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CARTA ROSACRUCES: EL MEDIO PRÁCTICO DE ACERCARSE A LA LUZ
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 02/08/2009 18:49

EL MEDIO PRÁCTICO DE ACERCARSE A LA LUZ

 

Quién por medio de la satisfacción de sus apetitos sensuales

intenta llenar el vacío que en su alma existe, no lo logrará nunca, ni

 pueden tampoco realizarse los anhelos de verdad por la aplicación

 de la inteligencia a los objetos exteriores. El hombre no puede gozar

de paz, mientras no haya desechado cuanto es incompatible con su ego divino.

Para ello, debe acercarse a la Luz, obedeciendo a la ley de la

Luz. Ha de matar el deseo sensual y, apartando su mirada del

mundo externo, dirigir su visión espiritual hacia la Luz, para

disipar las nubes que la eclipsan. Ante todo, ha de saber

que en su interior existe un germen divino en el que ha de

 encontar su voluntad para cumplir estrictamente sus deberes.

Hay una ley oculta, mencionada con frecuencia en los escritos

 esotéricos, pero que pocos comprenden, según la cual todo lo

 inferior tiene su contraparte superior; por lo que, al actuar lo

 inferior, reacciona sobre él lo superior. Según esta ley, a todo

deseo, pensamiento o aspiración, buenos o malos, sigue

inmediatamente la respectiva reacción procedente de

 lo superior. Cuanto más pura es la voluntad del hombre

y menos adulterada por deseos egoístas, tanto más

enérgica será la reacción divina.

El progreso espiritual del hombre no depende en manera

 alguna de sus propios esfuerzos; al contrario, cuanto menos

intenta establecer leyes por sí mismo y cuanto más se somete

 a la ley universal, tanto más rápidos son sus progresos.

El hombre no puede dirigir su voluntad en sentido diferente

del de la voluntad universal de Dios. Si su voluntad no

 es idéntica a la voluntad divina, se pervierte con siniestros efectos.

Sólo cuando la voluntad humana se armoniza por completo

y coopera con la voluntad de Dios, es poderosa y efectiva.

Además, en todo tiempo han existido entidades espirituales

 que se han comunicado con el hombre para transmitirle el

conocimiento de las verdades eternas, o para recordárselas

 cuando estaba a punto de olvidarlas y establecer así un fuerte

lazo de unión, entre el hombre intelectual y el hombre divino.

Quienes son suficientemente puros, pueden, aun durante esta

 vida, comunicarse con estos mensajeros celestiales,

 pero pocos hombres son bastante puros y espirituales para

lograrlo. Como quiera que sea, se ha de purificar y regenerar la

 voluntad y no la inteligencia y, por lo tanto, la mejor instrucción

 es inútil sin voluntad para practicarla; y, como nadie puede ser

 salvo contra su voluntad, el más íntimo anhelo del corazón

 ha de ser el conocimiento y la práctica de la verdad.

El hombre de recta voluntad poseerá la sabiduría y la verdadera

 fe, sin necesidad de signos externos o de razones lógicas para

 convencerle de que lo que sabe es cierto. Unicamente el

presumido sabio del mundo exige pruebas, porque su corazón

es vanidoso, su voluntad flaca y, por lo tanto, no posee

conocimiento espiritual ni fe, sin lo cual sólo alcanza lo que

 percibe por medio de los sentidos, mientras que los de mente

 pura y sincera llegan a adquirir la conciencia de

 las verdades que intuitivamente creyeron.

Todas las ciencias culminan en que quien conoce al UNO lo conoce

 todo y quien se figura saber muchas cosas es un iluso. Cuanto

más te aproximes a este punto, cuanto más íntima sea tu unión con

Dios, tanto más claramente percibirás la verdad. Si a este

 punto llegas, encontrarás que hay en la Naturaleza algo que

trasciende al entendimiento de los filósofos y acerca de lo que

 los cientistas no se atreven ni a soñar.

En Dios está la vida toda; fuera de Dios no existe vida alguna y

 lo que parece vivir fuera de Dios es mera ilusión. Si deseamos

 saber la verdad, debemos contemplarla a la luz de Dios y no a la

 falsa y engañadora luz de la especulación intelectual. No

 hay otro camino para llegar al perfecto conocimiento de la verdad

que la unión con la verdad misma; y, sin embargo, muy pocos conocen

 este camino. El mundo se burla de quien va por este camino; pero el

mundo no conoce la verdad, porque es un mundo de ilusiones,

lleno de ciegos ante la luz de la verdad.

