La Sagrada Familia permaneció tres años en Egipto. Muchas y muy hermosas
son las leyendas concernientes a la vida y obras del joven Jesús, durante aquel
tiempo. Estaba en tal sintonización con la Mente Una, el inmanente poder de Dios,
latente en toda cosa creada, que, lo que quiera que tocase o mirase, quedaba imbuido
de nueva y vibrante vida. La leyenda narra que modelaba pájaros de barro que
comenzaban a vivir y echaban a volar cuando les imponía las manos. Curó leprosos e
hizo que los lisiados caminaran y que los ciegos vieran, y arrojó de muchos las
entidades obsesoras. En todo momento y en todo lugar, Su presencia era una
bendición para todos a quienes se acercaba.
Concluidos los tres años, la Sagrada Familia retornó a su hogar de Nazaret.
Luego, como era su costumbre, María y José fueron a Jerusalén para la Pascua. Para
entonces, Jesús había cumplido ya los doce años, así que lo llevaron con ellos.
Cuando los días de fiesta terminaron, emprendieron su viaje de retorno. Al detectar
la ausencia de Jesús, pensaron que estaría con los demás niños de su grupo; pero,
cuando llegó la noche y no lo encontraron, regresaron a Jerusalén a buscarlo. "A los
tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores". ¡Cuánto
ocultan estas palabras, y cuánto revelan!. En los antiguos Misterios, las ceremonias
de la Iniciación se extendían durante tres años, y la Iniciación siempre estaba
relacionada con el Templo. Jesús había alcanzado la edad que marca el nacimiento
del cuerpo de deseos o cuerpo astral. Como su deseo era la pureza en sí, ésta
emanaba un aura dorada que hacía que, hasta los sabios, se maravillasen de su brillo.
Jesús volvió a Nazaret con sus padres y les fue obediente. "El niño crecía y se
desarrollaba fuerte de espíritu y lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con
Él".
Desde los dieciocho hasta los treinta años, enseñó y sirvió. En muchos países
todavía se cuentan historias de un encantador joven Maestro que ejecutaba trabajos
milagrosos y "exteriorizaba una sabiduría tal, que nunca antes había sido accesible a
las mentes humanas". Desde China, Egipto, Babilonia, India, Grecia, Persia y otros
países, en los que existían Templos de Misterios, llegan esos relatos admirables. "Y
Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres".