Queridos amigos:
Procuraremos que el tiempo que pasamos juntos pueda ser de
utilidad.
Como comentando el “pensamiento del mes” tratamos, dentro de nuestro
entendimiento, lo que es la Piedra Filosofal, nos gustaría completar el tema, hablando
de la Palabra Perdida, o sea, la Palabra de Poder. ¿Qué se entiende por esto?
Para comenzar, todos conocen, por la Enseñanza Bíblica, cómo en la Última
Cena el Señor dio de beber el Cáliz, que representaba la Nueva Dispensación, una
Nueva Alianza que realizaba el Cristo con la humanidad, un nuevo Pacto. Siempre, con
la ayuda de los Cielos (y en este caso del Cristo), las condiciones y necesidades
humanas fueron cambiando a través de los tiempos. Para entender en qué consistieron
estos cambios, tenemos que repasar en parte el pasado, en que se cumplieron
finalidades precisas y que permitieron o posibilitaron las condiciones de hoy, y en que
la alimentación fue un factor.
La alimentación cooperó, de acuerdo a las condiciones existentes en las distintas
etapas, sirviendo de estímulo al progreso evolutivo; proceso muy largo, hasta alcanzar
el presente estado. Lo que queremos decir es que costó muchísimo y abarcó mucho
tiempo alcanzar las actuales condiciones, en que nos sentimos tan bien, que nos parecen
naturales, por la perfección y sabiduría Celeste empleada. Para apreciar debidamente lo
realizado con la humanidad y sentir la realidad y el valor de todo lo que disponemos,
conviene conocer en qué consistieron los cambios, para comprender, como
consecuencia, los tiempos que vendrán y las posibilidades extraordinarias que llegarán,
si hacemos méritos para merecerlas. La Enseñanza quiere alertarlos en este sentido.
Continuemos. El proceso primero fue totalmente inconsciente; la humanidad no
tenía conciencia del mundo material que se estaba preparando para servirle de ambiente
evolutivo, y al mismo tiempo que se le iba suministrando los medios o vehículos
necesarios, hasta alcanzar la etapa de hoy, en que hemos conseguido una sincronización
tan perfecta que ni la percibimos. Actuamos tan naturalmente, con medios tan eficaces
y extraordinarios, que hasta pasamos a desconocerlos, tan bien funcionan. Esa es la
realidad. Además de un continuado renovar de condiciones a través de los tiempos, para
que nuevas circunstancias y más perfectas pudieran tener lugar. Es así que se habla de
Adán, que fue el hombre primitivo, el primero, vamos a decir, pero que nunca fue un
solo hombre sino que abarcó el género humano de la época, y que estaba compuesto o
era de la misma tierra. Como eran los tiempos así, tan antiguos, no vamos a sospechar
que hablando de Adán como el hombre de la tierra, creamos que estaba compuesto de
las condiciones minerales de hoy, porque estas son el resultado de un proceso muy
largo, en el tiempo.
El primer cuerpo que tuvo la humanidad era constituido de la sustancia de la
época, que era, naturalmente, etérica; no nos debemos extrañar al decir que era de la
tierra existente, cuando el propio gas es mineral. Lo que interesa saber es que la
condición primera fue totalmente mineral y por consecuencia inerte, es decir:
composición que no tenía vida ni movimiento; era una situación completamente
estática, en que se sufría los impactos de las circunstancias y de otras humanidades
adelantadas, que imprimían en nuestra nueva ola evolutiva un impulso, que algún día se
iba a transformar en vida y poder, que hoy alcanzamos.
Pero en la segunda época se nombra a Caín como representante de ese tiempo,
ya con un cuerpo que tenía vitalidad; que se sustentaba con el vegetal existente, es
decir, con una sustancia también similar. Después de contar con el cuerpo denso que
iba a servir de base al cuerpo actual, se le vitalizó, se le dio vida, se le dio
funcionamiento y vitalidad y esa es la característica de la segunda época, simbolizada
por Caín. Dijimos que no es un ser sino que simboliza un conjunto de seres que están
evolucionando.
Todavía - y siguiendo ciclos cada vez más completos - surge Abel, que es el
Pastor; se simboliza como la tercera época, en donde se agregó un cuerpo de deseos,
estimulado ese cuerpo de deseos por una bebida, leche, vamos a decir, del reino animal.
Pero no sospechemos que Abel comiera carne, porque no era todavía el momento. El
cuerpo de deseos era suficientemente estimulado por la condición láctea del reino
animal.
Todavía, cuando se le acrecienta la Mente al ser humano, para completar el
conjunto de vehículos que iba a necesitar, el desgaste mental que destruye células, que
destruye tejidos, que hay que reponer con proteínas para reconstruir los desgastes que
produce la Mente, aparece el Nimrod, el gran cazador de que habla la Biblia, que ya se
alimentó a su igual, con carne. Fueron circunstancias.
