Después de las curaciones, Jesús no se queda “instalado”, satisfecho con el éxito obtenido. Sigue su camino, continúa su misión de predicar, curar, liberar... Y nos invita a ir con Él. A que nuestras manos sirvan y ayuden, a que nuestro corazón sea compasivo y nuestra voz anuncie vida, alegría, liberación, esperanza, paz... Para eso hemos venido.
La actividad y actitud de Jesús, sus palabras, la relación que tiene con las personas, su cercanía con Dios, no son algo del pasado. Su preocupación por quienes sufren y el anuncio de la Buena Noticia definen el estilo de vida de quienes le siguen. Nos deja la tarea de entrar en la historia de las personas para lograr que tengan vida plena, para liberarlas de todos los demonios y yugos que oprimen y esclavizan. Como hizo Jesús.