Francisco Nieto
Una vez grabado el ideal en el subconsciente y como complemento (al menos durante un
tiempo) es conveniente prestar atención a las situaciones o circunstancias donde nos
encontremos para ver de qué manera podemos servir. Sin embargo y por si la persona
interesada piensa que no surgen oportunidades para servir, diré que cuando no hay
oportunidades claras de servir, el simple hecho de hacer todo y cumplir con nuestros
deberes con amor y pensando que ese trabajo servirá o beneficiará a otros, es
suficiente. Hay un detalle muy importante en la construcción de un ideal además
de tener la clara voluntad de hacerlo, y es que, mentalmente, debe verse dueño del ideal
y tener muy claro que es la base de su carácter. Si, a su vez, piensa o dice palabras
de “confirmación” como que se ha consumado la obra o ideal, éste se verá más
fortalecido en el subconsciente y su voz hablará más clara y fuerte para recordarlo.
Cualquier ocultista sabe que la mente es poderosa y creadora y que los pensamientos
(según su naturaleza) estimulan los deseos y los sentimientos y, por último, llevan a
la acción física. De acuerdo con esto, pues, está claro que las personas que se
sienten y están convencidos de que son unos desgraciados o que tiene mala suerte
y mantienen y repiten esos pensamientos y sentimientos, estarán dominados
inconscientemente por ese “ideal” y todas sus actitudes y expresiones de sus
cuerpos irán en esa dirección. Como es natural, una persona así debería tener el optimismo,
la esperanza y el éxito como ideal. Hay que tener claro que la persistencia y repetición de
pensamientos, deseos y sentimientos forman el ideal pero también que llevan a
la acción y a atraen esa clase de vibraciones y ambientes.
El común de la humanidad piensa que nace con un carácter y que ese carácter es muy difícil o
imposible de cambiar; otros que tampoco tienen mucho interés en cambiar su carácter y
hábitos, se consuelan diciendo que ellos son así de nacimiento y que no pueden hacer nada
para remediarlo. Estas personas no saben que, lo mismo que nacemos con unas tendencias
o carácter como resultado de los anteriores renacimientos y que este carácter va cambiando,
también éste último y como resultado de sus conocimientos, relaciones y experiencias, va
cambiando día tras día. Este cambio o transformación del carácter que a diario hacemos es
un trabajo, principalmente, de la mente subconsciente y de la atención o consciencia de los
hechos con los que nos encontramos. Estas personas no saben que son ellas, y nadie
más, quienes van formando su carácter partiendo del carácter o temperamento que
traen desde el momento de su nacimiento, pero que si pusieran voluntad en
crearse unos ideales desarrollarían otro carácter a voluntad.
Si nos dejamos dominar por malas influencias personales, las cuales estimulan malos
sentimientos, deseos y pensamientos, crearemos unos hábitos que serán los ideales
de nuestra vida y que nos llevarán a crear un carácter negativo. De aquí la necesidad de
observarnos a nosotros mismos para que, una vez analizada la naturaleza de nuestro
carácter, pongamos la voluntad y el discernimiento necesarios para transformar nuestro
carácter y nuestras vidas. El hombre de fuerte voluntad y determinación construye su
carácter sobre ideales elevados que, como causas, traerán un buen destino. Por el contrario,
quien no se esfuerza ni desea analizarse y se deja dominar por los demás, por los placeres
y por el materialismo, no debe esperar un buen destino y tendrá que hacer frente al mismo
hasta que aprenda a cambiar su carácter.
Cuando somos conscientes de que somos un Ego, un Alma o Yo superior que renace en cada
vida con nuevos cuerpos para continuar su evolución gracias al conocimiento y a las experiencias
que obtenemos con los mismos, nos damos cuenta de que somos dueños y señores de dichos
cuerpos y que su naturaleza es flexible y cambiante bajo la influencia y dirección de la voluntad.
De la misma manera que conseguimos anular nuestro gusto por determinados vicios (alcohol,
tabaco…) o conseguimos dar con amor un donativo a un mendigo que antes repudiábamos,
también podemos cambiar nuestros malos hábitos e ideales para construir un nuevo y más
espiritual carácter. Como ya hemos dicho, la mente subconsciente tiene un papel muy importante
en la construcción del carácter, pero no nos olvidemos que es la voluntad del Ego quien debe
dirigir, a través de la mente consciente, la construcción del ideal que llevará a dicha transformación
del carácter. El Ego o Yo superior es el principio espiritual que intenta dirigir nuestras vidas,
él es inmutable en comparación con lo cambiables que son nuestros cuerpos y nuestra mente,
por tanto, es la voluntad espiritual quien debe dirigir nuestras vidas para hacer de la personalidad
un ejemplo de admiración por parte de los demás. Nosotros podemos hacer un cuerpo
musculoso y más sano, podemos cambiar nuestros deseos y sentimientos y podemos cambiar
nuestra manera de utilizar la mente para pensar y enfocarla en cosas y hechos positivos y
espirituales que formarán el ideal o base de la espiritualización del carácter.
