Es una necedad que un hombre entre en un bosque en busca de la pulpa de un árbol y regrese con hojas y ramas pensando que trae la pulpa. En muchos casos el hombre coge la corteza y el corcho de los árboles y piensa que ha cogido la pulpa que era su objetivo.
El hombre busca el camino para librarse del nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, la tristeza, el sufrimiento y la pena. Esto es la pulpa. Sin embargo, después de haber avanzado un poco se enorgullece y se siente satisfecho. El hombre que se alaba a sí mismo y critica a los demás, es como aquel que cogiendo las hojas y las ramas piensa que consiguió la pulpa.
Los que buscan el Camino deben saber que su tarea no es fácil, ni deben esperar honor, fama, ni agradecimientos. Ellos no podrán seguir si actúan con un esfuerzo limitado, poca clarividencia y poca tranquilidad del alma.
El hombre que se satisface con poco esfuerzo y se enorgullece pensando que ha logrado lo que desea, es como aquel que coge la corteza externa del árbol y piensa que consiguió la pulpa.
El hombre que alcanza un poco la paz del alma y se enorgullece creyendo que logro la tranquilidad total es como aquel que coge la corteza interior del árbol y piensa que consiguió la pulpa.
El hombre que lograr ver con un poco de claridad las cosas y se enorgullece o se alaba a sí mismo criticando a los demás, es como aquel que coge el corcho del árbol y piensa que ha conseguido la pulpa. Todos ellos que se satisfacen con un esfuerzo insuficiente, se descuidan y vuelven a sentir los sufrimientos.
Para el que busca el Camino, el respeto, la fama o la devoción no pueden ser los fines. Tampoco son objetivos, un poco de esfuerzo, un poco de tranquilidad de alma o un poco de clarividencia.
Ante todo, el hombre debe tener, con claridad en mente, la naturaleza esencial y básica de este mundo de vida y muerte.
Las enseñanzas de Buda Libro publicado por Bukkyo Dendo Kyokai de Japón
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