Nuestra mente de tercera dimensión
se interroga, se interpela y divaga,
buscándole a sus dudas solución…
¡pero en el mismo marco en el que indaga!
Ella pretende hallar otro saber,
en base a lo que tiene conocido…,
¡más lo nuevo no se deja aprehender
buscándolo a través de lo sabido!
Y es que la mente opera fragmentada,
reduce y disecciona cada asunto:
¡le falta la visión amplificada
que abarca todo el cuadro en su conjunto!
Pero el Yo Superior tiene otro modo:
va por encima nuestro y por delante,
y desde arriba lo percibe todo
con su penetración omniabarcante.
Por eso…, si es que buscas con esmero
acceder al lenguaje de tu alma,
¡aquiétala a tu mente, compañero,
y entra a un espacio de perfecta calma…!
Allí verás que a tus interrogantes,
ella les proveerá satisfacción…,
¡más no con un discurso altisonante,
sino con un chispazo de intuición!
Y resulta esencial que estés atento
a ese "hacerse la luz" vertiginoso,
sin que lo distorsione el pensamiento
con su cansino andar parsimonioso.
¡La "primera impresión" es la importante!:
esa "corazonada" tan sutil,
que si no la sujetas al instante…
¡se marcha como vino…, tan gentil!
(¡Es como asir lo leve de un suspiro…,
como atrapar aromas del enebro…;
como enlazar un rayo de zafiro
que atraviesa fugaz nuestro cerebro!)
Y como un fogonazo en tu cabeza,
con plena y absoluta claridad,
verás la pieza del rompecabezas…
¡y al mismo tiempo su totalidad…!
Percibirás el cuadro íntegramente…,
y el entramado de las conexiones…,
y entenderás pasmado, de repente,
el sentido final de tus lecciones…
Esta irrupción de un orden "no lineal"
nos hace captar cada situación,
con una lucidez tan primordial…
¡que se llena de gozo el corazón!
Se destraban de pronto los problemas…,
la "historia personal" se dilucida…,
empiezan a cerrarse "viejos temas"…,
y unes los "cabos sueltos" de tu vida…
Y es un deleite entonces darse cuenta
-con cada "percepción unificada"-,
que es tu alma, feliz, la que te orienta
cuando llega hasta ti una encrucijada…
Y se te hará muy claro, en tu sendero,
un precioso "saber" revelador:
que el lenguaje del alma, compañero,
¡es también el lenguaje del amor…!
Poema de Jorge Oyhanarte