Aunque no queramos admitirlo o no nos demos cuenta de ello y aunque pensemos que no
podemos cambiar nuestro carácter, hemos de admitir que muchas veces intentamos cambiar el
de las personas que nos rodean. Lo podemos comprobar con nuestros hijos cuando queremos
inculcarles una serie de verdades que les demuestren que su manera de enfocar la vida es errónea;
o cuando intentamos ayudar con palabras, consejos o ejemplos a una persona que consume
drogas; o cuando damos ejemplos y enseñamos estos conocimientos a otros para que
enderecen su vida que va por mal camino. Entonces, ¿Por qué no vamos a poder cambiar
nuestra manera de pensar, nuestros sentimientos y deseos, y nuestra manera de hablar y
actuar? El carácter, sea cual sea, puede cambiarse y espiritualizarse, da igual que sea el
que traemos de otras vidas en forma de tendencias que el que hayamos forjado por medio
de la autosugestión, de las relaciones y del medio ambiente en que vivimos. Sólo es
necesario fortalecer la voluntad y utilizar el discernimiento para autoanalizarnos, corregirnos
e incluso autosugestionarnos porque, al fin y al cabo, la autosugestión es un medio para
crearnos los ideales que formarán el nuevo carácter.
Ya hemos dicho que el Ego es dueño y señor de sus cuerpos o vehículos puesto que los
puede gobernar por medio de la voluntad. Todos los vehículos son importantes y
necesarios para el desarrollo y evolución de este Yo superior porque:
1º.- Con el cuerpo físico experimenta y toma consciencia de las experiencias, obtiene
conocimiento y se expresa por medio de las acciones y la palabra. 2º.- Con el cuerpo de deseos o emocional siente, tiene el aliciente necesario para
impulsar al físico a la acción, desea y manifiesta emociones y crea hábitos por la
satisfacción y repetición de los correspondientes hechos. 3º.- Con la mente podemos crear en los diferentes mundos, adquirimos conocimientos,
formamos la memoria, razonamos y podemos gobernar el cuerpo de
deseos y, por tanto, el cuerpo físico.
Por consiguiente y aunque la mente (bajo el dominio de la voluntad) tenga poder sobre
los demás vehículos, estos cumplen un papel fundamental en cada vida y podemos
obtener un gran beneficio de cada uno de ellos si sabemos aplicar
nuestra voluntad y el discernimiento.
Es muy importante que tengamos claro el ideal que necesitamos o que mejor se adapta a
nuestra voluntad para poder cambiar nuestro carácter, pero aquí también entra en juego
el cuerpo de deseos porque, antes que nada, debemos “desear ese cambio”, ya que si
no deseamos profundamente ese cambio no podremos aplicar la voluntad. La voluntad
tiene poder sobre los deseos y los deseos pueden hacer que la voluntad entre en acción,
aunque sea para actuaciones negativas por el simple hecho de no tener la consciencia
en ese momento. Pero, aun siendo conscientes y puesto que deseamos cambiar el
carácter, debemos permitir al cuerpo de deseos (debemos desear) que sus deseos
elevados pongan en acción a la voluntad para comenzar la autosugestión o formación
del o de los ideales elevados que necesitamos. Por tanto, hay que desear hacer el
cambio de carácter para que entre en juego la buena voluntad que hará que la mente
razone para conseguirlo. El cuerpo de deseos tiene dos aspectos o naturalezas: una
es el aspecto animal más manifestado en las personas poco evolucionadas (lujuria,
venganza, odio…) y otra hacia la que nos encaminamos los que deseamos espiritualizar
el carácter, que trata de los deseos y sentimientos más elevados que el ser humano
puede alcanzar en la etapa presente (amor al prójimo, deseo de servir y ayudar,
compasión, altruismo…) Así es que, es de la naturaleza superior del cuerpo emocional de
donde debe salir el deseo que formará el ideal necesario que consiga
transformar o desarrollar el carácter.
