Volver a Jesús. Esto es lo primero y más decisivo: poner a Jesús en el centro del cristianismo. Todo lo demás viene después.
Cuando olvidamos la presencia viva de Jesús en medio de nosotros; cuando lo hacemos opaco e invisible con nuestros protagonismos y conflictos; cuando la tristeza nos impide sentir todo menos su paz; cuando nos contagiamos unos a otros el pesimismo y la incredulidad... estamos pecando contra el Resucitado.
Para encontrarnos con él, hemos de recorrer el relato de los evangelios: descubrir esas manos que bendecían a los enfermos y acariciaban a los niños, esos pies cansados de caminar al encuentro de los más olvidados; descubrir sus heridas y su pasión. Es ese Jesús el que ahora vive resucitado por el Padre.
¿Qué puede haber más urgente y necesario para los cristianos que despertar entre nosotros la pasión por la fidelidad a Jesús? Él es lo mejor que tenemos. Lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy.
José Antonio Pagola