Señor, me enseñaste a orar para pedir,
Hoy quiero invertir esa enseñanza.
Quiero orar para dar.
Te doy mis lágrimas para que sean utilizadas como agua, en todos aquellos que necesitan lavar sus heridas y saciar su sed.
Te doy mi aliento, para revivir la esperanza de iniciar el nuevo camino que nos entregas en este momento después de haber caído la torre que sosteníamos en el pasado.
Te doy mi fuerza, para que con ellas puedan crear nuevos senderos de luz para otros que están perdidos en la oscuridad y no se animan a caminar.
Te doy mis pasos, los que ya realice en esta vida para que con la experiencia que ellos ya tienen, enseñen a otros a caminar sin mirar atrás.
Te doy mis ojos, los que ya vieron y reconocieron lo malo y lo bueno, pero que a su vez aprendieron a poner color a todo lo que ven y así ser observadores obedientes del nuevo amanecer.
Te doy mi boca, para que con ella puedas hablar.
Te doy todo lo que soy, porque sé, que tu sos yo y YO SOY tú, ya que primero tu me diste tu aliento, tus manos, sus pasos, tus ojos, tus oídos, tu ser para que yo pueda hoy SER lo que SOY.