Dialogar, tarea difícil.
Se ha dicho que el diálogo es una actitud, porque es una comunicación interpersonal, en la que no se trata de vencer ni de convencer. Lo que se comunica no son ideas, sino vivencias de la persona: todo aquello que cala más allá de la piel del propio yo.
El diálogo, el verdadero diálogo no puede existir sin un amor profundo a las personas y al mundo: el amor fundamenta la relación dialogal y el diálogo mismo. Además, el diálogo no puede existir sin una base de humildad; no se trata de llenar de ideas al otro, como si fuera un recipiente vacío ni de empeñarse en una discusión hostil y polémica para que haya un vencedor y un vencido.
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