13. Y viniendo Cristo a las partes de Cesarea de Filipo, pregunto a
sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? 14. Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías,
o alguno de los profetas. 15. Él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy? 16. Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente. 17. Entonces, el Cristo respondiendo, díjole: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás;
porque no te reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos. 18. Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y
las puertas del infierno no prevalecerán contra ellas. 19. Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en
la Tierra, será ligado en los cielos. 20. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
(Evangelio según San Mateo, Cap. XVI: 13 al 20).
Representa un esfuerzo conseguir recordar todo lo que dicen estos pocos versículos,
de profundo . Vds. saben que ya los hemos comentado, pero como hay tanto para decir, y
como éstos versículos, aunque no parezca, tienen también vinculación con el pensamiento
del mes, vamos hoy nuevamente a hablar de ellos. Primero, observen cómo en la antigüedad sabían del renacimiento. Todos aseguraron que Cristo
era éste o aquel. Se equivocaban, pero manejaban la ley del renacimiento. ¿Lo comprueban?
No se equivocaban los discípulos. Los discípulos entre ellos,
sobre todo Pedro, dicen: Tú eres el Cristo.
Porque los discípulos no fueron elegidos al acaso, por casualidad. Todo lo que rodeó
al Cristo cumplió un plan; una plan para que Él tuviera la existencia que correspondiera,
y acompañado de seres que lo pudieran secundar y a quienes el Cristo les da las llaves.
Esto es lo más hermoso!. Las llaves son claves musicales, son encantamientos que abren
los mundos y los estratos; si, es magia. Pero no lo interpreten como la magia grosera
que se comenta por ahí. La magia es poder y lo que es poder “blanco”, es sublime y
superior. Tan sublime y superior, que el Cristo dice: Lo que tú atares y desatares así será.
Pero, ¿por qué? Porque las iniciaciones son poderes, y aquel que las alcanza tiene ganados
sus derechos; los derechos de hacer, per ¿de qué forma? Con la máxima responsabilidad.
Ven, amigos, ¿por qué la regla de esperar? Qué importa esperar, si el ser que se va
capacitando, algún día alcanza la posición de sentir y entender cómo debe de aplicar esos
poderes. Ese es el motivo de la espera. Pedro y sus compañeros fueron y recibieron medios
más adelantados de ascensión espiritual porque ya vinieron preparados, alcanzando llaves,
como dicen los versículos que acabamos de oír, pero que en verdad representan
poderes superiores. El Cristo preparó para la nueva dispensación a sus discípulos, y
entre ellos se destacó Pedro, que fue el que fundó la primera iglesia. Ahora, ¿por qué esto que hemos escuchado tiene vinculación con el pensamiento del mes?
Porque el Cristo dice: Petrus - Piedra. ¿Qué había hecho Pedro? Había realizado la tan
ansiada alquimia espiritual, la ansiada transformación interna, que es a la piedra a que nos
estamos refiriendo, que él llegó a elaborar. El llegó a elaborar lo que todos tienen la posibilidad
de alcanzar, que a nadie le es negado: hacer del interno un santuario; y la iglesia superior
no es solamente la que se levanta con paredes materiales, sino también
la que se levanta dentro de cada ser. La enseñanza Rosacruz es eminentemente intelectual, con la esperanza de que llegue a
despertar el corazón. Hay una decepción inmensa con la humanidad, porque la humanidad
desenvuelve el entendimiento cada vez más, con suma facilidad, podemos asegurarlo, pero
no acompaña con el sentimiento correspondiente. Y tienen que saber que el entendimiento,
la intelectualidad, la capacidad de pensar, son medios de que se dispone para que el
crecimiento espiritual sea alcanzado solamente por el sentimiento.
Cuando decimos que queremos formar místicos - científicos, es porque no tenemos
ninguna duda que todos se transformen fácilmente en científicos, pero observen que
anteponemos el misticismo como la necesidad más imperiosa y urgente. A ese respecto
hay enorme dificultad. Sabemos que intelectualmente podrán alcanzar todos los
conocimientos que es posible alcanzar. Pero esos conocimientos no los van
a transformar. Al contrario. Se corre peligro de que crean que porque conocen,
ya hay progresado. El esfuerzo del movimiento Rosacruz y el motivo de que se haya
impulsado como medida para el mundo, es que fracasados todos los demás
métodos se intenta que la persona comprendiendo, entonces desenvuelva ese
misticismo de que hemos hablado, ese sentimiento que aproxima, que acerque
unos a otros. Pero sabiendo Vds., que acompañan la enseñanza de tiempo,
con interés, con esfuerzos - a veces con tiempo inclemente vienen, acompañan - por qué
esperar a que sea el entendimiento que les abra puertas, que Vds. pueden abrir
inmediatamente, si están dispuestos a ese cambio interno. No más el engaño
de la materialidad ni de la separatividad, que es totalmente necesario para el
desenvolvimiento individual, pero que solamente es una apariencia. No somos
entidades separadas. Como las hojas de un árbol, no pueden creerse separadas,
cuando tienen vida porque hay una savia que a todas les da vida y las mantiene
unidas. Esa es la realidad. Eso es lo que queremos imprimir en Vds. eso es lo
que pretendemos. Queremos que se descubran a sí mismos: hagan lo que
hizo Pedro, hagan los méritos que hicieron los Apóstoles, hagan. Los Apóstoles
son Vds. mismos, si quieren serlo; es nada más que querer. Pero no desenvuelvan
ni orgullo, ni vanidad, ni todas esas cosas inútiles que son como anclas, que no
dejan ascender. Desenvuelvan sentimiento, sean - como una expresión que nos
quedó tan grabada, tan bonita y hermosa que es - “sembradores de
armonías”. Vean, tendríamos que agregar a nuestras finalidades este lema.
