La voluntad del Creador y la voluntad de la criatura son cualitativamente diferentes, pero también son semejantes experiencialmente, puesto que la criatura y el Creador pueden colaborar en el logro de la perfección del universo. El hombre puede trabajar en enlace con Dios y de esta manera cocrear a un finalista eterno. Dios puede trabajar aun como humanidad en las encarnaciones de sus Hijos, que de esa manera logran la supremacía de la experiencia de la criatura.
El Creador y la criatura se unen en el Ser Supremo en una Deidad cuya voluntad es expresiva de una personalidad divina. Y esta voluntad del Supremo es algo más que la voluntad o de la criatura o del Creador, así como la voluntad soberana del Hijo Soberano de Nebadon es algo más que la combinación de la voluntad de la divinidad y de la humanidad. La unión de la perfección Paradisiaca y de la experiencia espacio-temporal produce un nuevo significado de valor en los niveles de deidad de la realidad.
La naturaleza divina en evolución del Supremo se está volviendo una representación fiel de la experiencia inigualada de todas las criaturas y de todos los Creadores en el gran universo. En el Supremo, la creadoridad y la criaturidad son la misma cosa; están por siempre unidas por esa experiencia que naciera de las vicisitudes que acompañaron la solución de los múltiples problemas que acechan a toda creación finita mientras ésta prosigue el camino eterno en pos de la perfección y liberación de las cadenas de la imperfección.
La verdad, la belleza y la bondad están correlacionadas en el ministerio del Espíritu, la grandeza del Paraíso, la misericordia del Hijo y la experiencia del Supremo. Dios el Supremo es verdad, belleza y bondad, porque estos conceptos de la divinidad representan máximos finitos de la experiencia ideacional. Las fuentes eternas de estas cualidades triunas de la divinidad están en los niveles superfinitos, pero una criatura tan sólo puede concebir de tales fuentes como superverdad, superbelleza y superbondad.
Micael, un creador, reveló el amor divino del Padre Creador para sus hijos terrestres. Y habiendo descubierto y recibido este afecto divino, el hombre puede aspirar a revelar este amor a sus hermanos en la carne. Este afecto de la criatura es un reflejo auténtico del amor del Supremo.
El Supremo es simétricamente inclusivo. La Primera Fuente y Centro es potencial en los tres grandes Absolutos, es actual en el Paraíso, en el Hijo y en el Espíritu; pero el Supremo es tanto actual como potencial, un ser de supremacía personal y de poder todopoderoso, que responde de igual manera al esfuerzo de la criatura y al propósito del Creador; autoactuante sobre el universo y autorreactivo a la suma total del universo; y al mismo el Creador supremo y la criatura suprema. La Deidad de la Supremacía es de este modo expresiva de la suma total de lo finito entero
LU 1279