el poder de su ejemplo y responderá con la misma moneda. Pero, lo
haga o no, el modo más positivo en cada uno puede influir sobre una
situación, o tratar de que las preocupaciones no lo agobien, consiste
en trabajar sobre sí mismo, sobre su ser.
Pero al trabajar sobre uno mismo, es inevitable que surja la
preocupación o el lamento por todo lo que hicimos mal.
La cosa más importante de la vida no es capitalizar las ventajas.
Cualquier tonto puede hacer esto. Lo que verdaderamente importa es
beneficiarse con las pérdidas, con los errores cometidos. Esto exige
inteligencia y señala la diferencia entre una persona de juicio y un necio.
¿Y cómo se puede ganar sin pelear? ¿Qué actitud hay que tomar
frente a aquellas personas que nos lastiman, nos hieren o nos
causan algún perjuicio económico?
Cuando odiamos a nuestros enemigos, les damos poder sobre
nosotros, poder sobre nuestro sueño, nuestros deseos, nuestra presión
sanguínea, nuestra salud y nuestra felicidad.
Nuestros enemigos bailarían de alegría si supieran como nos preocupan,
cómo nos torturan y cómo se nos imponen. Nuestra bronca o
nuestro odio no los daña, pero convierte nuestros días y noches en un
infernal torbellino.
Si una persona egoísta trata de aprovecharse de nosotros, lo
mejor es borrarlo de la lista, ignorarlo completamente, pero nunca pagarle
con la misma moneda. Cuando uno trata de devolver lo que le
hicieron con la misma moneda, se hace mucho daño.
¿Cómo se puede ignorar por completo una preocupación dolorosa
provocada por alguien que no nos quiere?
Si no podemos amar a nuestros enemigos, hay que tratar por lo
menos, de amarnos a nosotros mismos. Si uno aprende a amarse lo
suficiente es imposible que las preocupaciones que los demás tratan
de endosarnos dominen nuestra felicidad, salud y aspecto.