Los creyentes ven en la ciencia algo lleno de incertidumbre, siempre tentativo, sujeto a revisionismo. Creen que la ciencia presenta un Universo enorme, complejo y escalofriante, regido por la causalidad y por leyes impersonales.
Ven a la ciencia como algo peligroso.
Esa es, en verdad, la gloria de la ciencia: que sea algo tentativo, lleno de incertidumbre, sujeto a cambio. Lo realmente lamentable es lo opuesto, tener una serie fija de creencias consideradas absolutas, que ha sido así desde el inicio y que no puede cambiar, y donde sencillamente no se presta atención a ninguna prueba evidente. Cuando los árabes tomaron Alejandría y le preguntaron al califa Omar qué hacer con la biblioteca, Omar respondió:
"Si los libros coinciden con el Corán, no son necesarios y pueden quemarlos.
Si no coinciden con el Corán, son peligrosos y pueden quemarlos".
Todavía hoy existen pensadores al estilo de este Omar, pensadores que creen que todo conocimiento debe ajustarse al de un libro: la Biblia, y se niegan a permitir que se conciba el menor error en él.
A mi modo de ver, esta actitud es mucho más peligrosa
que un sistema de creencias y conocimientos tentativo y sujeto a cambio.
EXTRACTO DE SER PENSADOR