Cuando somos ignorantes de las enseñanzas ocultas esotéricas vamos por la vida actuando por instinto, dejándonos llevar por las costumbres y las circunstancias y, más que de forma razonada, actuando con impulsividad y descontrol. Son muy pocas las veces que forzamos las circunstancias para controlar la situación, y cuando actuamos con voluntad y persistencia para conseguir o superar algo, suele ser cuando los problemas nos obligan a salir de ellos a cualquier precio; pero si todo esto lo llevamos a la vida del estudiante esotérico y aspirante espiritual ya cambia en diferentes aspectos.
La mayoría de las personas no analizan sus actitudes y acciones diarias, no se paran a pensar cuándo mienten, cuándo responden de mala manera, por qué rechazan a otros, por qué ante un problema actúan negativamente o perjudicando a otros, por qué tienen envidia o critican, por qué se dejan dominar por los vicios (alcohol, tabaco, drogas, sexo…) y un sinfín de cosas más. Pero desde el mismo momento en que un estudiante serio de ocultismo (como por ejemplo de la Fraternidad Rosacruz Max Heindel) se hace aspirante pensando en acelerar su desarrollo espiritual, comienza a cambiar todo eso.
El hecho de que una persona comience en esta vida a interesarse seriamente por la filosofía oculta suele significar, entre otras cosas: Primero, que ya en su anterior o anteriores vidas tuvo contacto con ella y, Segundo, que trae un compromiso de antemano para esforzarse por acelerar su crecimiento interno. Así es que la primera diferencia entre una persona cualquiera y el aspirante espiritual es que este último va a estar pendiente de sí mismo y de todo lo que hace para poder corregirse y que, como consecuencia, va a desarrollar la voluntad y la persistencia para conseguirlo.
Los estudiantes de una escuela de ocultismo seria saben que el progreso se consigue (sobre todo al principio) como efecto de aplicar las enseñanzas a la vida cotidiana con la intención de hacer el bien al prójimo y espiritualizar su carácter. Sin embargo, pronto empiezan a darse cuenta de que, lo que antes no les afectaba porque no le daban importancia, ahora les quita el sueño porque no es fácil de corregir o superar. Y es por esta razón por la que algunos se preguntan que por qué les pasa a ellos tal o cual cosa o por qué le ponen pruebas que no pueden superar.
Las enseñanzas ocultas nos hacen conscientes de nuestras responsabilidades, de nuestros defectos, de nuestros deberes y de muchas de las lecciones que nos faltan por aprender y eso, a su vez, trae a la conciencia (sin que lo sepamos) los compromisos que hicimos antes de renacer. De una manera muy resumida diríamos que el estudiante serio que profundiza en estas enseñanzas ocultas y espirituales, trae como compromiso principal, el despertar el Cristo interno, es decir, esforzarse por cumplir las enseñanzas de Cristo. Pero como, por lo general, estamos acostumbrados a aprender más por nuestros errores y por la experiencia que por los consejos y la aplicación constante de una nueva filosofía de vida, parece que todo nos sale mal y que nos vienen más dificultades que antes. Es cierto que debemos esforzarnos y sacrificarnos mucho para dominar la naturaleza inferior puesto que llevamos muchos años y vidas bajo su yugo, pero no lo es que nos pongan más pruebas y dificultades que antes de emprender este camino de regeneración.
El propósito de la vida es aprender y evolucionar por medio de las experiencias y no por medio del dolor y del sufrimiento. El mal y las dificultades que tengamos que afrontar y superar son siempre efecto de las causas que hicimos en el pasado y no como efecto de un dios antojadizo que nos quiera perjudicar o poner a prueba. Es más, son problemas y dificultades que nosotros mismos aceptamos antes de renacer como medio de desarrollo espiritual y de la voluntad; por tanto, son fuente de ayudas internas y externas.
Aunque para algunos sea difícil de comprender que determinadas personas pasen toda su vida abrumados por problemas económicos, laborales y de salud, deben de saber que, antes de nacer y, por tanto, antes de enfocarlo a través del cerebro físico, el Alma, sabia ella en los mundos superiores, sabiendo cuáles son sus necesidades espirituales y sus deudas del pasado, acepta dicho destino. Nuestro Ego o Yo superior sabe que el destino no puede ser tan duro como para no poder superarlo, sabe que, en líneas generales, está “programado” para que lo podamos superar y extraer el desarrollo que necesitamos, y sabe que los Ángeles del Destino, quienes así lo programan, siempre dejan las oportunidades necesarias para que ejerzamos la voluntad y el libre albedrío para conseguir las metas fijadas. Por tanto y bajo esta perspectiva, deberíamos tener suficiente confianza propia como para no tener temores ni preocupaciones que alteren los propósitos de nuestro Yo superior.
Como veterano estudiante de astrología que me considero y como cualquier astrólogo sabe, el horóscopo muestra las tendencias que traemos respecto a nuestro carácter, así es que podemos ser celosos, impulsivos, críticos, etc., y también, en sentido contrario, benevolentes, generosos, devocionales, comprensivos, pacíficos,…. Estas tendencias pueden ser simples tendencias o posibilidades pero también sabemos que algunas están ya asentadas como carácter y otras se pueden consolidar en esta vida con un pequeño esfuerzo por nuestra parte. De ahí que el estudiante de astrología medite sobre su horóscopo y destino con la intención de “conocerse a sí mismo” para, a continuación, poner manos a la obra y conseguir eliminar sus defectos y fortalecer y desarrollar nuevas virtudes.
De forma parecida a lo que hemos dicho en los párrafos anteriores respecto a dejarse llevar por las circunstancias y problemas, el estudiante de astrología que busca su desarrollo espiritual, no debe dejarse dominar por el significado de un aspecto negativo de su horóscopo. El hecho de que dos planetas relacionados con el carácter estén mal aspectados o mal situados no significa que debamos manifestar mal carácter sino que, lo que nos está diciendo es que debemos esforzarnos por transmutar ese aspecto con otros positivos para dominar esa tendencia planetaria. Tampoco el hecho de tener malos planetas y aspectos en los signos y casas relacionas con el matrimonio significa que los problemas matrimoniales nos vayan a superar sin poder hacer nada por nuestra parte. Tanto por la astrología como por el conocimiento de uno mismo por medio de la meditación y el discernimiento, sabemos que el optimismo es mejor que la melancolía o que la esperanza es mejor que el enfoque negativo de dichas tendencias. Siempre tenemos medios y maneras de manifestar nuestras virtudes con tal de contrarrestar los defectos y las dificultades, de esta manera se superan los problemas y se consolida un carácter fuerte y positivo.
Francisco Nieto