Y si un día de pronto empezamos a mostrarnos y decimos no en vez de decir sí
para conformar y sí una mañana dormimos un poco más y no somos los primeros
en levantarnos porque el desayuno depende de nosotros... Y sí
dejamos el temor de lado y decimos : Aquí estoy, yo soy así, me gusta
esto o aquello y me cansan estas cosas, y tengo sueños, y
tengo ganas, y tengo ansias como vos...
Sería lindo que todos los seres humanos pudiéramos volver a la pureza de la
niñez...esa etapa de sinceridad estricta, de espontaneidad sin límites,
donde lo blanco es blanco y lo negro es negro y no hay lugar para buscar
grises que en realidad no existen, en pos de lo que sea... ese período
en el que no nos avergüenza llorar, ni tenemos reparos en reírnos;
sólo lo hacemos cuando lo sentimos...esa etapa donde no existen
las situaciones ni los momentos forzados, porque sólo respondemos
al gobierno de nuestro ser...ese período en el que no hacemos, por
nuestra propia cuenta, visitas de cortesía. Por nuestra voluntad
sólo estamos con quien queremos estar.
Esa etapa, ese período, esos momentos en los que somos
realmente auténticos...en los que somos auténticamente
nosotros: lo que queremos ser.
Pero el tiempo, la vida y la sociedad, contaminan nuestra esencia. Nos
hacemos más urbanos, más corteses...y menos nosotros. Nos hacemos
más amables, más políticos ...y más falsos. Recibimos en nuestra casa,
con una sonrisa, la visita de personas con las que no quisiéramos estar,
o que quizás en algún momento nos hicieron mal, por respeto a ciertas
reglas sociales o familiares...que no son nuestras reglas. Y quizás un día,
saturados de tanta apariencia y de tan poca esencia, queremos
rebelarnos...Pero no podemos..ya es tarde. Sentimos que no nos
quedan suficientes fuerzas para romper con todos los esquemas y dar paso a
nuestro verdadero ser... Entonces, nos limitamos a añorar y recordar esos
lejanos días en que el jugar y cantar por las calles era una demostración de
frescura y alegría, y no, como ahora, un inevitable temor a parecer ridículos.
Y a la vista de que con toda esa urbanidad, esas normas sociales,
esa simulación, ese permanente aparentar, esa espontaneidad anulada
o reprimida, el mundo anda como anda... ¿No sería
mejor que fuéramos auténticos?
Sospecho que sí...
Te invito hoy puede ser el primer día ...