Los científicos materialistas han observado que en el transcurso del
tiempo los cuerpos humanos sufren un proceso de envejecimiento. El cuerpo
se obstruye por depósitos terrosos. Células de los diversos órganos (corazón,
riñones, cerebro, etc.) se rompen, de manera que la capacidad funcional de
éstos disminuye. Las paredes arteriales engruesan y se vuelven rígidas, lo que
dificulta la circulación de la sangre. Los huesos tienden a perder fuerza.
Los científicos materialistas han estudiado maneras de retrasar el
proceso de envejecimiento. Para retrasar la obstrucción del cuerpo por
depósitos minerales podemos emplear alimentos y bebidas que contengan
escasos materiales terrosos, tales como el agua destilada, leche, vegetales
frescos y frutas. Igualmente es necesario mantener una buena eliminación, de
manera que las materias terrosas ingeridas puedan ser eliminadas lo más
pronto posible. El ácido pantoténico, las vitaminas C y E son importantes para
retardar los procesos de destrucción celular. El ácido pantoténico se encuentra
en la levadura de cerveza, patatas, guisantes, arroz integral, semillas de girasol
y trigo entero. La vitamina C se encuentra en todas las frutas y vegetales
frescos. La vitamina E se encuentra en los granos enteros, vegetales de hoja
verde, nueces, judías y guisantes. Otras vitaminas del complejo B, selenio y los
aminoácidos cisteína, metionina y ornitina contribuyen a prevenir la destrucción
celular. Las grasas insaturadas pueden originar destrucción celular porque
poseen radicales libres. Para retardar el endurecimiento y engrosamiento de
las paredes arteriales debemos evitar la ingesta excesiva de colesterol y otras
grasas. Para conseguirlo, deberíamos limitar la ingesta de leche entera, la
carne grasa, la yema del huevo, aceite de coco, bayas de cuca, margarina y
aceites en general. En vez de leche entera, podemos tomar leche descremada.
Los cereales, frutos secos y legumbres pueden reemplazar las comidas con
carne. El ejercicio es igualmente útil para mantener los niveles de colesterol
bajos.
Para prevenir la pérdida de fuerza de los huesos es necesario ejercicio
físico junto con aportes adecuados de vitamina C y calcio. La leche, las
almendras, las semillas de sésamo, girasol y soja, así como los vegetales de
hoja verde son buenas fuentes de calcio. La vitamina D (procedente de huevos,
leche, semillas germinadas, champiñones, semillas de girasol y de la luz
solar), junto con el aminoácido lisina, facilitan la absorción de calcio.
La ciencia materialista sólo puede aportar sugerencias para retardar el
proceso de envejecimiento. No puede detenerlo. Aún nos encontramos en la
situación referida por Henry Wadsworth Longfellow cuando escribió:
El Arte es extenso mas el tiempo vuela
Y nuestros corazones, aunque firmes y valientes,
Tocan, como tambores destemplados,
Marchas fúnebres hacia la tumba
Los científicos materialistas han confirmado que no solamente los
cuerpos humanos experimentan envejecimiento, sino que también los
organismos vegetales y animales envejecen y finalmente mueren. La Tierra
envejece a medida que se explotan sus depósitos de carbón, petróleo, gas y
minerales, y también a medida que sus montañas se erosionan y son
arrastradas por las aguas hacia el mar, e igualmente a medida que su interior
se enfría gradualmente. El Sol envejece al radiar calor y luz hacia el espacio.
Para reponer el calor y luz perdidas, quema grandes cantidades de combustible
nuclear en su interior. Nuestro Sol quema a diario 1013 toneladas de las 1027
toneladas totales de combustible que almacena en su interior. Las reservas de
combustible son limitadas. Finalmente, al cabo de unos 10 mil millones de años
desde el momento en que empezó la fusión nuclear (dentro de unos 5 mil
millones de años) el Sol agotará su combustible nuclear. Llegado dicho
momento se enfriará y dejará de brillar.
