El término “mago”, frecuentemente usado para designar a quienes practican el ocultismo; también es usado, en forma técnica, como sinónimo de opuestos: “sabio” y “hechicero”. Hoy quiero hablar de aquellos magos que tienen en nuestro calendario hispano su día asegurado, el de los Reyes Magos. Estos, a quienes llamaré “los originales”, por tradición, fungían como sacerdotes dentro de la religión persa y se interesaban en la astronomía y la astrología. Aquí cabe señalar que los griegos llamaban magos a los astrólogos, y Daniel, el personaje bíblico, llego a ser jefe de una tribu sacerdotal o grupo de sabios que, para aquellos tiempos, eran llamados magos. Claro está, también vale hacer la aclaración de que, aun cuando Daniel era considerado por muchos como un mago, según el entender de la época, su habilidad procedía de Dios y aunque más adelante el término “mago” fue aplicado a todo aquel que tenía una sabiduría especial, por alguna curiosa razón también continua siendo aplicado a los hechiceros.
Los magos a los cuales hace Mateo referencia en su narrativa sobre el nacimiento de Jesús, es muy probable que serian naturales de países como Persia, Arabia y Babilonia donde se conocía la profecía de la “estrella de Jacob” o la esperanza mesiánica del Siglo I ---“Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá estrella de Jacob y se levantara cetro de Israel”---, esto debido a que en dichos lugares vivieron judíos, quienes, con excepción del sol y la luna, denominaban “estrellas” a todos los luminares celestes ---ya fueran estos planetas, meteoros o cometas---. Tenemos entonces que la llamada Estrella de Belén fue un fenómeno celestial que atrajo el interés de los magos que vivían al este de Palestina y algunos de estos la “siguieron” hasta Jerusalén y luego hasta que “se detuvo” en Belén, lugar donde yacía el niño Jesús. Las teorías que identifican este fenómeno son diversas, entre ellas: (1) conjunción de Júpiter, Saturno y Marte; (2) presencia de Júpiter en Aries; (3) aparición del Cometa Halley; (4) una supernova; y, (5) la combinación de Marte con otros fenómenos astronómicos.
Al tropezar todas las conjeturas antes mencionadas con problemas cronológicos e históricos, muchos intérpretes han catalogado la Estrella de Belén como una aparición sobrenatural o signo creado especialmente para los magos. Esto, porque suponer un signo celestial de breve duración es consonante al reconocimiento de su ubicación en la bóveda celeste por los astrólogos, quienes lo comprendieron. En los Reyes Magos se reconoce lo humano, la curiosidad insaciable del hombre de ciencia, sin dejar de negar lo milagroso del evento. La creencia del pronto nacimiento de un rey que sería homenajeado en forma universal se hizo evidente a los ojos de aquellos hombres que se mantenían vigilantes…, aquellos que, tras corroborar el hecho, le ofrendaron su reconocimiento: “Este es el ungido, el de autentica dignidad y sagrada fragancia.”