"Por cualquier rincón de la naturaleza se suelen ver enredaderas y otras plantas trepadoras que con toda pasión vegetal se adhieren ya sea a las verjas o a las ramas, donde se apoyan para crecer. Es inútil querer "destejerlas" de sus sostenes: no lo resisten... antes se morirían que apartarse de ellos... Sin embargo, cuando la joven enredadera o trepadora es todavía una niña vegetal, sus pequeñas ramas prestan menos resistencia y se las puede ir conduciendo, pues permite que el jardinero de uno u otro modo las direccione para su bien.
Como ellas, la criatura humana que, allende su cuerpo físico, allende su edad, conserve algo de ese niño que nunca deberíamos dejar de ser, podrá seguramente comprender algo de esto que damos en llamar Universalismo, y que si lo analizamos a profundidad, si lo desnudamos de tantas palabras y razones, no es otra cosa que aquel "Ama a tu prójimo", letanía constante de todas las religiones del mundo, de todos los Maestros.
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