Todo lo que sea familiarizarnos con el fenómeno ineludible de la muerte es bueno, porque por lo mismo que se habla tan poco de ella, el ser humano la teme, en vez de verla como un final feliz, de los días pasados en nuestra envoltura mortal y perecedera. La muerte es para el ser humano, lo que la crisálida es para la mariposa, una metamorfosis que le permite extender sus alas y remontar su vuelo por sobre un jardín rodeado de flores. “La metamorfosis de la muerte constituye el único procedimiento posible a través del cual, el ser humano, puede escapar a las cadenas del tiempo y a las ataduras de la creación material, pudiendo así marchar al ritmo espiritual de la procesión progresiva de la eternidad “ 365 Podríamos entonces decir que la verdadera vida, comienza después de la muerte del ser humano , por lo tanto no es de la muerte de lo que debemos preocuparnos, sino de vivir bien nuestra vida terrenal, para que nuestra sobre vivencia esté asegurada por los frutos abundantes del espíritu.
“Cuando el hombre muere, el espíritu comienza a alzar su largo vuelo en el gran viaje de regreso al hogar" 1452 pero debemos tener muy en cuenta que “el destino de la eternidad está determinado de momento en momento por los logros del vivir día a día. Las acciones de hoy son el destino del mañana”557 Solo los que tienen una buena relación con la muerte, están preparados para vivir la vida intensamente, porque tienen la certeza que la muerte es solo un paso hacia el mas allá y que nuestras obras de hoy tienen trascendencia en el mañana, porque “a través de todas las edades y etapas sucesivas de crecimiento evolutivo, existe una parte de ti, que permanece absolutamente inalterada y ella es la personalidad, que es la permanencia a través del cambio.” 1225
“La personalidad del hombre es eterna, pero en cuanto a la identidad, es una realidad eterna condicionada. El ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él, es facultativo, personal y experiencial. El Espíritu es verdaderamente el camino al paraíso pero el hombre debe tomar por si mismo ese camino, por su propia decisión y elección del libre albedrío. 1232 porque el hombre crece conscientemente desde lo material a lo espiritual, por la fuerza, poder y persistencia de sus propias decisiones.” 1282
“El hombre puede acercarse a Dios y puede abandonar la voluntad divina, mientras conserve la facultad de elegir. El corazón del Padre, no se cierra jamás a las necesidades y solicitudes de sus hijos, son ellos los que cierran para siempre sus corazones, cuando pierden el deseo de hacer la voluntad divina, conocerle y ser semejantes a El” 64
El perseguimiento del ideal, la lucha por ser semejante a Dios, es un esfuerzo continuo antes y después de la muerte. La vida después de la muerte no es esencialmente distinta de la existencia mortal. Todo lo bueno que hagamos en esta vida contribuye directamente al enaltecimiento de la vida futura. “La religión real no fomenta la indolencia moral ni la pereza espiritual al alentar la vana esperanza de recibir todas las virtudes de un carácter noble como resultado de cruzar las puertas de la muerte natural. La verdadera religión no menosprecia el esfuerzo humano por progresar durante el contrato mortal de la vida. Todo logro mortal es una contribución directa al enriquecimiento de las primeras etapas de la experiencia de supervivencia inmortal “1134
Nuestra supervivencia continúa en los mundos de estancia, pero su inicio comienza en este planeta y de lo que hagamos hoy dependerá lo que seamos mañana, todo lo que hacemos es un medio para conseguir el fin evolutivo de nuestra alma inmortal, porque “nuestro origen es animal, pero nuestro espíritu es divino el hombre puede ser un gusano en el polvo por su naturaleza y origen, pero cuando lo habita el espíritu de mi Padre, ese hombre se hace divino en su destino. 1656 Entonces no somos seres humanos que vivimos una experiencia espiritual, sino más bien somos seres espirituales que vivimos una experiencia humana, trabajando en nuestra evolución material y espiritual, para que de esta manera al dejar nuestra vestidura mortal podamos renacer a una vida de sobrevivencia eterna.
yolanda silva solano