No es muy corriente que la gente se pregunte ¿Qué puedo hacer para que mi mente
deje de pensar y de responder a las sensaciones que recibe? Pero si decide buscar
la respuesta y lo hace por medio de la meditación, seguro que tarde o temprano
llegue a la conclusión de que tiene que conseguirlo
por medio del uso de la voluntad para
concentrar la mente en el aquí y en el ahora, es decir, que debe ponerse en el puesto
del verdadero Yo y disciplinar su mente para que esté el mayor tiempo posible
callada y solo piense y responda cuándo y cómo él quiera. Sí, es este Yo el que
cuando quiere encontrar la paz mental y la quietud interior deja de pensar y rompe la
larga relación neuronal desconectándola de la
red cerebral. Entonces y si verdaderamente
sabemos controlar la mente por medio de la voluntad, nos quedamos en una posición
de observadores conscientes pero libres de sentimientos, deseos y pensamientos.
En esos momentos y durante el tiempo que queramos, ya no somos ese no-yo o
personalidad influenciada y guiada por los patrones y las conexiones de la red
neuronal, sino que somos el Yo desnudo haciendo de observador pero sin
voluntad de comunicación con lo observado.
Si queremos hacer una correcta meditación debemos concentrar la mente para
relajarla y hacerla silenciar, porque cuanta más relajación mental más profundidad
se alcanza respecto al objetivo de la meditación. Pero tan importante como eso es la
concentración y el control mental frente a las sensaciones y distracciones
internas y externas que nos llegan, porque si no se hace así no llegaremos a
desconectarnos del no-yo que siempre está pensando en pasado y removiendo
lo que no nos ayuda en nada. Desarrollar la atención consciente es concentración
pero si queremos ser conscientes aquí y ahora de dónde y cómo se mueve la mente
y cómo dominamos nuestros diferentes cuerpos: 1º.- Deberíamos relajar el cuerpo y la
mente; 2º.- Deberíamos evitar fijarnos en las sensaciones y distracciones de la mente
para que no causen ansia ni tensión; 3º.- Deberíamos hacer de observadores de la
mente para disciplinarla, porque gracias a la atención voluntaria y libre de interferencias
en general es como se consigue la unificación progresiva con el Alma o Yo superior.
Si cuando queremos mantener la atención constante como observadores para evitar
los obstáculos y las distracciones que entorpecen la comunicación con nuestra Alma
surge una distracción, la respuesta de la mente es inmediata con tal de indagar o de
razonar lo que sea. La mente suele estar descontrolada y no quiere que la dirijan
sobre lo que tiene que pensar, por eso, cuando la atención consciente sobre
ella se debilita, vuelven a interferir las sensaciones y los recuerdos del
pasado, de ahí la necesidad de control constante hasta que aprenda a callar.
Sin embargo, aunque esas interferencias y sensaciones sean obstáculos tienen algo
positivo y es que nos muestran dónde o a qué estamos apegados por medio de
su atención. Apego es creer que somos la sensación, la distracción o el
pensamiento, simplemente porque nos gusta o porque deseamos que sea así.
Las sensaciones y distracciones surgen de los patrones creados por las acciones y
pensamientos del pasado, y cuanto más apegados hayamos estado al mundo físico y
a nuestros deseos, sentimientos y manera de pensar, más nos costará concentrar
la mente para que no se distraiga o sea vencida por esos obstáculos. Lo que vivimos
en el presente es la semilla del futuro, por eso, si nuestra atención es constante sobre
nuestra mente, sobre los sentimientos y deseos y sobre el mundo externo con la
intención de ser dueños de todo y actuar de forma voluntaria y consciente según los
dictados del Alma, entonces nuestro futuro estaría libre de karma y de muchas
ataduras. Si, una vez alcanzada la paz interna aunque sólo sea por unos momentos,
en vez de vivir en esa realidad temporal pero intensa, nos dejamos llevar por las ideas,
deseos e intereses materiales del no-yo, nos complicaremos
la vida y solo obtendremos sufrimiento.
Cuando alguien impone su voluntad sobre la personalidad, a la vez que elimina las
distracciones y sensaciones, por mucho karma que tenga, siempre estará en la paz
del Alma. Cuanto más se desea o se piensa en algo y cuanto más se distrae
uno con las sensaciones internas y externas y con la mente instintiva, más
ansia hay y más problemas surgen. Nuestra vida debe ser relajada física y
mentalmente y para ello debemos reconocer las tensiones que surgen de las sensaciones
porque son las sensaciones las que producen ansia; es decir, no debemos
identificarnos con las sensaciones como normalmente hacemos cuando decimos
“soy yo”, “es mío”, “me gusta”… Cuanto más interesados estemos en algo ajeno al
Alma más fortaleceremos ese algo y más actuará contra nosotros, si queremos
liberarnos de la personalidad para identificarnos con el Alma debemos tener la
consciencia en el momento presente ─no en el pasado ni en el futuro─ y
actuar con buena voluntad y discernimiento.
Es necesario practicar la observación atenta de las impresiones externas
y las respuestas de nuestros instintos, deseos y sentimientos y muy
especialmente de nuestra mente para ver cómo va de un asunto o hecho
a otro, esto es la “atención consciente” Si queremos limpiar la mente tenemos
que dejar pasar las distracciones que atraen la atención de la mente y no tener
expectativas de futuro como tampoco remover el pasado. Lo importante es
vivir el aquí y ahora presente y poner nuestra atención sólo en lo necesario para
cumplir responsablemente con nuestros deberes y en las cosas del Espíritu; esto
es, el amor al prójimo, la fraternidad, la colaboración con todo ser viviente, la
compasión y la generosidad con todo lo manifestado como parte de ello que somos.
La concentración-meditación debe ser constante, sea lo que sea lo que estemos
haciendo, pero debe estar siempre hecho con el corazón y teniendo nuestros
más elevados ideales siempre presente. La “introversión consciente y voluntaria”,
como podríamos llamar a esta técnica de desarrollo espiritual, nos hace
conscientes de la experiencia interna porque analizamos las sensaciones y las
distracciones de la mente separando unas de otras e imponiendo la voluntad
espiritual del verdadero Yo sobre todo lo observado. Así vemos la naturaleza de
estos obstáculos y la manera en que intentan condicionarnos y crear tensiones
en nuestra vida y en nuestros cuerpos. Al hacernos conscientes de todo esto
obtenemos fortaleza para detener esas influencias externas y para dejar de
pensar a voluntad, lo que nos facilita una expresión total de todos los cuerpos
en el más elevado sentido de la espiritualidad.
|