CIENCIA E ILUSION
¿Espiritualismo o egoísmo?
Por José Manuel Anacleto
¡Qué cruel es el hombre que se
limita a su vida privada y no tiene
compasión de los otros!
Confucio
Hay dos fuentes de atracción magnética:
Simpatía y fascinación; una es santa y natural;
La otra, maligna y antinatural
Helena P. Blavatsky
El camino de la Espiritualidad es la vía de la reasunción autoconsciente de la Realidad Una.
Es el camino de reencuentro con la Realidad, o sea, del mundo interno y
perenne de las causas, arquetipos y significados que subyacen, de donde
emana y en que se subsumirá el mundo externo de significantes, de efectos y
de fenómenos siempre cambiantes y condicionados (luego un mundo efímero
e ilusorio). Contrariamente a lo que supone el pensamiento común, “más
espiritual(izado)” significa más real, más abierto a la realidad.
Es la senda de reasunción de la Unidad porque todo cuanto existe tiene su
origen en el Ser Uno y es ahí también donde todo y todos encontrarán su meta,
después de alcanzar y desenvolver la autoconciencia, y de recorrido un largo camino
de colaboración con las Leyes que representan el Plan Divino. La reasunción de la
Consciencia de Unidad es pues el resultado de un querer lucido, esclarecido, sabio,
soberanamente libre y determinado. Los Evangelios Cristianos proclaman este sentido
unificador en las palabras del Señor Cristo: “Ruego para que todos sean uno, así
como Tú, Padre, estás en mí y yo en Ti… para que sean perfectos en la unidad
“ (Juan, 12: 21-23); y todas las filosofías religiosas de Oriente contienen afirmaciones
de tenor semejante, de la que damos solamente un ejemplo: “… Aquel que ve todo
los seres en su propio Yo, y su propio Yo en todos lo seres, pierde todo el miedo.
Cuando un sabio ve esta unidad, y su Yo se torna los seres, ¿ que desilusión
o disgusto le puede derrumbar? (Isa Unipashad).
Servir
Así la vivencia del espiritualismo [1] es un camino de sucesivas reunificaciones
–de la forma externa con el propio espíritu y con otros seres, lo que significa lo
mismo, ya que en el plano del espíritu no existe separatividad. Luego tal vivencia
es no solo totalmente opuesta al egoísmo, sino que implica la afirmación positiva
y práctica del altruismo, la contribución al bien común, la
colaboración en el plan evolutivo para todos.
La postura de fraternidad con todos los seres, la compasión lúcida y el servicio
abnegado y sin estrecheces para promover la verdadera evolución y la construcción
de un mundo mejor –con base en sólidos principios de una profunda comprensión
de las leyes que rigen el Universo-, son los signos necesarios de un espiritualista serio.
Distinguir el trigo de la paja
En libros, artículos, cursos y conferencias, nos hemos esforzado en evidenciar
cómo son de vastas y majestuosas la Filosofía y la Ciencia del Esoterismo, y cómo
se desdoblan en tantas áreas, en tantas ramas, en tantas abordajes; cómo es posible
aplicarlas a una casi inagotable lista de asuntos y problemas; cómo es importante
conciliar la indispensable distinción entre el trigo y la paja con una perspectiva de
asectarismo y eclecticismo que valore diferentes contribuciones dignas y justas
(aunque sin una valía necesariamente igual). Toda la actividad del Centro Lusitano de
unificación Cultural, de la que la Revista Biosofía sirve de ejemplo, está orientada
por esos principios. Las más diversas temáticas vienen siendo y continuaran
siendo abordadas. Tenemos algo muy peculiar, y que consideramos importante, y
es que no solamente no ocultamos, sino que nos proponemos divulgar lo que de
valioso sea o haya sido dicho por otras personas u organizaciones.
Es precisamente debido a nuestra sectarismo, a nuestra vocación atrayente y
congregadora, junto con la honestidad que hemos tenido en afirmar y rectificar nuestros
propios errores (involuntarios) cuando ello fue necesario, que juzgamos tener una
especial legitimidad para afirmar que existen posturas consideradas espiritualistas,
que en la práctica (o incluso en teoría), nada tienen que ver con esa supuesta
espiritualidad. Es evidentemente el caso de todas las situaciones de mistificación, de
culto a las personalidades, da plagios deshonestos, de fomento de ilusiones y fantasías;
y es también el caso aunque de menor gravedad, en que sobre la proclamación de
espiritualidad (a veces en una base de sincera convicción) no hay más que practicas
dirigidas a la resolución de problemas personales inmediatas, superficiales y/o
materialistas, y para los intereses, caprichos y deseos del yo inferior.
