Respuesta:
Cristo dijo “El Cielo está dentro” y no obstante se nos dice que cuando el dejó
a sus discípulos ascendió a los cielos. Para comprender esto es necesario que analicemos la
constitución del planeta, y de acuerdo con el axioma hermético, “como arriba es abajo”, la
comprenderemos mejor si analizamos primeramente la constitución del hombre.
El hombre tiene en primer término el cuerpo denso que vemos con nuestros ojos, pero el
cuerpo denso no es tan sólido como parece; en realidad está compenetrado por cierto
número de vehículos invisibles. Dicho cuerpo está compuesto por los sólidos, líquidos y
gases de la región química, pero la ciencia nos dice que esos elementos están
interpenetrados por el éter, porque el cuerpo humano no está aparte de lo demás del mundo,
y en el sólido más denso así como en el gas más sutil, dice la ciencia, y lo dice en verdad,
que todos los átomos están vibrando en un mar de éter. Este éter es materia física; una parte
considerab le la especializa el hombre y forma la exacta contraparte del cuerpo denso,
siendo una pulgada y media más o menos mayor que el cuerpo visible. Fue esa parte etérica
la que pesaron los médicos en Boston, colocando a personas agonizantes en balanzas.
Dichos doctores notaron que cuando el enfermo lanzaba su último aliento el cuerpo perdía
peso, y el platillo de la balanza que tenía los pesos bajaba súbitamente. Los reporteros
anunciaron entonces que los médicos habían pesado el alma pero lo que en realidad pesaron
fue el cuerpo vital que está compuesto de éter el que abandona el cuerpo al morir.
Tenemos además un vehículo aún más sutil llamado el cuerpo de deseos. el que está
compuesto por lo que los ocultistas llaman materia de deseos, y cuyo cuerpo pueden verlo
(los que tienen desarrollado el sexto sentido) como una nube ovoide envolviendo
completamente al cuerpo denso, así que éste se encuentra situado en el centro del cuerpo de
deseos, en la misma forma que la yema está en el centro del huevo, con la sola diferencia de
que si bien la clara envuelve a la yema no la interpenetra, mientras que este cuerpo de
deseos compenetra al cuerpo vital y al denso completamente. Hay aún un material más fino
que entra en la composición del hombre, y se llama “materia mental”, la que está formada
por la sustancia más densa del Mundo Mental, con cuyo material formamos nuestros
pensamientos concretos, y esa sustancia envuelve al Ego interno.
El mundo está constituido similarmente. Además de este mundo visible que vemos,
compuesto por sólidos, líquidos y gases e interpenetrado por el éter, hay también un Mundo
del Deseo que compenetra todo el Mundo Físico extendiéndose en el espacio más allá del
aire y del éter. Además existe el Mundo Mental, y este mundo compenetra también todo
nuestro planeta, desde el centro hasta la circunferencia, extendiéndose en el espacio aún
más que los otros mundos.
Durante la vida terrestre el hombre vive sobre esta tierra visible, firme, pero después de la
muerte, de acuerdo con las obras que hizo mientras estaba en el cuerpo, puede quedarse
aprisionado aquí, pues las regiones purgatoriales están por todas partes en torno nuestro así
arriba como abajo, en el interior de la Tierra.
El Primer Cielo está también aquí en cierto sentido, pues la materia que lo compone nos
rodea, pero el Primer Cielo en sí mismo, el lugar en el que residen generalmente los
espíritus liberados, está más allá de nuestra atmósfera. El Segundo Cielo puede también
decirse que es interno, porque el material de que se compone está aquí y los espíritus que en
él se encuentran pueden visitarnos, pero las condiciones y corrientes mentales, etc.,
generadas aquí obstaculizarían su trabajo y desarrollo. Por consiguiente prefieren quedarse
en la parte más externa de nuestro planeta, a donde no alcanzan esas deletéreas y egoístas
corrientes mentales.
El Tercer Cielo es un lugar en el cual muy pocas personas en el actual estado de
desenvolvimiento tienen conciencia, porque la mayoría de nosotros estamos guiados en
nuestras actividades mentales más por las emociones y sentimientos concernientes a las
cosas concretas que por el pensamiento abstracto, que es la facultad especial que pertenece
a ese Tercer Cielo. Cuando pensamos en el amor, lo hacemos generalmente relacionándolo
con alguna persona, esto es, un pensamiento concreto. Pero pensar en el amor abstracto es
cosa que sólo pueden hacer contadas personas. Podemos pensar en una casa, en un animal,
etc., pues son cosas concretas, pero nos disgusta pensar en una proposición abstracta, como
por ejemplo, que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los
catetos.
Por consiguiente, la mayoría de nosotros tienen muy poca conciencia en el Tercer Cielo, y
por lo tanto muy poca sustancia de ese mundo entra en la composición de este planeta.