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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 28/01/2012 22:22

 

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Introducción.

El Sermón de la Montaña iba dirigido exclusivamente a sus discípulos. Algunos
de ellos tenían ya experiencia evangelizadora, otros no.
que formaran un círculo en torno a él, y el Maestro puso sus manos sobre la cabeza de cada
apóstol, empezando por Judas Iscariote y terminando con Andrés. Jesús pronunció una
breve plegaria dirigida al Padre, suplicándole que amara y acompañara a los doce, cómo lo
 había amado y acompañado a él.Los apóstoles permanecieron en silencio profundamente
emocionados. Pedro fue el primero en levantar los ojos hacia el Maestro y abrazarlo.
Sucesivamente abrazarían a Jesús uno a uno. La escena estaba rodeada de un gran
 silencio físico, pero espiritualmente se sentía la presencia de una multitud de seres
celestes cantando y contemplando desde lo alto, la escena sagrada en la cual el enviado
divino traspasaba a los hombres, la responsabilidad de la promulgación del Reino.Los
 doce apóstoles serían el fermento del Mundo de Dios en la tierra y cada uno aportaría
almas al reino, incluso Judas, el Traidor, por que muchos son los hombres de este mundo
 que necesitan pasar por la experiencia de la traición, para que sus ojos sean abiertos.
Todos volvieron a formar un círculo alrededor del Maestro, quien se expresó de esta
 manera; “Bienaventurados los pobres en espíritu ya que de ellos será el Reino de
 los Cielos”.En esta breve narración encontramos la descripción de una de las mas
 importantes facetas de los Misterios Cristianos, en la cual vemos enaltecidos los valores
contrarios  a los que la sociedad profana suele proclamar, enseñándonos así , que el Reino
 Divino es la otra cara de la moneda de esta sociedad humana.
 
PRIMERA PARTE.
Pedro Ouspensky, en su obra “Un nuevo modelo del Universo”, en el capítulo correspondiente
 al “Cristianismo y el Nuevo Testamento” nos expresa lo siguiente; para poder empezar
a comprender los Evangelios y la doctrina evangélica, es necesario primero, comprender
lo que significa El Reino de los Cielos o el Reino de Dios.Estas expresiones son la
clave para la parte más importante de la doctrina evangélica. Nada puede entenderse,
si primero no se comprende su significado. Porque estamos tan acostumbrados a la
interpretación eclesiástica común, según la cual el Reino de los Cielos significa el
lugar o el estado en la que las almas de los justos se encontrarían después de la muerte,
que no nos imaginamos la posibilidad de otro significado.El Evangelio dice; “Y preguntado
 por los fariseos cuándo había de venir el Reino de Dios, les respondió; El Reino de Dios
 no vendrá con advertencia: ni dirán, helo aquí o helo allí; porque he aquí que el Reino
 de Dios dentro de vosotros está”. (Lucas  XVII-20.)El Reino de los Cielos es un estado
 o condición interior, y no un lugar exterior. Es un estado de desarrollo íntimo  que el
hombre puede alcanzar. No es una cuestión de tiempo o espacio, o de cuándo o de
donde, pues se encuentra por encima del hombre y siempre como una posibilidad
superior de sí mismo.Las palabras del Evangelio, “El Reino de Dios está en vosotros”,
 suenan en nuestros oídos huecas e inentendibles. Los hombres no comprenden que
dentro de ellos se encuentra “el camino” para el Reino de los Cielos, y que el Reino de los
 Cielos no se encuentra necesariamente en el umbral de la muerte.En realidad puede verse
 muy claramente en los Evangelios que Cristo en su prédica hablaba del Reino de Dios
en la tierra, y en los evangelios hay pasajes muy concretos que muestran que como
 el enseñaba, el Reino del Cielo puede alcanzarse en la vida.
 
SEGUNDA PARTE.
Antes de comenzar a estudiar algunas de las muchas parábolas que Cristo utilizó en su
descripción del nivel superior de desarrollo, llamado El Reino de los Cielos, analicemos 
 primero la frase “el reino de los cielos está en vosotros”, y tratemos de entender lo
que significa la palabra “en” o “dentro”. El Reino de los Cielos, es el estado de evolución
 más alto que puede alcanzar el hombre. A fin de poder alcanzarlo en sí mismo, el hombre
 debe cambiar, interiormente.Un estado o condición es cosa interna, íntima. El Reino de
 los Cielos es cosa interna. Es un estado que el hombre puede alcanzarlo solo
interiormente, mediante un cambio interno. El hombre puede ser mejor de lo que
 es. Este mejor estado es más “intimo” o “superior” con respecto a su estado actual.
Así, el Reino de los Cielos, que es el estado mas elevado que puede llegar el hombre,
es algo intimo; o sea que está dentro del hombre tal cual es. O bien se encuentra en un
nivel superior, o sea que está por “encima del hombre”.La idea es la misma. Un hombre
 que vive de los sentidos, un hombre sensual, un hombre de entendimiento literal, es un
 hombre de la “Tierra”. El reino de los Cielos no se encuentra allí. El Reino de los Cielos
 está en lo íntimo, “dentro de vosotros”, y a la vez, “sobre nosotros”. De tal manera que
 lo superior es lo íntimo: lo inferior es lo externo.
 