Los científicos materialistas han comprobado que todos los procesos
irreversibles en el universo lo hacen envejecer. Esto se resume en la Segunda
Ley de la Termodinámica, la cual establece que "La entropía del universo
aumenta con cada proceso irreversible". Entropía es un término técnico con
una definición matemática algo compleja pero que básicamente mide el
desorden físico en el universo. Cuando un folio de papel se rompe en pedazos,
el papel rasgado está menos ordenado que la hoja entera. La Segunda Ley
implica que podemos comenzar con un folio de papel y rasgarlo pero no
podemos comenzar con un folio hecho pedazos y reconstruirlo a menos que
algo sacrifique su orden para consumar el proceso. Si un ser humano gasta
energía en reunir los trozos de papel nuevamente, el aumento en el orden del
papel será menor que el desorden causado por el consumo de plantas (y a
veces animales) necesario para conseguir la energía que recomponga el papel.
De esta manera, el desorden en el universo aumenta y el universo envejece.
Los clarividentes pueden dar una iluminación adicional sobre el proceso
del envejecimiento. Ellos perciben que si bien las actividades terrenales de los
seres humanos producen envejecimiento del cuerpo denso, también producen
crecimiento del alma humana. El registro de las actividades terrenales se
almacena en el cuerpo vital. Este registro contiene tanto nuestros hechos como
los efectos de nuestras acciones sobre otros. A su debido tiempo, el espíritu
revisa esos registros, bien voluntariamente durante la vida en el ejercicio de
retrospección o automáticamente tras la muerte (el ejercicio de retrospección
implica repasar los acontecimientos de cada día al retirarse a dormir, antes de
entregarse al sueño. Los acontecimientos son revividos en orden inverso a
como sucedieron de forma que primero se ven los efectos y luego las causas.
A medida que se reviven los acontecimientos, se debe intentar sentir los
efectos que nuestras acciones han tenido sobre otras personas y valorar si
nuestras acciones fueron correctas o equivocadas). Cuando se repasa el
registro, se repara en las acciones, se sienten sus efectos y el espíritu extrae
conclusiones de toda la experiencia acerca de lo correcto y lo erróneo, de lo
bueno y lo malo, de lo que es valioso y de lo intrascendente. El espíritu
almacena esas conclusiones y consecuentemente crece en sabiduría y poder.
El proceso de envejecimiento, que parece un declive continuo desde el punto
de vista físico, aparece como de continuo crecimiento y mejora desde el punto
de vista espiritual. Como dijo Pablo (1 Cor. 15:44), "Se siembra cuerpo animal y
se levanta cuerpo espiritual" y (2 Cor. 4:16), "Por lo cual no desmayamos, sino
que mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se
renueva de día en día".
El clarividente puede percibir asimismo que, aunque el cuerpo físico
envejece, el modelo de acuerdo con el cual el cuerpo físico fue construido
permanece inalterado por el paso del tiempo. Cuando el cuerpo denso ha
envejecido hasta el punto de ser inhabitable, el espíritu deja el cuerpo denso
pero toma consigo el modelo de acuerdo con el cual el cuerpo físico fue
moldeado. El espíritu puede hacer cambios en el modelo si aprecia defectos, y
luego utiliza dicho modelo para construir un nuevo cuerpo dentro del vientre de
una nueva madre. Aunque los cuerpos declinan durante una vida terrestre, la
tendencia de una vida a otra sobre la tierra es de mejora continua.
Similarmente, el sistema solar puede retirarse de la manifestación
cuando se agota y necesita un nuevo comienzo con ímpetu y orden renovados.
Ya que las formas físicas parecen estar en un estado de continuo
declive, podríamos ser pesimistas y perder la esperanza si fijamos nuestra
atención sólo en lo físico. Por consiguiente, luchemos por mantener siempre en
mente que la condición del espíritu es de crecimiento continuo y que paso a
paso nos estamos acercando a un estado de gloria más allá de toda
comparación.
Elsa M.Glover
REFERENCIA
- Dreyfus, Hurbert L. What Computers Can´t Do. New York: Harper and Row,
1979.
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