Queremos ser sembradores de armonías, queremos ser sembradores de bien,
de bondad y de unión. Estaríamos trabajando para tres o en tres sentidos: para
nosotros mismos, que evitamos muchos errores comunes; estaríamos trabajando
para los demás, porque si hacemos algo de bien, alguien tiene que alcanzar ese
bien; así que ya son finalidades. Pero la tercera y la más importante, o la más grave:
el Cristo está encadenado a nuestros errores; si Él sirve a la Tierra es porque la
Tierra necesita una depuración, un mejoramiento, un cambio, año a año.
Estamos conscientemente encadenando a un excelso Ser que espera que con
el transcurrir del tiempo, muchos, muchos seres que ya van sintiendo esta
situación ocupen su lugar y lo liberen. Quiénes deben ser esos seres, si
no todos esos conjuntos que existen por el mundo buscando ser mejores?.
Acompañemos esos conjuntos. Acompañemos de la forma más modesta, de
la forma más humilde; que no se confunda nuestras ansias por mera gloria,
como dice el pensamiento del mes, o por vanidad, porque nada conseguiríamos
realizar, nada conseguiríamos adelantar. Pero si lo hacemos porque sabemos
vivificar dentro de nosotros sentimientos de verdadera nobleza, de verdadera
abnegación, entonces sí estaremos poco a poco formando parte
de un conjunto, que en ese sentido procura superarse. Amigos, vamos a hablar por los enfermos del mundo, como es nuestra finalidad, pero
siempre decimos algo, previamente, como lo que acabamos de hacer con la finalidad
de vigorizar nuestros propósitos y nuestra disposición. Y no se sientan solos.
Siéntanse muy acompañados, porque como los Cielos precisan que la Tierra, o
los seres humanos, correspondan a toda la labor que ellos realizan, entonces,
naturalmente, aquellos bien intencionados son los que están siempre más
acompañados, impulsados a persistir; porque todo aquel que sea bien
intencionado, en el fondo es una promesa, es una esperanza, que ellos procuran
robustecer con ese amor de que los cielos son la máxima expresión. No ocultamos que al decirles esto, estamos vibrando en ansias, para que todos
sientan lo que creemos que les hará adelantar mucho! Haremos nuestra oración, oración simple porque no pretenderíamos decir palabras
bonitas, cuando nos dirigimos a nuestro Padre de los Cielos, que tanto, tanto os
conoce. Pero, dentro de lo que sentimos, de lo queremos aspirar para que el dolor
del mundo vaya reduciéndose y vaya dando lugar a la serenidad y
el bienestar de todos, podemos decir: Dios de los Cielos, Tú que siempre esperas por nosotros, como los que te secundan
también esperan, y a veces tengan que tomar medidas para que reaccione el conjunto
humano, como la enfermedad, el dolor, o el sufrimiento, para que tengan la
virtud de remover la apatía, la incomprensión, el error, Señor de los Cielos, nuestro
ruego es que todos podamos sentir finalmente nuestra verdadera realidad y
nos pongamos por encima de todo lo que sea error. Rogamos, Sí, por los
hermanos que transitan por los senderos del mundo, dominados totalmente por
necesidades materiales, no buscando la verdadera finalidad anímica y
envolviéndose en circunstancias que después se transforman en lo que conocemos
como quebrantamiento de la salud, u otros males, que aunque no sean físicos,
igualmente producen dolor. Por esos hermanos, por esos compañeros pedimos,
Señor, que Tú luz derrumbe las barreras que nosotros mismos creamos.
Que Tú luz, que es expresión de amor, conmueva las fibras más internas
nuestras y alcancemos lo que Tú esperas; lo que Tú esperas, desde el día
que haz puesto en marcha el plan divino, de crecimiento espiritual. Por todos
los enfermos del mundo, por todos los que sufren rogamos y pedimos
Tú misericordia, Señor, para que se alivien. Y si algunos amigos nos piden
recordar su nombre, lo hacemos con el mejor sentimiento que somos
capaces, deseando que éstos nombres que vamos a escuchar comprendan
a todos los que en el mundo, por más lejanos que estén de nosotros, lleguen
a ser comprendidos también, sin excepción, porque no
nos sentimos separados de nadie. Amén.
Señor, nombres, muchos nombres, pero hermanos todos, que
rogamos y les deseamos el mayor bien. Amén. Para finalizar, nuestro saludo querido:
“Que las rosas florezcan en vuestra cruz”.
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
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