Podríamos asegurar que hay miles de curaciones, milagros, etc. como respuesta a la oración
a diario en el mundo, pero la ciencia no lo admite porque no han encontrado nada en el
cuerpo físico que demuestre que puede hacer milagros. Si creyeran al menos que el
cuerpo físico es sólo el vehículo del espíritu, comprenderían que es el Yo Superior o
“Conciencia espiritual” quien puede curar y recibe ayuda para sus vehículos de muy
diferentes formas y como fruto del desarrollo interno de muchas vidas.
No cabe duda de que la fe y la devoción están más cerca de Dios que la ciencia. La
naturaleza es Dios en actividad y las respuestas a la oración son obra de esa misma
naturaleza que actúa sobre un “centro dinámico” o ser humano que, a su vez,
se conecta con la naturaleza superior del universo.
Para que la oración obtenga respuesta, es necesario que lleve consigo un profundo
sentimiento y deseo que, unidos a la fe, la esperanza y la confianza en Dios, alcancen
el Plano de lo Divino; si se hace como un frío proceso mental no se conseguirá nada
porque esa vibración no se eleva hasta el plano del amor universal.
Pero ¿Qué es la oración desde el punto de vista oculto? El mismo Cristo ya nos puso
el límite cuando nos enseñó el Padre Nuestro y nos dijo que no necesitábamos pedir
más ni nos teníamos que preocupar por lo material sino por lo espiritual. Es así porque
cuando nos preocupamos por el desarrollo espiritual, las leyes de “Consecuencia”
y “Renacimiento” nos dan y nos ponen donde obtengamos lo que necesitamos
para nuestro desarrollo. Él nos dio el ejemplo de lo que tenemos que pedir por medio
de lo que hizo y lo que predicó, o sea, nuestra oración debería ser la imitación de
Su Vida. Cuando dijo que haríamos las obras que Él hizo y mayores aún nos estaba
diciendo que, como hijos de Dios que somos, también algún día seremos dioses y
podremos hacer sus obras, pero para ello tenemos que alcanzar ese nivel y estar en
constante oración. Estar en constante oración es tener un sentimiento amoroso y
desinteresado hacia todas las personas y hacia todo lo que hacemos y que nos
rodea, de esa forma nuestra oración obtendrá respuesta en forma de
posibilidades y mejoras espirituales y materiales.
Nosotros somos hijos de Dios y estamos "separados" de Él temporalmente pero, por
eso mismo, sentimos la necesidad de contactar con Él y, aún intuitivamente, le
buscamos por medio de la oración. Cada vez que oramos voluntaria y conscientemente
manifestando un verdadero anhelo y amor por alcanzar algo elevado y superior, nos
acercamos a nuestro Padre que está en los cielos. Eso es, al fin y al cabo, la oración
científica y, esa oración científica es uno de los métodos más poderosos y eficaces para
encontrar gracia ante Dios y para recibir la inmersión de la luz espiritual, la cual transforma
al pecador en santo y la envuelve en el velo dorado del luminoso Cuerpo-Alma.
Cuando a través de la oración estamos en los Reinos de lo Divino, es como estar
desarrollando los poderes del Espíritu sin darnos cuenta, pero el que hace una oración
egoísta, su oración no pasa de las regiones inferiores del Mundo de Deseos también
conocido como Purgatorio. En realidad nuestra vida debe ser una oración, o sea, un
intento de estar en constante contacto con Dios. Según el ocultismo, la oración tiene otro poder y éste actúa sobre el desarrollo espiritual.
Cuando una persona asiste a un servicio religioso, (como por ejemplo a una misa)
practica un ritual o simplemente medita sobre asuntos de elevada naturaleza espiritual,
los vehículos invisibles, el aura, los chacras, etc. cambian su forma, color y vibración.