Vamos a servirnos de 4 ejemplos diferentes, para abarcar un amplio elenco de situaciones:
la ecología,
el Reiki, el Shiatsu (Do-In, la Acupuntura, la Quiropráctica ),y otras así llamadas
terapias alternativas que se asientan en métodos semejantes,
la astrología, y
la pronunciación de oraciones, preces, invocaciones y mántrams.
Ecologías y ecologías…
La ecología es, en sí misma (abstraída de fundamentalismos siempre indeseables),
una preocupación indiscutiblemente loable.
A continuación de lo que acontecía hace pocas décadas, pocos son hoy
suficientemente insensatos para reírse de las preocupaciones ecológicas.
Entretanto, existe una importante diferencia entre dos motivaciones posibles en
este ámbito: una, la de intentar evitar que se causen sufrimientos innecesarios a
seres sensibles, y adicionalmente garantizar condiciones de vida saludables para los
que nos rodean y para las generaciones venideras (esta sí es una motivación justa y
altruista); otra, la de preservar especies animales y vegetales, porque en caso
contrario, “yo corro el riesgo de no disfrutar de un buen paisaje o una vista agradable”,
o “no tener oportunidad de ver los “bichos” X e Y” (motivación que no teniendo
nada de censurable, difícilmente podrá ser entendida como altruista y
especialmente espiritualizada). Es así que con frecuencia, los impulsados por
esta segunda motivación (o por una apetencia de tipo folclórico) son insensibles
a la crueldad de los mataderos y los aviarios. Alegan enfáticamente: “¿Hay algún
problema en disfrutar de los placeres de la vida, comiendo un buen filete?”.
Con el debido respeto, sí hay un problema: Para ello, una vaca (por ejemplo)
pasó tormentos (como mugir en angustia y llorar, literalmente, en las pasarelas de
los mataderos, en los minutos que preceden al sacrificio). Así aquella pregunta
puede ser considerada analógica a la situación de si somos asaltados por un grupo
de personas, agrediéndonos y robándonos la cartera, con el argumento: ¿Hay algún
problema en disfrutar los placeres de la vida, yendo a pasar unas
vacaciones paradisíacas con nuestro dinero?
Volvemos a citar a Confucio: “Un discípulo de la Sabiduría es muy diligente
en lo que concierne al deber; el hombre vulgar, en lo que respecta al interés propio…”
¿Espiritualidad o bienestar social?
La Acupuntura, la Quiropráctica, el Do-In, y hasta tal vez el Reiki (salvo rarísimas
excepciones), entre otras practicas, tiene su lugar en el plano de las intervenciones
terapéuticas. Pueden ser dignas de consideración en ese nivel, aquel que le es
propio y que, si hubo honestidad y competencia en la respectiva práctica, es
enteramente respetable (la Acupuntura, que destacamos positivamente en los
ejemplos dados, y que se encuentra en un plano algo distinto, será
abordado en otros números de “Biosofía”.)
Ellas trabajan con la vitalidad corporal y las llamadas energías telúricas, es
decir, el magnetismo animal, terrestre –de naturaleza elemental, por consiguiente-.
(Es sustentado en Ocultismo que las corrientes de este tipo de energías son
horizontales, en tanto que las energías llamadas espirituales son verticales).La salud
y el bienestar físico dependen muy particularmente de una equilibrada irradiación
de energía vital, a través y a partir de nervios de la médula y del cerebro. Si hubo
obstrucción localizada de esa distribución, los órganos afectados en esa zona pueden
ser seriamente perjudicados en su funcionalidad. Podemos comparar el sistema
nervioso al sistema de electricidad que alimenta una casa; si el flujo de energía fue
interrumpido por daño a un hilo, la corriente eléctrica queda cortada, no llegando
a alimentar los electrodomésticos o a la lámpara a que se destina. Á semejanza del
electricista que procurar localizar dónde se produjo la interrupción y repara la
avería, todas estas terapias buscan, de una u otra forma, reconocer dónde
acontece la disminución u obstrucción de energía vital y reponer su déficit o su
fluir equilibrado (tan simples como eso, estas son las energías que vemos actuar,
concretamente en el registro de un electrocardiograma
o de un electroencefalograma).
