Los astronautas norteamericanos, durante sus viajes de ida y vuelta a la Luna, tuvieron el
privilegio de ver el planeta Tierra desde sus naves espaciales. Tomaron una notable serie
de fotografías para que el pueblo de la Tierra pudiera conocer, como ellos, el esplendor y
belleza de su planeta. Puede decirse que, sin excepción, todos los astronautas quedaron
muy afectados por la vista de la Tierra desde esa distancia. Semejante vista en su totalidad
ya sea desde la Luna o desde una nave espacial que vaya o venga de la Luna, causó un
efecto en todos ellos, y a su regreso eran hombres cambiados. Si pudierais ver la Tierra
desde la distancia, o saliros de vuestro cuerpo físico, probablemente obtendríais una nueva
perspectiva, una nueva visión, no sólo de la Tierra y el propósito de vuestro cuerpo sino
también de su perfección y belleza; y partiendo de ahí podríais entender mejor la
naturaleza y propósito del Creador.
Viendo la Tierra desde la distancia os veríais obligados a considerarla como una unidad. No
pensaríais en los países individuales que sabéis existen sobre su superficie, sino en el planeta
como totalidad, comparable con los otros planetas, las otras estrellas y los otros universos
que podéis ver a vuestro alrededor. También podríais consideraros a vosotros como dios, pues
estaríais por encima de todos los países del mundo, de todos los sucesos, de todos los
acontecimientos que estuviesen teniendo lugar; y quizá entonces empezaríais a comprender
cómo los Seres Superiores que controlan el destino de la Tierra la consideran de un modo
similar. También ellos ven la perfección del planeta. Ven su belleza. Sienten la emanación de
su expresión: el Amor Universal. Sin embargo, conforme descendéis hacia la superficie, la
Tierra que antes veíais como una sola unidad comienza a partirse en segmentos y finalmente
en continentes. Pronto comenzarais a ver países individuales y a pensar en términos de países.
Se perderá la visión de la totalidad y una vez más volveréis a vuestro envoltorio
físico con su visión limitada.
El hombre ha nacido sobre la superficie de la Tierra con una conciencia individualizada.
Cuando tras muchas encarnaciones sobre el planeta del Cuerpo Solar que es menos evolucionado
que la Tierra el hombre encarna por primera vez en este planeta, lucha por establecer su identidad
en el cuerpo físico humano. Una vez que ha establecido su propia individualidad, su personalidad,
tiene que aprender a controlarla. El hombre ha de aprender a
controlar su propia voluntad y a subyugarla a la voluntad de su creador con el fin de cumplir su
destino sobre la tierra. La lección básica que ha de aprender el hombre es a sacrificarse a sí
mismo, a su propia individualidad, sus deseos y necesidades personales y a considerar a las
personas que le rodean, no sólo en su país sino en todo el mundo, como una totalidad. Ha de
aprender a pensar no sólo en los de su propia raza, su propio credo, su propia parte de la
Tierra, sino en toda la Tierra como en una totalidad. Es en ese campo particular en donde
el hombre experimenta las máximas dificultades, pues como de momento ha establecido muy
firmemente su individualidad, le resulta muy difícil sacrificarla por las personas que le rodean,
todavía menos por su país, y aun menos por el mundo.
Se necesitan grandes motivaciones para que el hombre se una, para que piense en su país
como en una unidad y esté dispuesto a sacrificarse por él. Esto sólo suele suceder en tiempos
de conflicto, de guerra, cuando la emoción conocida como patriotismo lleva a hombre a pensar
no en sí mismo sino en su país, y a unirse con sus compatriotas para defenderlo frente a la
agresión. No se uniría si no fuera por la emoción patriótica. En tiempos de paz, al hombre le
resulta difícil sacrificar su individualidad incluso por sus vecinos; más difícil aún por su país.
Si el hombre no se preocupa de la gente de su propio país, menos aún se preocupará por
aquellos que viven en otros países, y oiga lo que oiga sobre desastres, como hambres o
terremotos, generalmente ignorará esos acontecimientos tan alejados. Como no le
suceden a él o a su país, piensa que no le conciernen. Esta es una de las grandes lecciones
que ha aprender el hombre, y hasta que aprenda la lección de la responsabilidad total por
todo ser humano que viva en este planeta, cualquiera que sea su país o credo, no avanzará
por el camino hasta las cosas superiores, a los Maestros. El hombre ha de aprender a
sacrificarse, a ayudar a todas las personas que viven en la superficie de este planeta, a
darse libremente con independencia de lo que le cueste, y a compartir lo que tiene su país
con los que no lo tienen. Recuérdese que la materia no pertenece a hombre El hecho de
que en un país puedan cultivarse alimentos y en otros no, no significa que todo el alimento
pertenezca al que lo cultiva, pues no en todos los países del mundo puede cultivarse, y es
deber de aquellos con más posibilidades compartir con los que no pueden.