Comienza la quinta época, la actual, la ariana, y la presencia del Cristo hace que
la modalidad ahora vaya cambiando. Nimrod, el cazador, se estimulaba con el vino,
producto de la vid, fermentado. El producto alcohólico no deja de destruir, de atraer la
muerte, de ser un veneno. No es una falla en las disposiciones. Fue apenas una
necesidad del momento. La humanidad, todavía más familiarizada con los mundo de
donde procedía, mundo espirituales, no se apegaba a las condiciones de la Tierra, no
conseguía aprovechar lo que el ambiente material le iba a ofrecer como medio de
progreso; en la actividad, el aprendizaje, las lecciones del medio ambiente van
exigiendo una mayor actividad y en la actividad viene la experiencia correspondiente.
La apatía existente hizo que se incluyera en la alimentación un medio de estímulo; el
vino adhirió a las condiciones materiales y la humanidad las vivió intensamente; de eso
no tenemos duda; asistimos a una realidad que sobrepasó todas las perspectivas. Pero
ahora un nuevo cambio tiene que producirse. Cuando el Cristo dio de beber a los
discípulos, dijo: Bebed de mi sangre, comed el pan de mi cuerpo. Pero en ningún
momento el Cristo bebió del fruto de la vid, porque Él no lo necesitaba. El no precisaba
ningún estímulo. Queremos recalcar esto: Él no precisaba ningún estímulo. Tiene un
significado totalmente diferente.
“Comed del pan que es mi cuerpo” porque Él iba a ser el Regente de la Tierra y
nosotros todos, no solamente los discípulos, íbamos a vivir de su sacrificio, en su
medio, en la Tierra, lo estamos haciendo. Estamos comiendo del pan de la vida que Él
nos ofrece con Su sacrificio. Y beber el vino representa vivir la vida que Él nos ofrece
nos transmite con su enorme esfuerzo. Esto no es simbolismo. Pueden ser las palabras
simbólicas, pero esto son hechos, son hechos que tenemos que conocer para
encuadrarnos en la realidad. Si. Si por un momento pudieran dudar, están todos los
hechos están los hechos bíblicos que explican la venida de un ser extraordinario que a
su paso hacía lo increíble y que termina mártir, en un sacrificio de abnegación, para dar
la última prueba de su bondad. Se simboliza como un cordero para mostrar un ejemplo,
la máxima exposición de tolerancia y bondad. Nuestro raciocinio nos dice: si realizaba
para los demás podía haber realizado para Él mismo. Se burlaron de Él diciendo: si eres
un enviado sálvate a Tí mismo. Pero ese es un entendimiento inferior, infantil; cuando
un gran ser actúa, actúa en medidas diferentes a las conocid as y a las generales. Por eso
hay que profundizar, hay que procurar estudiar, hay que procurar comprender que Él
propicia nuevas posibilidades. Se va desterrando ahora el vino como medida
conveniente, porque ya no va siendo más necesario. Queda el hábito, no hay duda, pero
el hábito se va perdiendo poco a poco con las nuevas costumbres.
Todavía, el desgaste de una vida material, dinámica, activa, y muy cansativa,
hace recurrir a bebidas estimulantes, pero eso es una etapa que irá quedando para atrás.
Poco a poco está habiendo una disposición a sublimizar los actos humanos. Aunque no
llegó la culminación. Al contrario, asistimos todavía a un mundo un poco en desorden o
muy en desorden. Pero a veces hay que desordenar las cosas para después arreglarlas
definitivamente. Entonces, aceptemos lo actual, pero imaginando lo futuro. Y lo futuro
es alcanzar esa Palabra Perdida, transformándola en una Palabra de Poder.
¿Qué hay que hacer par llegar a esa Palabra de Poder? Hay un método. Dijimos
que la Piedra Filosofal, en el tema anterior, se va construyendo por una alquimia interna
que va ascendiendo hasta el cerebro, calentando las dos glándulas, pineal y pituitaria;
hacen un puente que abre la visión y la posibilidad de partir para los mundos invisibles.
Es una posibilidad, aunque bastante distante para la vida común. Pero hay también en
ese proceso formativo, una consecuencia: va ascendiendo, como un tallo de una flor
que sube hacia el sol, va ascendiendo por ese mismo proceso hacia la laringe y
economizando cierta fuerza.
Cuando en ese proceso de sublimación de nuestros sentimientos vayamos
sintiendo la necesidad de ciertas economías, esas fuerzas en lugar de gastarlas mal, se
van economizando y van ascendiendo hacia nuestra cabeza y producen algo nuevo y
extraordinario: un nuevo órgano, etéreo, por cierto, se va formando. Cuando hoy
expresamos las palabras es un proceso muscular de combinación de la laringe, la lengua
y los labios, que con aire que sale de los pulmones produce un sonido. Pero la “nueva
palabra de poder” será posible cuando este nuevo órgano etéreo, por la economía de la
fuerza sexual se pueda formar; entonces la laringe, sin el esfuerzo muscular de ahora,
sino por el poder de ese nuevo órgano, irá emitiendo una palabra capaz de vida, capaz
de la palabra nueva que sería de poder, sería capaz de dar vida a lo inerte. Es una
posibilidad humana.
