por Casi la mayoría de los astrólogos no siguen estos principios; el que lo hace con el
único fin de asesor cuando invertir dinero, viajar o firmar documentos no está practicando la
magia blanca. Contrario sensu, el mago blanco predecirá a quien lo consulte cuando podría
sufrir una tentación o revés de orden moral o espiritual para que pueda saber reaccionar por
propia voluntad y sabiduría, ya que la magia blanca nunca interfiere con la voluntad de otras
personas. Y deberíamos de saber que la magia blanca comienza con el dominio propio, la
negra con el dominio de los otros. Los que practican este tipo de magia, evidentemente son
ignorantes, por más que aseguren que son conocedores de sus artes, ya que si fuera esto así,
jamás lo realizarían por las consecuencias que en esta y otras vidas le acarrearía. La
ignorancia es sinónimo de pecado y tinieblas.
Para llegar a la realización del Bien, debemos estar inspirados sin duda alguna por la
fuerza incontenible del Amor. Debemos de buscar en la quietud de nuestras conciencias la
gran fuerza, capaz de sobreponerse a todas la vicisitudes y dar consistencia inquebrantable a
la fe y al amor que vencerán toda flaqueza y debilidad humana, transportándonos por el
sendero del bien.
El Amor será el único triunfador; el Amor es un sentimiento que se expresa en
benevolencia para todos y se manifiesta en acción constante, en servicio al prójimo, amar es
sentir con hondura en el corazón y practicar con sinceridad el bien y el servicio. Con cada
acto de Amor damos algo de nosotros mismos, de nuestro espíritu, y esto es lo único que
cuanto más se gasta y prodiga, más se engrandece.
Para hacer el bien y comprender su acción debo decir que no hay que vivir
teorizando sino que debiéramos ser objetivos, prácticos y muy inteligentes. A este respecto,
dice Max Heindel que si una estufa hablase y se dirigiese a un grupo de personas con mucho
frío, para exaltar las bondades del calor y ella misma no estuviese encendida y llena de
carbón, sus palabras sonaría huecas y lejos de remediar la situación, aumentaría los
sufrimientos de los oyentes, con la idea de un bien imposible. Por lo cual recomendamos no
ser tan pródigos con las palabras y tan mezquinos con los hechos, porque con ellos es como
se contribuye a desequilibrar a la sociedad.
“Si la luz que hay en ti es oscuridad, cuán grande es esa oscuridad.” Es el Cristo
Interno el que es el Primer Iniciador. La entrada al Sendero del Bien ha de buscarse dentro,
no fuera, pues es un estado de conciencia exaltada. Pero una vez que se alcanza esa
conciencia, el Sendero es objetivo. Nuestra conciencia no sólo debe trascender los cinco
sentidos físicos, sino que debe trascender también el psiquismo ordinario. Para ser Mago
Blanco, debe haber traspasado el foco de su conciencia de la personalidad a la
individualidad, el Ego inmortal y siendo esta conciencia abstracta es capaz de aprehender las
cosas del espíritu que no tienen manifestación en los planos de la forma.
Al haber transferido el foco de su conciencia de la personalidad a la individualidad,
le son por lo tanto perceptibles cosas que están escondidas al hombre ordinario. Vive en una
evolución, no en una encarnación, y consiguientemente todos sus valores son cambiados.
Puede ver profundamente el reino de la causas, percibiendo hechos que fermentan en los
planos internos mucho antes de que se hagan manifiestos en el externo; por lo tanto tiene el
don de la profesía. Viendo las causas, puede a menudo controlarlas. Operando sobre los
planos superiores, que actúan como niveles controladores para los planos inferiores, puede
equilibrar fuerza contra fuerza arrojando su voluntad en la balanza; y cambia así la emisión
de sucesos sobre el plano físico.
