La voluntad es una fuerza clave, tanto para la creación del universo
como para la actuación de cualquier ser o de cualquier cosa.
El hombre actúa por propia voluntad o sometido a la de otro hombre.
Y los seres de oleadas de vida posteriores a la nuestra actúan gracias a la
voluntad de sus espíritus-grupo. Pero también las innumerables oleadas de
vida que nos preceden están dotadas de esa fuerza. Todos, absolutamente
todos los seres poseen esa energía misteriosa, capaz de traer a la existencia
algo inexistente, sencillamente porque esa fuerza es la fuerza del Padre, el
primer aspecto de la manifestación del Absoluto, origen de todo y, cuya
manifestación llamamos el Ser Supremo. Porque, la nota-clave del Padre es
"Voluntad".
Si meditamos sobre ella, sin embargo, observaremos que la voluntad,
para funcionar, para producir sus maravillosos efectos, necesita de la
previa existencia de la imagen mental de lo que se quiere crear: No es
posible poner en marcha la voluntad para producir algún efecto si antes no
se sabe qué efecto se desea producir: No puedo pasear si no lo imagino
antes, ni puedo pintar si no sé antes qué quiero plasmar, ni puedo comer, si
no lo anticipo mentalmente.