Todos necesitamos saber manejar nuestra ira; y cuidar, de ella. Para hacerlo, debemos prestar más atención a su aspecto bioquímico; porque la ira, se arraiga tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente.
Cuando analizamos la ira que sentimos, podemos ver sus elementos fisiológicos. Hemos de observar profundamente cómo comemos y bebemos, cómo consumimos; y de qué modo usamos nuestro cuerpo, en la vida cotidiana.
La ira no es exclusivamente una realidad psicológica. En las enseñanzas del Buda, aprendemos que el cuerpo no está separado de la mente. Nuestro cuerpo es nuestra mente y; al mismo tiempo, nuestra mente es nuestro cuerpo.
La ira no es sólo una realidad mental; porque lo corpóreo y lo mental están vinculados entre sí, y no podemos separarlos