Los Querubines dijeron” vamos a hacer a la humanidad a igual y semejanza
nuestra”. ¿Qué son? Creadores. ¿Y por qué? Nosotros que luchamos y sufrimos,
nosotros que tenemos las mismas inquietudes de un Dios; Las mismas, porque un Dios
crea una ambiente enorme, pero en nuestro medio, nosotros también hacemos
esfuerzos, microesfuerzos, naturalmente, pero los mismos esfuerzos, porque estamos
siendo educados en los mismos principios: en principios creadores, que aún no
dominamos, pero que iremos dominado poco a poco. Entonces, si nos vamos
conduciendo dentro de nueva comprensión, en un nuevo entendimiento, iremos
haciendo algo en nuestro interior que se va formando como consecuencia. Es el órgano
de poder y también se habla simbólicamente, se supone unas bodas dentro de la
humanidad y su Salvador y entonces se dice: formar el órgano de poder y el cuerpo -
alma que permita vivir con conciencia, simultáneamente, las dos etapas, las material
que vivimos y la espiritual, que también vivimos durante la noche.
La Filosofía Rosacruz descubre hechos que pasan aún totalmente desconocidos,
pero que son enormemente reales. Vivimos en estos momentos las dos etapas, pero la
etapa de las horas de la noche transcurre solamente para restaurar un cuerpo físico.
Recuerdos se traen muy pocos, se traen vagos, ahora. Pero a través de una educación
continuada, metódica y cierta se alcanzará la otra posibilidad.
Cuando educamos a través de la enseñanza, - la enseñanza es eminentemente
intelectual, va a la mente, va a la razón -, educamos por medio de un conocimiento
lógico que va explicando hechos, que no siempre se pueden comprobar sino por las
consecuencias, por lo que disponemos. Aunque cierto mecanismo técnico se nos escape
aún, pero tenemos los resultados a nuestra disposición, que nos justifican, que nos
obligan a pensar que hay un proceso detrás que lo posibilita. Pero cuando decimos que
la filosofía procura instruir para ampliar el discernimiento, lo hacemos como un medio
y no como un fin.
La Institución Rosacruz procura, antes que todo, hacer cristianos místicos, antes
que intelectuales. Pero no es bastante ser un místico. Un místico es una expresión de
bondad, un místico es un idealista, un místico es un ser capaz del mayor esfuerzo. No es
bastante para nosotros. Nosotros queremos que el místico se eduque científicamente. La
sabiduría está en el saber dar, pero con la sabiduría correspondiente. No la desmedida
medida de querer dar sin el discernimiento y sin medir escándalos o consecuencias o
equivocaciones. Queremos que el místico se desenvuelva con capacidad, se haga
científico, actúe con saber. Tenemos también el que estudia intelectualmente, el que
busca el conocimiento para saber, para sentirse más seguro por sí y siempre para sí. Eso
tememos: no es nuestra finalidad. El frío intelecto es capaz de los más graves errores.
El frío intelecto, tenemos como ejemplo máximo, la última contienda mundial. La
última guerra se inició haciendo uso de ciertos conocimientos, que se aprovecharon
para hacer atrocidades. Se siguieron ciertos aspectos planetarios favorables, se
aprovecharon para destruir, para el mal. Eso es el peligro tremendo del frío intelecto.
El sentimiento nunca es capaz de llegar a ese nivel. Por eso cuando observamos
aspirantes a la luz que se supeditan nada más que al estudio por el estudio mismo y por
el conocimiento, tenemos enorme temor. Hasta nos apena que sea tan mal interpretada
la finalidad del estudio. El estudio sirve en la medida que ayuda a ser mejores, a ser
más útiles al conjunto, a servirnos unos a los otros. Pero nunca se llegará a esto que
estamos procurando exponer como una meta, además de la Piedra Filosofal, a alcanzar
la Palabra Nueva de Poder, sino sólo se puede alcanzar por la abnegación.
Hay seres que en parte la han alcanzado; hoy se consideran Auxiliares Invisibles
de la humanidad, porque no son visibles pero están auxiliando, están usando, en gran
parte, la Palabra de Poder; la están empleando para curar. Muchas y muchas curaciones
físicas del mundo, de enfermos que en determinado momento están en suma gravedad y
sorprendentemente realizan una cura, se debe a auxilios invisibles, se debe al uso de
esta palabra de poder que hoy expresamos como tema y como esperanza, que estamos
determinando en qué consiste. Hay auxiliares que hacen eso. Toda la humanidad podrá
llegar.
Cuando el Cristo pasó por la Tierra todo lo que hizo no fue improvisado; fue
dejar bases de enseñanzas y de posibilidades. Todavía Él llegó a afirmar que lo que Él
realizaba y más todavía iba a realizar la humanidad. Repetimos esto porque es una
promesa. Luego no sospechemos que pueda ser sin fundamento. Por todo lo que realizó
merece que su palabra se tenga en consideración. Aseguró que lo que Él realizaba, que
eran cosas extraordinarias, realizaría la humanidad. Porque como más de una vez
hemos dicho no nos veía como éramos, sino nos veía como íbamos a ser, lo que íbamos
a alcanzar a través del tiempo, a través de este trabajo que realiza la Tierra,
posibilitándonos en ella.
|