Bien sabemos que debemos enfrentar, no digamos ya la incomprensión de quienes
simplemente nos observan, sino también a veces, la de aquellos que reciben el beneficio de
nuestra acción; no obstante, el deber está en hacer el Bien, ya que sobre todo, desde nuestro
este punto de vista rosacruz cristiano, comprendemos que la vida es una constante
realización del Bien. La vida es una suerte de agregado de oportunidades, y siendo ello así,
es bueno que aprovechemos cada una de ellas para realizar todo el bien posible.
Hasta el momento, somos en general más deudores que acreedores en nuestros
destinos y cuanto más claramente se afirme en la conciencia de cada uno la existencia de esa
deuda sagrada, se comprenderá mejor el deber que tenemos que cancelarla en la única forma
posible de hacerlo: mediante el servicio desinteresado y amoroso a la humanidad.
Servir con Amor es la palabra de Ley a la cual debemos ajustar nuestra conducta,
pues el servicio para ser verdaderamente tal, debe estar santificado por el Amor, que es la
fuerza que retempla en ánimo para llegar a cualquier designio superior. “El Amor os
liberará” dijo el Maestro pues, cuanto más se prodiga, más se reproduce, en lo cual se infiere
que si tenemos Amor para todo el Mundo, el mundo entero estará a nuestra disposición
prodigándonos Amor. Ralph Waldo Emerson dijo: “El mundo entero ama a un amante”.
El estudiante Rosacruz adopta como nota clave de su vida: el Servicio Desinteresado
y se educa en la actividad conciente y beneficiosa, persiguiendo un fin bien determinado: la
conquista del propio bien, mediante la del bien ajeno. Ningún esfuerzo en el sentido del bien
se perderá sin dar su recompensa, pero es indispensable intentarlo. Dios da alimento a los
pájaros, pero no se lo lleva al nido, el ave tiene que buscarlo.
Como ejemplo, la vida del Maestro Jesús el Cristo es una fuente inagotable de ellos en
que inspirar nuestros actos. Él que no tenía nada que dar, se daba a sí mismo a la humanidad
y sus labios no se abrían más que para bendecir. Si bien entendemos que no podemos llegar a
tanto y a tan alto, no por eso dejemos de intentar el esfuerzo, que lo contrario sería cumplir
mal y faltar a nuestro deber.
Es este deber que nos indica imperiosamente con fidelidad la ruta trazada por el
Divino Maestro, esa verdadera síntesis de armonía, que es la doctrina Rosacruz Cristiana, en
la que con una lógica admirable, se amalgama la Religión y la Ciencia, y se explica con
inobjetable claridad el porqué de los hechos que ocurren en el mundo. Es la verdadera
religión demostrada, que se nos dejó como preciosa herencia y se puso en nuestras manos
para que tomándola como una bandera del Bien, la leguemos a nuestra vez, con la misma
pureza con la que hemos recibido, a nuestros continuadores, como reconocimiento al
Maestro.
A pesar de todo el mal y egoísmo que se percibe, el mundo fue creado por el Amor, y
por el Amor y el Bien será redimido, gracias a ese sentimiento primordial, podremos
ponernos en armonía con todo lo existente y elevarnos hasta Dios. ¿Cómo podría la raza
humana evolucionar si no pudiese extraer las fuentes inagotables del Bien, las fuerzas que le
permitan remontar el curso de la vida para ascender a las serenas cumbres de la perfección?
En realidad la vida está regida por el Amor y el Bien. Todo está movido por esa
suprema energía, y por consiguiente, nada ni nadie puede sustraerse a su ley inmutable. El
universo está saturado de Amor y del Bien, la energía que los impulsa, las substancias que las
compone y lo que determina su acción consecuente. Conocemos como el mal, en todos sus
aspectos, es la transgresión de las leyes naturales.
El odio es una de las peores expresiones del mal, ya que es un sentimiento negativo y
pernicioso opuesto a la ley de la bondad y del Amor y está todavía tan profundamente
arraigado a en la conciencia humana. Debemos pensar que en muchos casos su presencia no
es más que un anuncio de la proximidad del bien, tal como la negra noche es un anticipo de
un nuevo y brillante día.
