El hombre es lento para iniciar cambios en sus hábitos de pensamiento y en su manera de vivir.
Libro de Urantia. Pág.1449
Aún cuando los seres humanos hemos comprobado que la "monotonía cansa y agota".365 somos muy dados a aferrarnos a lo que tenemos y a lo que conocemos y casi sin darnos cuenta renunciamos a ese don maravilloso que es no perder la capacidad de asombro y el deseo de experimentar situaciones diferentes, pero para conseguir ésto, es preciso que aprendamos a tener una actitud de desapego frente a las diversas circunstancias, pues esto nos permite vivir con mayor libertad y podemos fluir con naturalidad, porque al actuar en el presente, sentimos la presencia de esa parte de divina que mora en nosotros y que nos impulsa a conocernos más y a fortalecer nuestras alas para volar cada vez más alto y en forma autónoma. Pero para que esto sea una realidad, debemos aprender primero a contenernos, a no temer a la soledad y a comprender y aceptarnos a nosotros mismos, con nuestras carencias y nuestros aciertos, conscientes de que con Dios todo es posible porque El nos ama.
Al aceptar el proceso de crecimiento personal y de maduración espiritual, dejamos de asustarnos con los cambios que la vida nos presenta, porque en ellos vemos un verdadero desafío, porque comprendemos que "la religión, la espiritualidad, no es una técnica para llegar a una paz estática, sino que es un impulso hacia la organización del alma para el servicio dinámico hacia nuestros hermanos.1096" Entonces, somos capaces de "reemplazar el temor a la existencia por la felicidad del vivir.952" pues cuando estamos libres del desapego, nos dejamos de resistir a las circunstancias y estamos más dispuestos a aceptar nuevas aventuras y la resistencia que nos impide avanzar se transforma en aceptación y comprensión del presente
Cuando escuchamos la sabiduría de nuestro Espíritu residente, comprendemos que cada momento es para vivirlo y consumirlo plenamente en el Aquí y Ahora, pues al liberarnos de los recuerdos que nos atan al pasado quedamos libres de ataduras y somos libres para renacer a nuevas y mejores experiencias, cada vez más conscientes, porque sabemos que sólo ellas forman nuestra herencia de sobrevivencia, pues "mucho de tu vida pasada y sus recuerdos que no han tenido significado espiritual, ni valor de vida eterna, perecerán con tu cerebro material.1235"
Dejar ir las viejas creencias, cambiar, explorar lo desconocido, puede producirnos miedo y este temor se puede reflejar en malestar emocional, mental e incluso físico. Sin embargo, atravesar esta incomodidad fortalece nuestro crecimiento, nos llena de valor y constancia para seguir el camino ascendente, a sabiendas que no estamos solos, porque nuestro Espíritu está siempre pronto a ayudarnos, pero debemos recordar que él insinúa, no obliga a nada...la decisión de avanzar siempre tendrá que ser nuestra porque "ni siquiera el amor infinito de Dios, puede imponer la vida eterna, a una criatura que no elija sobrevivir.1638 porque aún cuando la voluntad de Dios es que todos se salven "el hombre debe elegir si estará o no presente en el momento del logro de tal destino. Si no se realiza dicha elección, la personalidad alcanza la Deidad experiencial directamente, volviéndose parte del Ser Supremo. El ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él es facultativo, personal y experiencial.1232" y de esta forma "el Espíritu de la divinidad se vuelve humildemente obediente a la elección de sus criaturas.150"
Cuando hablamos de desapego no estamos hablando de indiferencia, ni de frialdad, ni de falta de compromiso, sino por el contrario estamos hablando de la conciecia de saber que en esta vida, todo está sujeto al cambio, porque "en el estado mortal nada puede ser probado en forma absoluta, tanto la ciencia como la religión se basan en suposiciones.1139" Con cuanta mayor razón nuestra mente y nuestros sentimientos que son cambiantes como la luna. El cambio y el desapego nos alertan y preparan para cualquier cambio, sea éste emocional, material o espiritual. El no estar presos a nada ni a nadie, nos permite disfrutar y atraer las cosas buenas de nuestras vidas, porque nuestros deseos no serán obsesivos, sino que los pondremos en las manos de Dios que siempre quiere lo mejor para nosotros.
Desapegarse es tener autonomía y trascender hacia un plano espiritual más elevado, porque esta libertad nos permite crecer e ir formando nosotros mismos nuestro propio destino. Cuando en vez de resistirnos a las circunstancias les buscamos el significado, la resistencia que nos agobiaba se debilita y se transforma en comprensión, paz y alegria de vivir, porque en cada reto, en cada renuncia encontramos la oportunidad de crecer en amor y en sabiduría.
El desapego en la pareja es indispensable para ser feliz, porque significa dejarle al otro su propio espacio. Amar libremente a tu pareja promueve la entrega de afecto sin opresión, ni fiscalización. Hay un dicho que dice: “Si amas algo déjalo libre, si vuelve a ti, es porque siempre fue tuyo y si no, es porque nunca lo fue. El desapego va de la mano de la felicidad, porque ¡perder el miedo a perder no tiene precio!
yolanda silva solano
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