“El Arte de la Fe Inteligente”
Por Carlos de la Rosa Vidal
La palabra “piedra” no tiene absolutamente ningún peso, ni volumen; la palabra “viento” sencillamente no puede balancear las hojas de un árbol. Usted tiene que salir al campo para coger una piedra, sentirla entre sus manos para comprobar directamente las sensaciones de peso y volumen. Usted tiene que plantarse al costado de un árbol para sentir el viento. Y observar cómo éste es capaz de convertir a un conjunto de hojas en un abanico.
Gracias a la eficacia de las más grandes operaciones psicológicas de la historia, nos han vendido palabras, solamente palabras; ideas, únicamente ideas; creencias, horrorosas creencias y no hemos sido capaces de comprobar por nosotros mismos, en el campo, en el jardín, cuán verdadero era el significado de la palabra piedra, cuán verdadero era el significado de la palabra viento.
Nos dijeron que nacimos pecadores y nos la creímos. Por acto de fe, nos encarcelaron en un mundo en el cual pagar por las maldades de los demás; en uno, en el cual cancelar las deudas de vidas anteriores. Creencias, horrorosas creencias, que no han hecho sino enjaular al hombre desde su nacimiento mismo. Llegó el momento en que el hombre crea en su libertad.
La fe inteligente es creer en la propia libertad, no en una libertad inventada en la cual creer para sentirnos bien, sin en creer en el potencial por liberar para el crecimiento del ser humano. Creer, en el sentido de la confianza personal de que somos capaces de liberar el potencial del ser humano.
Dormimos en la propia esclavitud. Hace décadas, una computadora personal, según las características de hoy, hubiera resultado un verdadero sueño. Para el gran público consumidor el momento en que llegó una computadora al hogar resultó todo un evento familiar, lo mismo la llegada de la Internet. Para una persona de 20 años poseer una, por primera vez, significaba todo un orgullo. Para un niño de cinco años no representa nada más que otro buen aparato de entretenimiento, que ya encontró en casa al momento de nacer.
Estamos tan acostumbrados a las cosas que nos rodean que no les tomamos importancia, tanto menos importancia tienen las cosas que encontramos antes de llegar, que sencillamente no preguntamos sobre su origen. Y basta su presencia para que resulte obvio y cotidiano. Para que resulte verdadero e irrefutable. Es lo que ha sucedido con las creencias que encarcelan al hombre.
El mundo ha dormido ensombrecido bajo una fe ignorante. Continuamos durmiendo como seducidos por una publicidad cuyo producto es la felicidad. La fe que ha predominado es la fundamentada en la superstición.
Todavía embriagados por el entretenimiento no somos capaces de entregarnos a la creatividad. Porque ésta, en verdad, es el verdadero producto de la fe inteligente. El hombre creativo es un verdadero hombre de fe inteligente. Un hombre creativo es un hombre libre. Pero continuamos enchufados a las creencias limitantes como absorbidos al único bálsamo que dará vida.
Fe inteligente es la convicción en la propia eficacia. Una fe fundamentada ya no en la creencia, sino en el reconocimiento de las potencialidades. La tradición nos hizo repetir que “si no lo veo, no lo creo”, nos daremos cuenta rápidamente que estos tiempos son necesariamente de “si no lo creo no lo veo.”
“Creer para crear” es una frase muy repetida, muy estimulante si uno es capaz de trascender la palabra y capturar el conocimiento encerrado en ella. Las novelas no son conjuntos de palabras. Los poemas no son conjuntos de versos. Las palabras sabias contienen sabiduría más allá de sus letras. Seamos capaces de liberar en nosotros la sabiduría, la lección velada para el poco observador.
Despertar una fe inteligente es un proceso deliberado y consciente. La vida debe ser una constante creación. Por donde mire encontrará un objeto que alguna vez no existió. Un teléfono móvil, un palito de fósforo, un Ipod, un arete, un juguete, una bandera, un cuchillo, un peine, crema para el cabello. Esto mismo, las letras que hoy lee, alguna vez alguien las ideó.
Les debemos tanta gratitud a los miles que nos han precedido, y que en algún momento configuraron el mundo según hoy lo vivimos. ¿Nos imaginamos la vida los occidentales de las grandes ciudades sin la tecnología?
Tú no tienes que crear algo que se convierta en universal para poder trascender en esta vida. Y si lo haces eres grande. Vales un millón. Aquí nos referimos a que la vida es creación constante, en sus momentos de altitud, en sus momentos cuando la gravedad nos arrastra hacia abajo. Fe inteligente es sentirse con la capacidad para crear una vida eficiente.
El momento de reclamar la propia libertad es hoy más necesario que nunca. Porque la creatividad es la expresión natural de la libertad. Y en realidad su auténtica expresión. Una fe inteligente se hace imprescindible para reclamar el derecho de configurar el propio mundo.
Atreverse a vivir la libertad, en la expresión natural, no significa someterse al peligro. Significa conquistarse a los dictados del corazón. Hay quienes sueñan con ser los hombres y mujeres más famosos del mundo. Tener la fama por la fama. Porque consideran que ello los lleva a un nivel de inmunidad total ante la escasez, el dolor y la injusticia. No necesitas ser famoso para lograr una vida dichosa, en vivir constantemente la dicha. No necesitas ser el hombre más rico del mundo para ser feliz. Muy por el contrario, necesitas ser el hombre más feliz del mundo para ser abundante en todos los sentidos de la vida.
Y si eres famoso, y si logras una fama poderosa, inmune, recuerda que auténticamente la dicha está en ser no en tener. Y disfrutarás mejor tu fama. Y disfrutarás mejor tu dinero. Y si no tienes ni uno ni otro, procura siempre, vayas donde vayas, embarcarte en tu propio descubrimiento.
Y si de pronto descubres que no disfrutas estar en un lugar determinado, levántate y ve al lugar donde quieres estar. Donde disfrutas. Y si de pronto descubres que habías olvidado hacer lo que tanto amas y te hace vivir en el dulce néctar de la creatividad de la vida, entonces procura expresar tu libertad. Libera tu potencial.
Haz lo que creas que tienes que hacer, según escuchas verdaderamente al poder que habita en ti. Hazlo con todas las fuerzas de cómo quién ama vivir intensamente. Atrévete y vive. No importa si otros no creen en ti. Lo importante es que tú crees. Y ¿si se burlan? No importa, no es más que el signo de su miedo a que tú hagas realidad algo que jamás se atreverán a hacer.
Mientras lea estas líneas usted podrá darse cuenta de un detalle extraordinario: las palabras “fe inteligente” no tienen peso ni volumen, no van a mover las hojas de un árbol. Usted tiene que salir al jardín de su vida y cultivar sus propias rosas. Si desea sentir cómo la fuerza de su fe inteligente mueve sus propias hojas. Ya nadie tendrá que contárselo. Y usted y sólo usted, será quien sepa qué es realmente creer para crear.
Sólo usted entenderá realmente qué es despertar una libertad interior poderosa, sustentada con una fe inteligente que haga posible aumentar su confianza personal, para desencadenar actos creativos en todo momento. Usted se la merece. Sea quien sea, ¡condénese a la felicidad!