El Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Reina-Valera, 1960). Esto nos muestra claramente cuál es el camino que Dios nos dio, cuál es la verdad que El nos entregó y cuál es la vida que nos impartió: es Cristo. Cristo es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Por medio de El vamos al Padre. Todo lo relacionado con Dios es Cristo, Su Hijo. Es por eso que nuestro Señor dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. El Padre sencillamente nos dio a Cristo, no un cúmulo de virtudes separadas de El. Con mucha frecuencia en nuestra experiencia espiritual vemos y palpamos solamente cosas, las cuales no pasan de ser terminología y letra, y carecen de verdadero valor.
Que el Señor nos abra los ojos para que conozcamos al Hijo de Dios. Lo que caracteriza la fe cristiana y su fundamento es que toda su profundidad y sus riquezas están contenidas en el conocimiento del Hijo de Dios. Lo que cuenta no son los métodos ni las doctrinas ni el poder que tengamos, sino cuánto le conozcamos a El. Si le conocemos, hemos hallado el camino, la verdad y la vida. Nuestro poder procede de ese conocimiento. Dios nos dio a Su Hijo, no un sinnúmero de virtudes aisladas. Lo que verdaderamente cuenta para Dios es que conozcamos a Su Hijo. Examinemos lo que significa “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.