplo y obtener buenos resultados en sus asuntos. En sentido contrario, hay
personas que viven tranquila y cómodamente y no se esfuerzan por cumplir con lo
previsto en su destino, se hacen negligentes y vagos. Pero la Ley de Consecuencia
compensará al de grandes esfuerzos que ha colaborado con el desarrollo de
la humanidad y dará lo que corresponda al que, pudiendo progresar él
mismo y ayudar al prójimo, no supo utilizar lo que el destino le había facilitado para ello. |