LA INCOMPRENSIÓN FARISEICA.
A la luz de la idea de que el reino de los cielos está en el hombre mismo, trataremos  ahora de
 entender porqué razón Cristo atacó a los Fariseos sin misericordia alguna, y así
podremos saber qué es un Fariseo, y lo que significa ser Fariseo en la evolución interna.
A fin de poder evolucionar el hombre tiene que moverse interiormente. Para comenzar
tiene que colocarse tras de sí mismo y ver que es lo que está haciendo. Moverse
 internamente es moverse hacia un nivel superior, y así nos será posible entender
 algo del significado y la naturaleza de este movimiento interior hacia el reino de los
 cielos; lo podemos entender si nos damos cuenta de las cosas que nos estorban
 en el camino. Son muchas, pero una de las principales  es el Fariseo que vive en
 el. Este fariseo que vive en todo hombre no puede moverse sin perecer, pues se trata
del aspecto externo del hombre, y es lo que hace que el hombre ame el aplauso y la
 alabanza. Los Fariseos no podían entender nada de su religión, salvo las cosas
 externas. Su adoración tomó una forma literal y externa, y no partió del corazón.
Cristo utilizaba un lenguaje muy fuerte con respecto a esta adoración exterior que
 impide que el hombre ingrese al reino de los cielos, porque lo mantiene sujeto a lo
externo.El hombre que vive de los significados externos y en las cosas de los
 sentidos, no se mueve ni puede moverse interiormente hacia los significados más
profundos y más finos. Así tampoco adquiere experiencia de esos significados. En
 esta condición solamente puede alimentarse y comprender de una sola manera.
 Pero el reino de los cielos está dentro del hombre. Se encuentra en la dirección de
sus reflexiones, de sus nuevas comprensiones y de sus nuevos pensamientos. No
 se encuentra en el nivel inferior, sino en el superior.En los Evangelios, Cristo
representa al hombre más evolucionado, al más elevado, al superior. El fariseo
 representa al hombre que no puede evolucionar, porque se ha volcado en el sentido
 errado, y todo lo ve al revés. El Fariseo vive de exterioridades, del mérito y del amor a
 las apariencias. Todo esto significa que en el hombre, el Fariseo que lleva dentro
es quien le cierra la entrada al reino de los cielos.Todo lo que uno hace para ser visto
de la gente, y por ningún otro motivo, es el Fariseo que uno lleva dentro. En las
referencias de Cristo, el Fariseo representa no solamente las más externas y
alambicadas creencias religiosas, sino algo mucho peor. Cristo dice mucho
 de su vanidad, de su presunción, de sus justificaciones, pero a lo que mas
poderosamente se refiere es a su pecado de “hipocresía”, que según dijo era lo que
 los condenaba.Todo lo hacían exteriormente para mantener las apariencias, y no
creían nada interiormente. De suerte, que no tenían acceso a lo que era intimo
en ellos mismos; y de esa manera ellos se maldecían
así mismos. Ellos eran su propio castigo.
 
 

 
 

 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 30/01/2012 17:13

 

