¡TODO CANTA A DIOS!
Oíd allá en el bosque, meciéndose en las frondas,
La tórtola que arrulla, la alondra, el ruiseñor
Preludian sus cantares
Con trinos melodiosos.
Apenas el oriente se tiñe de arrebol.
¿Qué cantarán las aves,
Qué dicen en sus trinos
Ocultas en la umbría cuando aparece el sol?
¿Serán quizá las rimas
Que expresan sus amores
o acaso la plegaria que elevan al Creador?
Orquesta de huracanes
Y nube enrojecida
Por ráfagas de fuego, eso es la tempestad;
Gemidos de violines
El viento en la arboleda
Y trémolos de flautas, el fresco manantial.
Grandiosa sinfonía,
Concierto formidable
Ya manso, ya bravío, modula el ancho mar;
Y es música el balido
De las majadas mansas
Que en busca de la fuente por las praderas van.
Es música el zumbido
Que exhalan las abejas
Bebiendo de las flores el néctar que da miel;
Es cántico el del agua
Saltando entre las piedras
Y hasta en las tumbas cantan las ramas del ciprés.
Hay música en el ruido
De las abiertas alas
Del cóndor cuando surca la vasta inmensidad;
Y canta la alameda
Cuando el céfiro la agita,
Y canta la hoja seca que el viento hace rodar.
Y en el reír del niño
Vibrante de alegrías,
Y en el reír del joven vibrante de ilusión
Hay música, lo mismo
Que en el sollozo mudo
Del viejo que ha agotado
La copa del dolor.
Y todos son acordes,
Y todo es armonía
Y arpegios y sonidos y eterna vibración;
¡Es la oración perenne
Que al Infinito ofrendan
Los mundos y los seres que forman su Creación!