Es evidente que quien desea espiritualizar su carácter es porque observa en su cuerpo de
deseos ciertos deseos o sentimientos de naturaleza inferior, por eso, repito, es necesario que
el aspirante espiritual se observe y analice para ver qué clase de ideales debe crear para
erradicar los defectos e imperfecciones que hay en su carácter. De acuerdo a la fuerza
del deseo será la fuerza de voluntad que se ponga en la intención, esto significa que el deseo
debe ser tan intenso como para poner en acción la voluntad y para que haya la suficiente
persistencia como para crear el ideal a seguir hasta cambiar el carácter. Sin embargo, se
puede dar el caso de que no haya deseo y sí algo de buena voluntad para hacernos mejores
personas, en este caso habrá que imponer la voluntad sobre el cuerpo de deseos para
crear un deseo elevado sobre el cual se pueda fijar la voluntad hasta desarrollarle como
ideal a seguir. Una persona de buena voluntad y razonamiento puede que no se interese
por estas enseñanzas ocultas pero si, por determinadas circunstancias o personas que
le hablan de ellas, llega a interesarse y a desear aprender el aspecto espiritual de
ellas, y después comienza a trabajar con la imaginación y el discernimiento hasta encontrar
un ideal que madure en su interior, no cabe la menor duda que creará un carácter positivo
que se manifestará en ella, como un nuevo y más espiritual carácter.
El deseo es necesario para la supervivencia del ser humano, y según sea éste así podrán se
los logros que se alcancen para bien para mal; el deseo puede llegar a hacer de una persona
un santo o un terrorista. El mismo poder o fuerza que tiene el deseo para llevar a una persona
al peor de los vicios, también lo tiene para salir de ese vicio y elevar a la persona por encima
de todos los instintos animales. El deseo, al igual que una planta hay que sembrarle (tener
voluntad), regarle (mantenerle consciente y voluntariamente en la mente para llevarle a la
práctica) y cuidarle (no practicar lo contrario para entorpecer el crecimiento de lo
que deseamos) Si a determinado deseo le complementamos imaginando que ya lo
poseemos (por ejemplo: un carácter amable y simpático) y meditamos sobre su naturaleza y
sus efectos positivos, podremos ver cómo el subconsciente lo tendrá presente y nos lo
recordará. Cuando creamos y situamos un fuerte deseo en la mente inconsciente también
estamos fortaleciendo la voluntad para que ese deseo se cumpla, de aquí que quien desee
cambiar su carácter lo tenga más fácil si de verdad lo quiere hacer bien.
Los deseos, como ya hemos dicho respecto a la planta, se pueden alimentar, pero cuando
lo que queremos es eliminar un deseo que perjudica a nuestros ideales o a nuestro carácter,
lo que debemos hacer es lo contrario, es decir, hacer que la mente no piense en ese deseo ni
en nada relacionado con él. Para matar un mal deseo hay que desearlo, hay que tener una
voluntad firme, no hay que pensar en ello, y no hay que prestarle atención ni siquiera con
la imaginación porque eso sería un alimento para él. Es cierto que con cada victoria nos
hacemos más fuerte para luchar contra cualquier mal deseo, pero eso no debe evitar que
busquemos otras ayudas complementarias como la creación del hábito contrario al mal deseo.
Si nos centramos en este nuevo deseo y le fortalecemos con la imaginación y con la
práctica, venceremos al mal deseo más rápidamente.
Cuando una persona, refiriéndose a otra, dice que tiene un carácter de tal o cual naturaleza,
es muy posible que no sepa que el carácter actúa desde el subconsciente. Es decir, la
repetición crea el hábito y éste hace lo mismo respecto al carácter en la mente consciente,
pero según se va formando el verdadero carácter lo va haciendo en la mente subconsciente
desde donde se manifiesta como naturaleza propia del individuo; de aquí que los trabajos
dirigidos hacia el subconsciente tengan éxito. Como podemos ver, la formación de hábitos
es muy importante para la transformación del carácter puesto que el hábito se sitúa sobre la
mente subconsciente. En realidad, eliminar un mal hábito del carácter es tan simple como
crear otro que represente la virtud opuesta y repetirla en pensamientos y hechos hasta
que se consolide como parte del carácter.
Una vez comprendida la naturaleza del deseo y su mecanismo, debemos dar la correspondiente
importancia al siguiente paso que nos ayudará a cambiar el carácter, esto es, el hábito.
Los hábitos tienen su origen en alguno de los dos siguientes aspectos de la vida:
1º.- Los que traemos en forma de tendencias de renacimientos anteriores y que
debemos fomentar (los positivos) o eliminar (los negativos) 2º.- Los que creamos en la presente vida desde la propia infancia y de acuerdo
a la educación, el medio ambiente y a las relaciones personales.