Conforme avanza por su camino, el hombre ha de aprender a sacrificarse, primero por su
comunidad, luego por su país, luego por su raza y, finalmente, por la Tierra. Sólo puede
decirse de un hombre que ha evolucionado verdaderamente en su potencial terrestre cuando
no se considera a sí mismo como un inglés, ni como un europeo o un blanco, sino como un
hombre de la Tierra. Cuando podáis decir que sois un hombre de la Tierra, que consideráis
como vuestro igual a todos los hombres de este planeta con independencia de color o credo,
cuando sintáis tanta responsabilidad ante él como ante vuestra propia familia, habréis
progresado hasta el nivel de un alma evolucionada.
Todos debéis tratar de pensar no en términos de división, de comparar vuestro país con otro,
un modo de vida con otro, una raza con otra. Tratad de no dividir el mundo en países y razas.
Tratad de no comparar las costumbres y características nacionales. Considerad a todo ser
humano como una chispa individual de vuestro Creador el igual a vosotros en todos los
aspectos, aunque camine por un destino diferente en la vida Tenéis que recordar que todos
vosotros, por estar en diferentes puntos de conciencia, elegisteis encarnar en la Tierra en
familias diferentes, en diversos modos de vida, en diversos países, en diferentes razas, con
el fin de experimentar las lecciones y vibraciones de aquellos países y razas. Elegisteis estos
factores antes de encarnar sabiendo que llevaríais vuestra conciencia a una comprensión
mayor por el camino que escogisteis. El camino adecuado para un alma no es
necesariamente adecuado para otra.
Pero el hombre está hoy muy equivocado al pensar que una raza es superior a otra, que es
más civilizada que otra. Los países del mundo de hoy que están más avanzados
tecnológicamente se consideran más civilizados, y tratan de imponer su modo y
condiciones de vida a los restantes países del mundo. Ningún país ni persona tiene derecho
a imponer su voluntad, su modo de vida, a otro, por muy correcto que pueda pensar que
es su modo de vida y por muy equivocado que crea que es el del otro. A los países individuales
y sus habitantes los corresponde, por su libre elección, cambiar, sin la interferencia de
otros países. Los Maestros que te vigilan mientras vives en un cuerpo físico sobre la Tierra
no interfieren en tu voluntad. Saben cuándo te equivocas, cuándo cometes errores, pero
te permiten cometerlos, te dejan que tu conciencia avance por tus propias acciones y
decisiones. No hay un «hermano mayor» que venga y te haga hacer algo del modo correcto.
Así, consciente de la sabiduría de aquellos Seres más evolucionados que te permiten actuar
como tú elijas, permite a otros países que tomen también sus propias decisiones.
Por tanto, no hay que tratar de imponer sobre un hombre no evolucionado
un modo de vida que no entiende, comprende y ni siquiera necesita. Respetad la individualidad
de todos los hombres. Consideradlos vuestros hermanos y ayudadles todo lo que podáis.
Aseguraos de que, con la responsabilidad de un alma más evolucionada, les ayudáis del modo
que conviene a su estado de evolución y de que en modo alguno les estorbáis en
su camino hacia la conciencia.
Uno de los mayores errores de los siglos XIX y XX ha sido el de imponer las ideas, religiones
y creencias occidentales a los llamados nativos de los países colonizados. Se ha producido
un gran karma que deberá ser reparado. Del mismo modo que los individuos encarnan con un
destino, así encarnan los países, y éstos se crean karma del mismo 14
modo que los individuos. Este es el motivo de que, como totalidad, algunos países sufren y
otros no, de que algunos países se vean enfrentados en grandes guerras y otros no. La Ley
del Karma se aplica tanto a los países como a los individuos y por tanto el efecto de lo que
hace un país en una generación será experimentado por la generación siguiente. Por
ejemplo, la actual generación de norteamericanos está pagando el karma por el error de los
que embarcaron muchos miles de esclavos negros desde la costa de África a América,
sacándolos de su verdadero entorno, del país de su evolución, y colocándolos
en un entorno falso y hostil.
