El 2010 hizo su retirada llevando consigo una marca de precariedad económica a nivel mundial, entonces resulta lógico el desear ---no decir, desear con vehemencia--- que el 2011 sea feliz y prospero. Pero…, como llegamos a medir la prosperidad? Por las riquezas materiales? Es acaso un estado mental? Para muchos es condición ligada a bienes materiales, para otros es una actitud. Los primeros la miden en términos de tener lo que se quiere y los segundos la reconocen al tener lo necesario para estar bien, compartir y agradecer. A mí me parece que tras las crisis económicas del 2010 hay más personas que miran hacia lo último que he dicho y así cada día somos más los convencidos que prosperidad es mas estado mental que riqueza material.
Como seres pensantes, tenemos por costumbre el replantearnos prioridades; y los primeros días de este 2011 son idóneos para definirnos y definir ---si es que todavía no lo hemos hecho--- una misión de vida; y es que la prosperidad llega cuando al definir nuestra verdadera misión, vocación o talento, vamos tras ellos. Si, somos prósperos cuando realizamos aquello que hace vibrar nuestras creencias y valores, aquello que esta a tono con nuestros sueños, lo que en vida nos apasiona; y es que al hacer aquello que realmente nos gusta alejamos de nuestra mente la remuneración económica como meta y comenzamos a conocer la prosperidad de otra manera. Precisamente, ha sido la avaricia y el afán de unos cuantos por obtener más, y cada vez más, lo que ha llevado al desastre económico mundial. Entonces llega la crisis y tras su medicina de amargo sabor ha comenzado a surgir la recuperación en forma de dejar de ver el trabajo como método para obtener recursos con los cuales pagar cuentas y comprar y comprar. En el Siglo 21 el trabajo ha comenzado a emerger como lo que siempre ha debido ser: vocación, servicio, satisfacción; y con ello la felicidad que se obtiene cuando se hace lo que se quiere y esto con un fin que trasciende el beneficio propio. Cuando esto pasa ganamos todos, porque en la medida en que cada uno expresa el potencial con el cual vino a la vida, por definición, será una persona ecuánime, armoniosa, tolerante, paciente y agradecida.
Ya anciano, el Apóstol Juan le escribió a un Hermano Lego a quien amo en la verdad, el cual tenía buena posición económica, era leal y muy activo dentro de la colectividad cristiana, diciéndole: “Yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma.” Mi deseo para ti es el mismo, querido lector; pues la vocación es un asunto del alma y con ella la prosperidad y el desarrollo de esta…
Padre... invito al Espiritu Santo para que se haga cargo de mi viaje hacia la prosperidad de mi alma. Dejo ir todo lo ya pasado y comienzo de nuevo. Soy libre y perdonado de todo error pasado. Abro mi ser para la expresion de la magnificencia. Abro mi ser a las infinitas posibilidades que tengo para elegir. Abro mi ser para recibir toda la bondad y toda la grandeza que pueda conseguir. Invito al Espiritu Santo a sanar mi cuerpo, a armonizar mis emociones, a renovar mi mente y a llenarme ahora con una fe poderosa que me fortalezca y permita que mi alma alcance todo cuanto es... (E. Gaines)