Como ejemplo veamos algo de lo que ocurre en la eucaristía. En ella trabajan varias
clases de Jerarquías y espíritus de la naturaleza y otros elementales. Desde el comienzo,
cuando el sacerdote dice “En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” esta
oración hace descender una gran efusión de energía espiritual. Cuando, a la vez,
hacemos la señal de la cruz, nos estamos protegiendo contra las influencias negativas
gracias a las influencias de los espíritus de la naturaleza. Cada palabra tiene una
vibración de poder y, cuando determinadas palabras, frases y oraciones se mencionan
en la Misa, descienden las influencias correspondientes para beneficiar a los asistentes
según su devoción y predisposición.
La Misa tiene como meta crear un canal que conecta nuestro mundo con los mundos
espirituales por donde fluya la Energía Divina en forma de bendiciones. Estas
influencias afectan a los cuerpos invisibles aumentando su vibración y estimulando
en nosotros el Amor, la devoción y la adoración.
El efecto de la Cruz sobre nosotros nos protege, pero su mayor efecto es el que tienen
las tres cruces que hacemos antes de leer el evangelio, porque estas actúan sobre los
chacras de la frente, la garganta y el corazón para que pensemos,
hablemos y sintamos mejor cada día. El que busca la unión de lo inferior con lo superior a través de la oración lo hace
por medio de la meditación sobre asuntos de naturaleza espiritual, a la vez, lo acentúa
con la contemplación y después lo engrandece con
la adoración, alcanzando así el Trono de Dios.
Sabiendo que nosotros somo un triple Espíritu creado por Dios, el cual utiliza tres
cuerpos y una mente para evolucionar gracias a las experiencias que tiene en cada
renacimiento y de las cuales extrae y forma una triple Alma, veamos como el Padre
Nuestro, que es la oración que satisface todas las necesidades del ser humano,
encierra todas las complejidades de la relación entre Dios y el hombre.
El Padre Nuestro es una fórmula algebraica abstracta para el mejoramiento y
purificación de los cuerpos del Espíritu y en esta oración el triple espíritu del
que ora se dirige al Triple Espíritu de Dios, su creador.
La oración del Padre Nuestro pone la adoración en primer lugar a fin de alcanzar la
exaltación espiritual necesaria para elevar una petición que represente las
necesidades de los cuerpos inferiores, así en la introducción de esta oración
enseñada por Cristo decimos: “PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN LOS CIELOS”,
que es sencillamente como la dirección a quien va dirigida la oración.
A continuación, cada aspecto de nuestro Triple Espíritu, (comenzando por
el inferior) se pone en adoración ante el aspecto correspondiente de la Deidad, esto es,
el Espíritu Humano adora a su contraparte, el Espíritu Santo (Jehová) diciendo:
“SANTIFICADO SEA TU NOMBRE”
El segundo aspecto de nuestro Espíritu o Espíritu de Vida se postra ante su
contraparte, el Hijo (Cristo), diciendo: “VENGA A NOSOTROS TU REINO”
El tercer aspecto o Espíritu Divino se arrodilla ante su contraparte, el Padre y dice:
“HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO”
Cuando los tres aspectos del Espíritu se han colocado ante el Trono de la Gracia,
cada uno expresa la oración apropiada para las necesidades
de su contraparte material, esto es:
El más elevado aspecto de nuestro Triple Espíritu (el Espíritu Divino) pide al más
elevado aspecto de la Divinidad, el Padre, por su contraparte, el cuerpo físico y
dice: “DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA”
A continuación, el Espíritu de Vida ruega a su contraparte el Hijo, por su contraparte
inferior, el cuerpo vital, asiento de la memoria, y dice: “PERDÓNA NUESTRAS
OFENSAS ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN”
Inmediatamente después, el aspecto inferior del Espíritu, el Espíritu Humano,
ofrece su petición al tercer aspecto (inferior) de Dios, el Espíritu Santo, por el más
elevado de los tres cuerpos, el cuerpo de deseos, el gran tentador y dice:
“NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”
Por último y al unísono, los tres aspectos de nuestro Triple Espíritu se unen para
decir la más importante de las oraciones, el ruego por la mente, el lazo de unión
o foco que permite al Espíritu estar conectado a nuestros cuerpos inferiores y
al mundo físico a través de los sentidos diciendo: “LÍBRANOS DEL MAL” La palabra AMÉN representa nuestro deseo
sincero por que se cumpla todo lo anterior.
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