Esforcémonos en no pasar un sólo momento sin concentraros en el Principio Divino, para atraerlo hacia nosotros; y no disminuyamos nuestro esfuerzo, hasta que sintamos que hace de nosotros su morada.
En realidad, el Principio Divino ya está en nosotros, forma parte de la esencia de nuestro ser, pero paredes y más paredes nos separan de Él. Capas de impurezas que hemos formado nosotros mismos, con nuestros pensamientos y sentimientos egoístas y desordenados. Todas éstas capas de impurezas, son tantos otros obstáculos que impiden que el amor de Dios; y sus bendiciones lleguen hasta nuestra conciencia, y que impiden que nuestra conciencia se eleve hasta Él.
Jesús dijo en los Evangelios: «Aquel que sigue mis mandamientos, mi Padre y yo vendremos a establecer en él nuestra morada.» Sólo cuando decidamos someteros a las reglas del Principio Divino; a obrar según Su voluntad, sentiremos que vive y se manifiesta en nosotros."