Callar tranquilo e impasible ante la risa del necio, el desdén del ignorante

 y el desprecio del orgulloso, es la primera señal de que despunta

 la aurora de la luz de la sabiduría. Sin embargo, una vez plenamente

 conocida la verdad, es capaz de resistir aun al escrutinio intelectaul

 más sereno y a los ataques de la lógica más potente. Sólo las

 inteligencias de quienes presienten la verdad, pero que

 todavía no la conocen, pueden quedar trastornadas por la

sacudida. Los que conocen y comprenden la

verdad, permanecen firmes como un roca.

Mientras busquemos el halago de los sentidos o la satisfacción

 de la curiosidad, no encontraremos la verdad. Para encontrarla

 hemos de entrar en el reino de Dios y, entonces, descenderá la

verdad a nuestra mente. No es necesario para ello que

torturemos el cuerpo, ni que estrujemos nuestros nervios, pero

sí es necesario creer en ciertas verdades fundamentales, que

intuitivamente perciben quienes no tienen pervertida la inteligencia.

 Estas verdades fundamentales son: la existencia de un Dios

 universal, fuente de todo bien y la inmortalidad del alma humana.

Posee el hombre facultad racional y, por lo tanto, tiene el derecho

 y el deber de usarla, aunque nunca en oposición con la ley del

bien, con la ley del amor divino, la ley del orden y de la armonía.

 No debe abusar de los naturales dones que Dios le ha concedido

 y ha de considerar todas las cosas como dones divinos y a su

cuerpo como el templo viviente de Dios e instrumento

 de manifestación del divino poder.

Un hombre independiente de Dios es inconcebible; porque la Naturaleza

 entera, incluso el hombre, es mera manifestación de Dios. Si la

luz nos alumbra, no es por obra nuestra, sino que procede del sol;

 pero si nos ocultamos del sol, la luz desaparece. Dios es

el sol del espíritu y debemos permanecer iluminados por sus rayos,

gozar de su influjo y exhortar a los demás a que entren en la luz.

No hay inconveniente en procurar conocer la luz intelectualmente

si nuestra voluntad hacia ella se dirige, pero si la voluntad queda

 atraída por una luz falsa y la toma por la del Sol, caerá necesariamente en el error.

Existe una relación definida y exacta entre todas las cosas y su

 causa. Puede el hombre, aun en esta vida, conocer dichas

relaciones, aprendiendo a conocerse a sí mismo. El mundo en

 que vivimos es un mundo de fenómenos ilusorios, puesto que

 todo lo que se acostumbra llamar "real" sólo lo parece durante

 ciertas condiciones o relaciones entre el que percibe y el objeto de percepción.

Lo que percibimos no depende tanto de la cosa en sí misma,

 como de las condiciones de nuestro organismo. Si nuestra

organización fuese diferente, percibiríamos las cosas

 bajo un aspecto también diferente.

Cuando por completo comprendamos esta verdad y distingamos

entre lo real y lo ilusorio, podremos entrar en el reino de la ciencia

 suprema, asisitidos por lal uz del espíritu divino.

Los misterios de esta suprema ciencia son:

1º El reino interior de la Naturaleza.

2º El lazo que une al mundo interno espiritual

 con las formas corpóreas externas.

3º Las relaciones existentes entre el

hombre y los seres invisibles.

4º Las potencias ocultas en el hombre por medio de las

cuales puede obrar en el reino interior de la Naturaleza.

Esta ciencia abarca todos los misterios de la Naturaleza.

Si con puro corazón deseas la verdad, la encontrarás; pero

si tus intenciones son egoístas, no leas estas cartas, porque

no serás capaz de comprenderlas, ni te allegarán el menor beneficio.

Los misterios de la Naturaleza son sagrados, pero no los

comprenderá el malvado y si logra descubrirlos, su luz se

convertirá en fuego consumidor de su alma y lo aniquilará.

 

 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Mitzi Enviado: 22/05/2011 14:20
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: PatriciaPath Enviado: 24/05/2011 03:26
HE  LEIDO  JOAN   GRACIAS
 
PODRIA  DECIRSE ENTONCES
 
HAGASE SEÑOR  TU  VOLUNTAD, QUE  ES  LA MIA?
 
UN SALUDO  QUERIDO AMIGO
 
PATRICIA
PATH



 
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