Siendo tan negativo este sentimiento en todas sus manifestaciones y consecuencias,
parecería inexplicable el señorío que ha sentado en el corazón de la mayoría de los hombres,
aún conociendo el mal y sus funestos resultados; apena ciertamente pensar, en la ignorancia
y debilidades humanas, que parecen no tener límites para justificar tal anomalía.
El Bien que representa el Amor y la Armonía, en un futuro acaso demasiado lejano
aún, pero hacia el cual se dirige inexorablemente la evolución de nuestra especie, será el
sentimiento normativo de nuestras acciones; y el mal respresentado por el odio y otras
manifestaciones del mismo, que es su contraste, es el que engendra el desequilibrio. Es por
consiguiente el choque de las pasiones y la violencia en todos sus aspectos y este estado
dominante en el mundo de nuestros días, impulsa a los pueblos, a pesar del horror que
sienten a considerar posible e incluso a prepararse para la guerra nuclear.
La guerra no es más que una expresión dolorosa de esa parte negativa del
sentimiento del Mal que es el Odio, es el olvido de la Ley del Amor y del Bien, que tiene
sumida a la humanidad en constante preocupación y miedo. Por ello, es necesario
reaccionar, esforzándonos por despertar la conciencia a la realidad, enfocando la vida desde
un punto de vista optimista y positivo, pues lo negativo como el odio y el vicio, rompen la
armonía del vivir con su secuela de dolor y sufrimiento.
Más poderoso que cualquier bomba nuclear es el Amor, la primera Ley de Dios y que
transgredir esa Ley es caer en el mal. Armonizar nuestra conducta con ésta ley primaria de la
vida es la única forma de robustecer el bien en el mundo, el bienestar espiritual, y siendo el
espíritu real y eterna del ser, sus cambiantes estados se reflejan hasta en el aspecto físico, ya
que el físico no es más que el instrumento de expresión o manifestación del Espíritu.
Si nos detuviéramos a meditar sobre de los aspectos más interesantes de la ausencia
del Bien, sobre la fealdad, desde el punto de vista estético con toda seguridad rectificaríamos
nuestra conducta y trataríamos por todos los medios de que nuestras acciones se inspiren en
los sentimientos y conceptos más elevados como la caridad, la simpatía, la benevolencia, el
altruismo, etc., que imprimen a la personalidad esa soberana distinción, propia de un gran
alma o mahatma como se dice en hindú.
Todo lo que hay en el mundo de ingrato u horrible obedece a la ausencia de Amor, lo
mismo puede decirse del Bien y del Mal, en cuanto se refiere a la faz moral. El Amor
dulcifica, suaviza, perdona, inspira acciones nobles de acercarnos en afán de ayuda a
nuestros semejantes; y en lo intelectual, en el dominio de la razón. En cambio sabemos que el
Odio como una de las expresiones del mal turba la mente, como si se le pusiese un velo muy
pesado y espeso que nos impidiera el claro raciocinio, el análisis sereno y la justa
comprensión de los hechos y las cosas. Podría uno adquirir toda suerte de conocimientos y
estar en posesión de infinitas riquezas materiales, pero si todo ello no está santificado por el
Amor y ennoblecido por la práctica del bien, no será más que vanidad, ilusión, pura
hojarasca a merced de todos los vientos.
Existe dentro de nuestro MicroCosmos un manantial inextinguible de Luz, Amor y
Bien, sólo nos falta abrir el corazón a su clara corriente para que fluya con caudal inagotable
esa fuente de vida, verdad, belleza y se deslice la existencia a través de esa corriente diáfana y
pura, cual quería San Francisco de Asís. Lejos de sustraernos a las corrientes de la vida,
debemos tomar posición en ella para ofrecer al mundo toda nuestra capacidad de esfuerzo en
el buen obrar para que cada uno de nosotros realice, aunque sea en parte el ideal de un
mundo mejor. La paz que nuestro Señor el Cristo dio a sus discípulos se las otorgue a todos
ustedes....
Queridos Hermanos/as que las Rosas florezcan sobre vuestra cruz.
Autor:Miguel Achucarro
http://www.frarosacruzpy.org/
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