Piensa en grande
Una de las primeras leyes espirituales con las que un estudiante se cruza
en su camino en la Kabbalah es:
No puede haber Luz sin una vasija.
Esto quiere decir que, aunque el Creador desee compartir y darnos todo (Luz), tenemos que
crear una vasija para recibirlo. La cantidad de Luz que recibimos
es proporcional al tamaño de la vasija que creamos.
Entonces, ¿por qué no obtenemos todo lo que deseamos?
Pensamos en pequeño. Nos conformamos con poco. Permitimos que la duda y
el miedo eviten que recibamos toda la benevolencia de la Luz.
Cuando sentimos alguna carencia (depresión, problemas financieros, mal estado de salud,
pesar, ira), tenemos que ser conscientes de que la Luz está ahí, tocando la puerta. De hecho,
estas cosas aparentemente “malas” en realidad son la Luz intentando entrar a la fuerza.
El truco es acoger las incomodidades con entusiasmo, sabiendo que, una vez que las
superamos, los milagros nos esperan. Veamos nuestros desafíos como
oportunidades para expandir nuestra vasija.
Recuerda que hay Luz del otro lado del desafío. Pide más que solamente alivio para la
presión, más que sólo el dinero justo, o más que alguien con quien
sólo puedas pasar la noche, y así sucesivamente.
Recuerda que nuestra satisfacción y realización dependen de que PENSEMOS EN GRANDE.
Pero toma nota: Cuando hablamos de manifestación, a menudo tenemos algo específico
en mente. Queremos manifestar una nueva carrera, una relación de pareja
emocionante, una casa más grande o una salud más favorable.
Es importante tener metas específicas pero, paradójicamente, también debemos
estar abiertos a lo que la Luz quiere darnos. Una persona verdaderamente
espiritual está abierta a todo y a cualquier cosa.
Trabajemos en eliminar las estrechas agendas de nuestra vida cotidiana y permitamos
que la Luz nos mueva en la dirección correcta. Tal vez no sea exactamente hacia
donde nosotros esperamos pero, a la larga, será lo mejor.
Así que esta semana, cuando pienses en grande, permite que lleguen todas y cada una
de las soluciones a tus necesidades, incluso soluciones que no habrías podido
deducir tú mismo. Es cuestión de darte cuenta de que no puedes hacer todo por ti
mismo y de comprender que todo lo que llega a tu vida te ayuda en tu crecimiento
espiritual; siempre y cuando veas los eventos como oportunidades y no como obstáculos