Ya mencioné antes que la fuerza que parece poder unir al pueblo en tiempos de guerra es la
emoción que se conoce con el nombre de patriotismo. Durante la guerra la gente se halla
dispuesta a hacer grandes sacrificios por su país. Quizá no estén dispuestos a morir por
muchas cosas, pero sacrificarán sus vidas para salvar la patria. El patriotismo como los
diamantes, tiene muchas facetas y aspectos. No voy a decir que el patriotismo sea una
emoción indeseable, aunque pueden señalarse muchos casos en que se ha utilizado
con abuso para persuadir a pueblo a sacrificar su vida en nombre de su país. Es interesante
observar, sin embargo, que la persona que sacrifica su vida suele creer en la causa por la
que lucha. Mueren creyendo en su causa o país, aunque otros que estén fuera del conflicto
puedan ver o error en las acciones de los contendientes.
El patriotismo, llamado a veces nacionalismo, se ha utilizado con frecuencia como excusa
para muchas maldades. Cuando un país quiere conquistar otro para ampliar su imperio y
obtener nuevas posesiones, suele generarse la emoción del patriotismo. Te dicen que puedes
matar por tu país porque él te lo pide. No es tu responsabilidad. Sólo estás haciendo lo que
se espera de ti. Luchas por tu patria. Del mismo modo, cuando un país es atacado, sus
hombres y mujeres, que normalmente no combatirían ni matarían a nadie, se unen y se
preparan para matar y defenderse. Pueden justificar entonces lo que nunca antes hubieran
considerado o aprobado. Por otra parte, las pocas personas que dicen no estar dispuestas
a luchar, las que llamáis objetores de conciencia las que no están dispuestas a matar, son
despreciadas, ridiculizadas y normalmente enviadas a la cárcel.
Juzgaréis el patriotismo de acuerdo con el nivel de la evolución de vuestra alma. Si sois
verdaderamente un alma evolucionada y reconocéis la Tierra como una totalidad y a todos
los pueblos como uno solo, no os veréis influidos por esa emoción No seréis influidos por
los bajos sentimientos del patriotismo y el nacionalismo, especialmente cuando son utilizados
como medios de comparar a una raza con otra, o de colocar a un país por encima de otro, o de
dividir a los hombres o de crear el odio y la desconfianza entre ellos.
Consideraréis la emoción del patriotismo de acuerdo con vuestro nivel de conciencia. Si no
podéis identificaros con la Tierra como una totalidad, con vuestro Creador y con los Seres
Superiores que influyen en este planeta, entonces desde luego trataréis de identificaros con
vuestro país. Diréis que sois ingleses, franceses o americanos, y ello os dará una sensación
de seguridad y pertenencia. Y sin embargo, incluso en un país encontraréis personas que se
consideran pertenecientes no al país sino a una pequeña parte de él. Dirán que son de Gales,
de Escocia, del norte o del sur de los Estados Unidos, de la costa este o de la oeste. Piensan
que sólo pertenecen a esa pequeña unidad y no reconocen a la totalidad. También hay personas
que se consideran pertenecientes sólo a una ciudad. Incluso es posible encontrar personas
que sólo se identifican con su familia.
Ved así lo importante que es que, aunque reconozcáis el significado de la individualidad de
cada uno de los seres, reconozcáis también que, juntos, forman una gran totalidad. Todos
vosotros deberíais mirar a lo que consideráis la totalidad y dar un nuevo paso adelante, pues
conforme evolucionéis veréis que vuestro concepto de totalidad es limitado. Conforme avancéis
empezareis a pensar no en vuestra ciudad, estado, país o raza, sino en vuestra Tierra; y
cuando penséis en vuestra Tierra comenzaréis a pensar en el Sistema Solar y en vuestro Creador,
y en los Sistemas Solares que hay más allá. Comprended que el Gobierno Mundial existe
realmente dentro de vuestro Cuerpo Solar. Que otros miembros del Cuerpo Solar participan
del Gobierno Mundial. El hombre de la Tierra no puede participar en él porque no ha evolucionado
hasta el estado de conciencia requerido. Todavía está luchando para identificarse como uno y
para comprender que es uno. Cuando llegue el día en que la Tierra como totalidad se una en una
vibración armónica y ocupe su sede en la Cámara de Representantes del Cuerpo Solar, se
habrá cumplido el propósito que intentaba su Creador y se demostrará el poder de su
verdadera vibración; o Amor Universal.