"Ser humilde no consiste en rebajarse constantemente diciendo: «No soy nada, no valgo nada.» La verdadera humildad consiste, en situar en uno mismo a la Divinidad en primer lugar; para que manifieste todas sus virtudes y todas sus riquezas. Pero ¿cuántas personas son capaces de comprender ésta verdad? Y como no la han comprendido, terminan alzándose ante el Señor; hasta el punto, de querer ocupar Su lugar. Pero entonces, es cuando se empequeñecen y se borran hasta desaparecer.
La grandeza de una criatura tan imperfecta; como lo somos los seres humanos, está en comprender que, a pesar de las insuficiencias, puede hacer maravillas a condición de poner al Señor en primer lugar en su cabeza y en su corazón. Sin el Señor, no se puede ir muy lejos; haga lo que se haga, lo que nos lleva a seguir siendo un humano y mediocre. Esto es lo que debemos comprender y hacer; para que el Señor penetre en nosotros, se manifieste a través nuestro y nos tome a su servicio. ¡Ésta es la verdadera humildad!"
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