Tener éxito en todos los ámbitos de la vida es la gran esperanza del ser humano, pero pocas veces está consciente que éste no es un regalo divino, sino que es el fruto de nuestra mente, y de nuestro espíritu, porque " se requiere inteligencia para garantizarse uno mismo, una porción de las cosas deseables en la vida. Es totalmente erróneo suponer que la fidelidad al propio trabajo diario asegura las recompensas de la riqueza. Aparte de la adquisición ocasional y accidental de la riqueza, las recompensas materiales de la vida temporal fluyen en ciertos canales bien organizados, y sólo los que tienen acceso a estos canales pueden esperar ser bien recompensados por sus esfuerzos temporales. 1779"
En esta vida nada es gratuito, todo es Efecto de una Causa, por tanto el éxito no depende de la la suerte, sino de la forma como desarrollamos nuestras propias actitudes, pues "la ambición enérgica, el juicio inteligente y la sabiduría madura, son esenciales para el éxito material. El liderazgo depende de la habilidad natural, la discreción, la fuerza de voluntad y de la determinación 1739" Y aún así, no podemos olvidar que el éxito habitualmente es el fruto que disfrutamos después de haber tenido varios fracasos, porque son ellos los que realmente nos enseñan como triunfar, tanto en la parte material como también en la espiritual, pues "el esfuerzo no siempre produce el deleite, pero no hay felicidad sin esfuerzo inteligente, pues las dificultades pueden desafiar la mediocridad y derrotar al temeroso, pero sirven de estímulo para los verdaderos hijos de Dios.556"
Para alcanzar el ´´exito primero tenemos que haber aprendido a sortear las dificultades, por algo “Jesús le enseñó al molinero como moler el grano de la verdad en el molino de la experiencia viva, para que las cosas difíciles resultaran fácilmente aceptables”1474. porque "los mortales tan sólo aprendemos la sabiduría a través de la experiencia de las tribulaciones 1663." porque "el amor de Dios es por naturaleza un afecto paternal, por consiguiente a veces nos disciplina por nuestro propio bien, para que podamos ser partícipes de su santidad. Incluso durante nuestras pruebas más duras, recordemos que en todas nuestras aflicciones, El se aflige con nosotros.69."
Tanto en la vida espiritual como en lo material, las dificultades son verdaderos trampolines para alcazar el éxito material y la sabiduría espiritual y prueba de ello es que nuestros Espíritus residentes, " no están interesados en hacer fácil la carrera del mortal, más bien les interesa hacer nuestra vida razonablemente difícil y áspera para que las decisiones estén estimuladas y multiplicadas. La presencia de un gran Ajustador de Pensamiento no significa una vida fácil, ni la liberación de arduo razonamiento, pero dicho don divino ha de conferir una paz sublime de mente y una extraordinaria tranquilidad de espíritu” 1192.
Si como el molinero estuviésemos frente a Jesús ¿podríamos decirle que nuestra esperanza está viva y que de cada experiencia buscamos el significado que se oculta detrás de las apariencias, especialmente de las negativas? El éxito ¿es para nosotros una utopía o tenemos la íntima seguridad que lo vamos a alcanzar porque con Dios y nuestra voluntad firme, todo es posible?
No olvidemos nunca que "la meta magna de la existencia humana, consiste en sincronizarse con la divinidad del Ajustador residente; el gran logro de la vida mortal es alcanzar una consagración verdadera y comprensiva a los objetivos eternos del espíritu divino, que aguarda y trabaja dentro de tu mente. Pero un esfuerzo dedicado y determinado a la realización del destino eterno, es totalmente compatible con una vida regocijada y alegre y con una carrera de éxito y honorable en la tierra. La cooperación con el Ajustador del Pensamiento no comprende autotortura, piedad falsa, ni autohumillación hipócrita y ostentosa; la vida ideal es una vida de servicio amante y no una existencia de aprehensión temerosa.1206" por tanto sintámonos merecedores de tener éxito, porque por algo somos hijos de Dios y deseamos hacer su voluntad la cual es que seamos felices.
yolanda silva solano