LAS REPERCUSIONES SOCIALES DE LA ORACIÓN
En la adoración a los antepasados, la oración lleva al cultivo de los ideales ancestrales. Pero la oración, como rasgo de la adoración a la Deidad, trasciende todas estas prácticas puesto que conduce al cultivo de los ideales divinos. A medida que el concepto del otro yo de la oración se torna supremo y divino, del mismo modo los ideales del hombre son elevados desde lo meramente humano hacia niveles excelsos y divinos, y el resultado de toda oración de este tipo es el enaltecimiento del carácter humano y la profunda unificación de la personalidad humana.
Pero no es necesario que la oración sea siempre individual. El orar en grupo o en congregación es muy eficaz en cuanto tiene repercusiones altamente socializadoras. Cuando un grupo se dedica a la oración comunitaria para el enaltecimiento moral y la elevación espiritual, estas devociones son reactivas sobre los individuos que componen al grupo; todos ellos se vuelven mejores gracias a esta participación. Aun una ciudad entera o una entera nación puede ser ayudada por tales devociones de oración. La confesión, el arrepentimiento y la oración han conducido a individuos, ciudades y naciones y razas enteras a enormes esfuerzos de reforma y valerosos actos de logro valiente.
Si deseas verdaderamente sobreponerte a la costumbre de criticar a un amigo, la forma más rápida y segura de alcanzar este cambio de actitud consiste en establecer el hábito de orar por esa persona cada día de tu vida. Pero las repercusiones sociales de dichas oraciones dependen en su mayor parte de dos condiciones:
1. La persona por la cual se ora debe saber que se está orando por ella
2. La persona que ora debe tener una relación social íntima con la persona por quien está orando.
La oración es la técnica por la cual, más pronto o más tarde, toda religión se torna institucionalizada. Y con el tiempo, la oración se asocia con numerosas agencias secundarias, algunas útiles, otras decididamente deletéreas, tales como los sacerdotes, los libros sagrados, los ritos de adoración y las ceremonias.
Pero la mente de mayor esclarecimiento espiritual debe ser paciente y tolerante de los intelectos menos dotados que desean el simbolismo para movilizar su débil visión espiritual. Los fuertes no deben mirar con desprecio a los débiles. Aquellos que tienen conciencia de Dios sin simbolismo no deben negar el ministerio gracioso del símbolo a aquellos que encuentran difícil adorar a la Deidad y reverenciar la verdad, la belleza y la bondad sin forma ni rito. En la adoración orante, la mayor parte de los mortales visualizan un símbolo del objeto-meta de sus devociones.
LU 999