Aquí juega un papel muy importante la auto observación y la meditación sobre lo que
hacemos, deseamos y pensamos. Hasta tal punto es cierto esto que la mayor parte
del día nos expresamos sin razonar lo que hacemos. El que ha creado el hábito de
ser sincero es difícil que mienta, el que ha creado el hábito de ser servicial y altruista
es difícil que desaproveche una oportunidad para beneficiar a otros, y así
sucesivamente actuando casi de una manera automática o instintiva. Así es que,
como hemos explicado, el cambio de carácter tiene como base el cambio de hábitos,
y si alguien lo duda que haga una retrospección de su vida y comprobará cómo
eliminó algunos hábitos y creó otros nuevos.
Si un día decidimos aprender mecanografía lo más seguro es que no demos pie con bola,
pero si al siguiente día lo volvemos a intentar fallaremos menos, y si seguimos
practicando, al cabo de no mucho tiempo tendremos muy pocos fallos. Esto significa
que se alcanza mejores resultados cuando hacemos una pausa o descanso entre un
ejercicio o trabajo y otro. En la formación del carácter ocurre algo parecido, debemos
practicar todo lo aconsejado en estas líneas y debemos hacerlo con plena confianza de
que lo vamos a conseguir pero entre el trabajo de un día y otro hay que olvidarse un
poco de ello para que quede grabado en el inconsciente que es el que actuará
automáticamente en el futuro. En la filosofía oculta se hace mucho hincapié en:
1º.- Que los estudiantes comprendan el poder de la mente como origen de todo lo
que ha creado y puede crear el hombre. 2º.- En que el Yo superior o Ego está por encima de la mente y, por tanto, puede dominarla
y utilizarla para trasforma su carácter y naturaleza. 3º.- En que no somos el cuerpo físico, los deseos, sentimientos y ni siquiera la mente. 4º.- En que es imprescindible que nos observemos y conozcamos para así trabajar
a favor de nuestro propio desarrollo espiritual. 5º.- En que nada conseguiremos si no hemos obtenido antes un alto grado de dominio propio.
Creo que ya hemos hablado de todo ello excepto del dominio propio, el cual es importante.
El ser humano no debería andar por la vida como una veleta, no debería dejarse influenciar
por los demás, ni tampoco debería pensar hoy de una manera y mañana de otra, ni
debería dejarse arrastrar por los deseos ni los sentimiento, sino que debería imponer
su voluntad sobre sus vehículos con tal de controlar los impulsos y la mente y
así mantener el equilibrio y la paz interior. Es imprescindible que el aspirante al cambio
de carácter tenga plena confianza en sí mismo y exprese o repita mental y conscientemente
frase como: Tengo poder para conseguirlo, tengo firmeza y persistencia u otras similares;
esto y el hecho de imaginar que ya se ha conseguido el cambio deseado y
que se está llevando a la práctica con éxito, completará la formación.
La fe o confianza en uno mismo también son importantes a la hora de proponerse hacer un
cambio de carácter por medio de nuevos y elevados hábitos e ideales. Para muchas
personas será suficiente con leer algunas enseñanzas como las que aquí se dan o
similares, pero para otros no serán suficientes y deberán esforzarse más y persistir
desde la voluntad y la mente. La mente es constructora y como tal, si hay voluntad y
persistencia, no puede fallar, por eso se deberá trabajar con la imaginación, con el deseo
y con la confianza de que se va a conseguir con toda seguridad como explicamos en
estas líneas. Está claro que cuanta mayor voluntad y confianza propia más probabilidades
de éxito porque éstas eliminan barreras. Por el contrario, la falta de fe y de confianza junto
a la duda de conseguirlo, impedirán que se alcance ese o
esos nuevos hábitos que cambiarán el carácter.
La determinación debe ir unida al conocimiento de que todos somos iguales y de que
tenemos las mismas herramientas para crear un nuevo carácter. La voluntad procede
del Yo Superior en todas las personas, lo que nada tiene que ver con que una persona
tenga más estudios, fama… que otra a la hora de realizar estos trabajos internos. También
somos todos iguales a los ojos de Dios pero el que se esfuerza por cambiar su vida y
su destino (carácter es igual a destino) obtendrá ayuda desde los planos invisibles. La
persona que se proponga cambiar su carácter debe hacerlo desde este convencimiento,
olvidándose de su personalidad terrenal que hasta ahora le ha llevado por caminos
erróneos por la influencia de los malos deseos y hábitos, y con la fe y confianza en su
Yo superior que también representa la sabiduría. Esto dará ánimos, valor y conciencia
suficiente como para vencer el miedo y la duda. En cada uno de nosotros hay un
centro de poder y ese poder se adquiere cuando nos interiorizamos y trabajamos
consciente y voluntariamente a favor del Espíritu. Entonces, éste nos ayudará
fortaleciéndonos para que aprendamos a decir ¡No! A los deseos y hábitos negativos
de la personalidad, entonces será cuando nuestra
conciencia y nuestra voluntad sean invencibles.
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