GRACIAS AL PODER DE DIOS EN NOSOTROS DISFRUTAMOS DE SALUD Y PLENITUD
Tenemos una chispa de divinidad en todos nosotros.
Una luz sanadora que vivifica cada célula, tejido y órgano de nuestros cuerpo-templos.
Así como una chispa ilumina la llama de una vela dando luz a una habitación, así la chispa de la divinidad enciende en nosotros un poder sanador que no conoce límites.
Es activa, vital y poderosa, obra en nosotros todo el tiempo y es parte de quienes somos.
Visualicemos que ese poder sanador divino nos llena y nos fortalece en mente, alma y cuerpo.
Y nos vemos sanos.
Respiramos profundamente, soltando al exhalar las toxinas de nuestros cuerpos.
Mantenemos en nuestras mentes solamente pensamientos que afirman nuestra vida.
Al hacer estas cosas y más, somos Uno con la Luz Sanadora de Dios que nos renueva y revitaliza constantemente.
"El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8:12)
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