Estas prácticas son en sí mismas y en principio, susceptibles de ser útiles.
Pueden no obstante significar solo una forma de alineación y de culto sensorial
al yo. Se asiste (en el caso del Reiki, hoy tan irreflexivamente popular) a manifestaciones
preocupantes y reveladoras de bien poco discernimiento y sentido de las
proporciones. Decenas y decenas de individuos quedan embriagados con
caricias que hacen sentir vibraciones y palpitaciones, relajación, alivio de tensiones
y bienestar personal, de su yo inferior (¡claro!). Se pregunta: ¿hay algún problema en
disfrutar del bienestar personal/sensorial?. Sí lo hay, si pretendiendo ser una
vivencia espiritual, no es más que una ilusión como única solución para los
recurrentes sufrimientos del ser humano, lo cual pasa necesariamente por la
creación de condiciones de vivencia de realidades más elevadas, más
espiritualizadas. Eso puede volver al individuo insensible y desatento a la inmersa
tragedia que es el mundo y el estado de la Humanidad, tornándose incapaz de ser
en la práctica solidario y colaborador con los esfuerzos que pueden transformar
de raíz esa situación. Y por regla general es eso lo que acontece. Por eso repetimos
palabras milenarias: “Un discípulo de Sabiduría cuya meta es el bienestar,
no es un discípulo de Sabiduría” (Confucio).
¿Astrología o pretensiones adivinatorias?
La Astrología, si se considera profunda y desinteresadamente, (lo que es muy,
muy raro)codifica y estudia los flujos y reflujos de energía o influencias condicionantes
(nótese que la influencia es diferente del fatalismo, como condicionante es distinto
de determinante), observa el interrelacionamiento de todas las partes del Gran
Todo, puede ayudar a comprender los pasos más adecuados, en cada etapa, al
propósito de autorrealización afianzada con lo Divino ( o Unidad), y más importante
que eso, subraya oportunidades, caminos y riesgos con que las grandes unidades
colectivas (por ejemplo, la Humanidad o un planeta) se van cíclicamente deparando,
también de acuerdo con el Plan Evolutivo del Cosmos.
En este sentido, las acusaciones de fatalismo serán inoportunas, como ya vimos;
afirmaciones como “yo no creo en energías” son anticientíficas (¡sería como decir, por
ejemplo, no creo que existe la energía eléctrica!); los argumentos de que “dos
gemelos tienen vidas muy diferentes, a pesar de haber nacido el mismo año, mes,
día, hora y lugar”, y de que “ ahora los cuerpos siderales ya no se encuentran en
la misma posición que millares de años atrás, y en la Astrología no se valora ese
dato”, están más que gastados y son fácilmente rebatibles; la Astrología por tanto es
un esfuerzo válido (siendo además una de las ramas del Sistema Esotérico) de
lectura e interpretaron tanto del Macro, como del Microcosmos, de las Grandes
Jerarquías Creadoras, de las grandes formas-pensamiento perpetuadas Edad tras Edad.
Entretanto la Astrología se transforma en algo nocivo cuando alimenta el sentido
de importancia desmesurada de la personalidad (el yo ilusorio), convirtiéndose en
una cosa muy valiosa y el centro del mundo, en vez de apuntar a una progresiva toma
de consciencia del Yo Superior, que lo conducirá a la libertad. Más aún, asume
un carácter antievolutivo y reprobable cuando, reduciéndose a un arte adivinatoria
y descendiendo a un nivel de degradación, superstición y egoísmo malsano,
convierte al humano en dependiente (a un grado de dependencia y casi alienación
semejantes al suscitando por ciertas drogas), de toda suerte de tránsitos,
alineamientos y cuadraturas que pueden afectar, amenazar o favorecer los
intereses de su yo inferior, al que continúa egoístamente aferrado –y por eso
convencido de que con esos medios de anticipación de contingencias se
puede defender mejor, alimentarse y engordar-. Simultáneamente, y a cuenta
de esa dependencia y de esa creencia engordan otras fortunas y vanidades…
¡Sea, mas por favor no se confunda esa actitud con Espiritualidad!
