Es verdad que algunos de nosotros enfrentamos arduos desafíos. El dolor parece ser parte de la experiencia humana. Pero yo creo que aunque el dolor es una inevitable reacción a un estímulo externo, el sufrimiento, en cambio, es un estado mental que resulta de habernos quedado estancados en el dolor. Darnos cuenta de que cada persona pasa por la experiencia del dolor nos asiste a desarrollar la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Y cuando entendemos que hay un regalo detrás de cada situación dolorosa podemos desatorarnos del sufrimiento y adquirir un entendimiento más profundo, del cual surge la felicidad.
Te invito a que hagas tuyas estas palabras: En el pasado enfrenté a veces experiencias aparentemente terribles, que con el paso del tiempo me dieron oportunidades maravillosas de crecer y me hicieron más fuerte y más hábil. Agradezco haber manejado hasta aquellas dificultades que antes me hubieran parecido imposibles de superar. Me he dado cuenta de que siempre soy guiada y divinamente protegido. No hay desafíos que Dios y yo (siempre juntos) no podamos conquistar. Doy gracias por los retos, porque sé que al enfrentarlos obtuve un mayor entendimiento. Me libero de opiniones limitativas, y permito que mi Naturaleza Innata se revele.