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TERCERA PARTE.
Cuando se comienza a captar la concepción del reino de los cielos, despierta
en la mente un nuevo sentido de la vida.
La primera de las parábolas de Cristo es la del Sembrador. Trata acerca del reino de
 los cielos. De ella dice Cristo que es la parábola de las parábolas, y a menos de que se
 la comprenda, las demás no podrán ser comprendidas. Es preciso saber, que todas las
parábolas de los Evangelios tratan acerca del reino de los cielos y la primera de ellas
es la del Sembrador. Es el punto de partida de las
 enseñanzas de Cristo acerca del misterio del reino.
En el Capítulo XIII de San Mateo, Cristo comienza a hablar en parábolas. ¿Por qué?
 Porque comienza a hablar del reino de Dios. Sus discípulos le preguntan porqué
de pronto habla en parábolas, y el les responde; “Porque a vosotros es concedido
 saber los misterios del reino de los cielos”; mas a ellos, no es concedido”.Porque
 a cualquiera que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que
 no tiene, aún lo que tiene le será quitado.”
“Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven y oyendo no
oyen ni entienden”. (Mateo XIII-11-13).
¿Cual es el primero de los misterios del reino que revela?
En la parábola del sembrador puede verse que el primer misterio es que el hombre
ha sido enterrado en la tierra, como material para el reino de los cielos. ¿Qué es lo que
verdaderamente significa? ¿Qué es lo que sembraba el Sembrador? Sembraba
 hombres. Esta es la primera idea que se recoge. Y está oculta en la parábola.
Se siembra a los hombres en la tierra como material para el reino de los cielos;
algunos caen junto al camino, otros caen sobre las piedras, otros sobre espinas
 y otros en buena tierra. Y únicamente los que figuran en la última categoría son
 los capaces de una verdadera evolución interior que los eleve al nivel del reino.
 A la luz del reino de los cielos, se entiende que la humanidad que habita la tierra
 es un experimento en la evolución interior.
Luego de la parábola del sembrador, Cristo nos habla del reino desde otro aspecto.
Primero ha dado la idea del reino en términos de seres humanos sembrados en la tierra.
Luego nos habla de la enseñanza que se siembra en estos seres humanos, para
hacer que despierten y evolucionen. La siguiente parábola es la del trigo y la cizaña.
”El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su
campo; mas durmiendo los hombres, vino su enemigo y sembró  cizaña, etc., etc...
Y termina; Coged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarlas, luego
recoged el trigo en mi alfolí. (Mateo XIII-24-30.)
La semilla o grano simboliza al hombre. El grano jugó un papel muy importante en
 los antiguos Misterios. La idea del “entierro” del grano en la tierra, su “muerte” y
 “resurrección” en la forma de un retoño verde, simbolizaba toda la idea de los Misterios.
El secreto que se revelaba a un hombre en la Iniciación estaba contenido en la
idea de que el hombre puede morir como un simple grano, o puede surgir otra vez
 en alguna otra forma viviente. Esta era la idea principal de los Misterios. Cristo
 hace uso frecuente de la misma idea y hay una enorme fuerza en ella. La idea
contiene una explicación biológica de todas las series, de los intrincados
 y  complejos problemas de la vida.
La naturaleza es extraordinariamente generosa, pródiga en sus métodos. Crea una
 enorme cantidad de semillas, para que sola unas cuántas germinen y puedan
 sobrevivir. Si se mira al hombre como un grano, la cruel ley que continuamente se
 habla en la enseñanza evangélica de que la mayor parte de la humanidad  no es
sino paja que habrá de quemarse, se nos hace comprensible.
Cristo vuelve frecuentemente a esta idea, y en sus explicaciones, la idea pierde
su crueldad, porque se pone claro que en la “salvación” o “perdición” en todo hombre,
no hay nada pre ordenado o inevitable, que tanto la una como la otra, dependen del
 hombre mismo, de su propia actitud hacia si mismo, hacia los demás hombres
 y hacia la idea del reino de los cielos.
Esta parábola trata acerca de la enseñanza que debe darse en la tierra, que tiene que se
 recibida, comprendida y seguida por aquella parte de la humanidad capaz de evolucionar
 en cualquier tiempo en particular. La buena simiente es el Verbo del Reino. El campo
en que se siembra es la humanidad en la tierra. Queda mezclada con el error. ¿Por qué
 ocurre esta mezcla de lo verdadero y lo falso? Se da  también la razón; “mas durmiendo
 los hombres”. La razón es que los hombres duermen. No pueden mantenerse despiertos
 a todo el significado de las enseñanzas que se les está dando. También hay muchas
referencias acerca de la necesidad de estar despiertos a fin de comprender el Reino del
Verbo. A menudo Cristo dice “velad”, que en griego significa mantenerse despierto.
Cuando el hombre duerme bajo el poder de los sentidos, bajo el poder da la vida tal
como aparece ante sus ojos, bajo el poder de todos los acontecimientos, tareas y
disgustos de la existencia diaria, la enseñanza acerca de la evolución interior
desaparece de su mente y se presenta como algo lejano e irreal. Lo exterior se traga a
lo interior. Entonces el hombre está dormido en el sentido que indica el Evangelio;
y aquello que comprendió cuando estuvo despierto interiormente, comienza a
perder sentido, y a mezclarse con otros significados.
Es así como podemos comprender como toda la enseñanza acerca de un nivel superior
 puede quedar completamente alterada. La parábola de la cizaña nos demuestra que
un buen entendimiento puede sufrir la contaminación de un mal entendimiento al comienzo
 mismo en que la enseñanza del reino superior se siembre en cualquier parte de la humanidad.
El trigo de la parábola es la verdadera y genuina forma de la enseñanza, y la cizaña
son los errores que inevitablemente se mezclan con ella, porque el hombre no puede
 mantenerse continuamente despierto en aquel orden de Verdad que nos viene de
 un superior nivel de entendimiento.
Tenemos entonces, que la enseñanza que necesita conocer el hombre, a fin de
realizar su propio crecimiento interior y completarlo, la enseñanza a través de la cual
puede alcanzar un nivel de entendimiento y de significado, llamado el reino de los
 cielos, no puede existir en la tierra en toda su pureza original, debido al sueño
 en que están sumidos los hombres. Inevitablemente queda mezclada con  falso.
 
Adolfo Rojas Silva C.
Octubre del 2003.
 

 
 

 
 
 

 

 
 



 
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