Queda desde luego salvaguardado que hay astrologías y astrologías –y,
donde impera la seriedad, siempre se apreciará una límpida separación de las
aguas-. A quien considera duras o excesivas estas palabras, pedimos que
considere si la dureza o el exceso reside en las palabras o en las situaciones
que ellas retratan. Cabe aquí repetir lo que alguien escribió con bastante
claridad y precisión: “Recordad que, de hecho, los mejores consejos no son
lo que os gusta oír, sino los que necesitáis entender; las palabras más útiles
no son los que enaltecen lo que habéis hecho, sino las que os sugieren lo que
precisa ser hecho; las manos confiablemente más amigas no son las que os
alimentan ilusiones, por más agradables que os parezcan, sino las que
os tocan con el fuego de la verdad, sea cual fuere”[2]
Motivaciones de Oración
Finalmente abordamos la cuestión de las oraciones e invocaciones. Puede
ser un medio de afinación con realidades y potencias superiores. Puede
consistir en un instrumento para trabajar positivamente la sustancia, ya sea de
sus propios vehículos, ya sea de los mundos circundantes –en especial cuando
se trata de verdaderos mántrams-. Puede representar la afirmación codificada
de ciertas Reglas o Leyes Universales. Puede facilitar el camino de acceder a la
naturaleza más interna, y por eso más noble, de cada uno. Así considerados,
en modo alguno podemos negar su valía. Sobre todo, jamás se podrá dejar de
bendecir a los que oran por el bien general y no pidiendo por sus cuestiones personales.
Igual cosa, sin embargo, no vemos que se deba decir de los que (sobre
una apariencia muy beata, devota y cumplidora…) repiten, cual letanías, preces
tras preces, siempre con el objetivo de obtener beneficios para sí “y para los
suyos”, y que de ahí derivan en la conclusión de “yo estoy muy bien visto a los
ojos de lo Alto”, soy (yo) especial, soy (yo) un elegido…. Sigue una fase de
“orgullosamente solo”, incapaz de comprender el abismo que separa esa
banalidad inconsecuente de un trabajo amplio, abarcante y que osa
encarar el mundo y luchar por su transformación global.
El Bien General
Por nuestra parte, suscribimos enteramente las palabras que aquí recordamos
“Así, no permanezcáis nunca, en ningún caso, insensibles frente al dolor
individualizado que está delante de vosotros; aunque no olvidéis que no basta
aliviar este dolor –y quedar con la conciencia tranquila- cuando millones de
otros sufrimientos, carencias y necesidades existen en el mundo. Nunca y en
ningún caso tengáis la indiferencia de rechazar la simpatía y el apoyo humano
que puedan minorar en ese momento la crudeza de un dolor de alguien que se
os dirija; sin embargo no olvidéis que sin curar las causas –y no solo los
efectos- jamás el sufrimiento, la privación, el error , la oscuridad y la desgracia
dejarán de irrumpir (aunque revestidas de formas siempre cambiantes) en la
misma persona y en millones y millones de otras personas,
en todas partes y por los tiempos venideros.
De este modo considerad el Servicio Espiritual como una contribución –grande
o pequeña, poco importa, siempre que honestamente lo hagáis lo mejor posible-
para que pueda nacer generalizadamente una nueva consciencia, más luminosa,
menos egoísta, más llena de comprensión, de amor, de fraternidad, de conquistada
sabiduría de lo esencial, de alegría comulgante con la naturaleza de las cosas”.[3]
Sí, valoremos bien y no nos engañemos; el gran dolor del mundo no se
resuelve si uno de nosotros permanece relajado y bien dispuesto; ni se resuelve
dando algunas limosnas o haciendo algunas curas; ni creando pasatiempos
esotéricos que crean protagonismos desproporcionados con los meritos. La
solución pasa necesariamente por encarar el mundo de frente, sin recelos,
eufemismos o paños calientes, y presentando otras más correctas concepciones,
otros valores, otras maneras de pensar y de actuar que conduzcan a la
resolución definitiva de los problemas de todos.
Es preciso el amor y la buena voluntad para no cambiar esa postura por la de
la simple solución de nuestros problemas personales inmediatistas y por nuestro
confort; es preciso la determinación y el coraje para no escamotear los problemas
y osar emprender –en conjunto- un trabajo de tal forma titánica; y es preciso
la sabiduría la Ciencia, la comprensión de las Leyes Universales (que son el
Pensamiento Divino impreso en los mundos), para elegir los medios y las
prioridades para obrar acertadamente y no permanecer en las buenas intenciones
o en la confusión de lo accesorio con lo esencial.