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EL VISLUMBRAR DE LA ERA DE ACUARIO
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CORINNE H.: SIETE CLAVES DEL MISTERIO DE CRISTO...(I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 13/06/2012 21:14

 

 

 
SIETE CLAVES DEL MISTERIO DE CRISTO...(I)
 
Aquí se da un breve resumen de las claves, siete en número, para lo que puede
ser la más importante aclaración de los Misterios de Cristo. Los estudiantes serios
harán bien en estudiar cuidadosamente estas siete claves, al mismo tiempo que leen
su descripción en la versión de la Biblia; y luego, mediante una larga y devota
meditación, convertirlas en factores activos y vitales en sus vidas diarias.
 
CLAVE NÚMERO UNO
La Inmaculada Concepción
 
La Inmaculada Concepción es el sagrado Rito mediante el cual el fuego que
arde en la personalidad humana se transmuta en la luz del puro espíritu. Durante el
proceso de transmutación, el rojo fuego de Marte, la fuerza de deseos generada por
los Luciferes, es reemplazada por la dorada fuerza de Sol, la pura fuerza del amor de
Cristo. Ésta es la transformación más importante que ha de tener lugar en toda la raza
humana durante la próxima Edad.
En épocas lejanas de la humana evolución, se desarrollaron ciertos centros en
las corrientes del cuerpo de deseos del hombre. Estos centros se encuentran en gran
parte latentes en la mayoría de la gente, ya que sólo pueden despertar mediante el
desarrollo espiritual. Y sólo han adquirido su total esplendor en aquéllos que han
recibido los Grandes Grados de Iniciación. Sin embargo doce de esos centros están
latentes en el cuerpo de todo individuo. Cuando se despiertan y funcionan se
convierten en doce luces gloriosas.
Los centros están situados en distintas partes del vehículo físico: Dos se
encuentran en los pies; dos en las rodillas; uno, en la base de la espina dorsal; tres en
el plexo solar, en el corazón y en la garganta; y dos en el cráneo (1). En las Escuelas
de Misterios orientales a estos centros se los denomina "flores de loto"; los místicos
cristianos las describen como "las rosas que florecen en la cruz del cuerpo". No
alcanzan su total luminosidad hasta después de lograda la Primera de las Grandes
Iniciaciones o Iniciaciones de Cristo. Los centros por debajo del diafragma no se
activan completamente hasta que el discípulo recibe las cuatro Iniciaciones Mayores
o Crísticas. Por ello la Humanidad no está aún familiarizada con su funcionamiento
ni con los procesos implicados en su activación. Los centros situados por encima del
diafragma se van activando a medida que se van recibiendo las nueve Iniciaciones
Menores y por eso son más conocidos sus actividades y su funcionamiento. Hay aún
otros centros que han de ser activados mediante posterior desarrollo espiritual, pero
los que aquí tratamos son los más importantes para el hombre en su actual estadio de
evolución.
Cuando el centro situado en la base de la espina dorsal comienza a moverse, su
color rojo oscuro se va haciendo cada vez más claro, a medida que la propia
naturaleza de uno se va purificando y espiritualizando, hasta convertirse en una
radiación pura, teñida de naranja dorado. Las fuerzas de este centro colaboran en los
procesos de transmutación y purificación que tienen lugar en todo el cuerpo.
Con la animación del centro situado en el plexo solar, se desarrolla una gran
reverencia hacia el cuerpo físico, como templo apropiado para el espíritu interno.
Cuando esta comprobación tiene lugar, todas las actividades del vehículo físico se
mezclan y armonizan con los principios superiores. Las radiaciones de este centro
son de un vívido verde, el color de la naturaleza naciente, y sirven para estimular
todos los procesos vitales.
La rosa sólo puede florecer en el corazón cuando la compasión se ha
desarrollado hasta el punto de incluir a todas las criaturas vivientes; ese centro no
puede convertirse en una luz trascendente hasta que su fuerza motriz sea el amor. La
flor dorada en el corazón del discípulo no puede alcanzar su total desarrollo mientras
alimente su cuerpo con la carne de sus hermanos menores o utilice su cuero, su piel o
sus plumas para gratificar su vanidad. Ha de conservarse santo y proporcionar
amoroso cuidado a las criaturas menores antes de que la rosa abra sus radiantes
pétalos. Cuando, finalmente se abre, este centro asemeja un estallido solar en
miniatura, de dorado esplendor.
La rosa del centro de la garganta, en el que reside el poder del habla, no se
desarrollará completamente hasta que, por su medio, dejen de pronunciarse palabras
desconsideradas, descorteses o destructivas. El neófito ha de hacer la suprema
dedicación de su voz al servicio de Cristo. Ha de poder decir : "Nada pido para mí y
de mí mismo doy a los demás". Una tal dedicación desarrolla los pétalos de esta rosa
que adquieren un radiante color azul suave, al que la inspiración añade tonos
plateados.
En otros escritos nos hemos referido a las dos luces en la cabeza. La glándula
pituitaria se convertirá un día en una perfecta creadora de imágenes, mientras que la
pineal, será el santuario en el que habite la voluntad, como sierva del espíritu. Ambos
centros están bañados en exquisitas sombras violeta, a las que la aspiración añade el
deslumbrante brillo del oro. En estos centros se encuentra el misterio relativo al
origen del Rosario.
Cuando los doce centros del cuerpo se hallan despiertos, el discípulo viste ya
el "dorado vestido de bodas" y se halla dispuesto para ir al encuentro del Novio y
penetrar con Él en el Festival del Matrimonio.
 
CLAVE NÚMERO DOS
El Santo Nacimiento
 
La Virgen María y su esposo José eran Iniciados del Templo. Habiendo
aprendido todas las lecciones pertenecientes a la vida objetiva, se habían consagrado
permanentemente al servicio del Templo. Para cumplir el plan divino, sin embargo,
hubieron de renunciar a esa vida y volver al mundo laico para convertirse en una
familia. Así que se dedicaron a crear el entorno adecuado para los años formativos
del niño que sería conocido como el Maestro Jesús.
Durante aquella primera noche mágica de Navidad una luz dorada se enfocó
sobre el mundo entero. Huestes de ángeles y arcángeles, cantando exultantes
hosannas, descendieron a la Tierra y se mezclaron con los hombres, haciéndose
visibles a muchos de ellos. Aquel glorioso día dorado, María fue arrebatada al cielo
y, entre gozosas aclamaciones, fue confiado a su custodia el Sagrado Infante.
 
CLAVE NÚMERO TRES
El Bautismo
 
Cuando el Maestro Jesús descendió a las aguas del río Jordán, hizo el gran
sacrificio de abandonar el cuerpo que había construido, para que Cristo pudiera
usarlo durante los tres años de Su ministerio. Una vez más, como en la Noche Santa,
los cielos se llenaron con los ecos de los hosannas angélicos y la voz de Dios se
escuchó proclamando: "Éste es mi amado hijo en quien me complazco".
El Evangelio de San Marcos se inicia con el Rito del Bautismo. El Evangelio
de San Juan se inicia con el del Matrimonio Místico, en el que al agua se convierte
en vino. Hay una íntima relación entre estos dos acontecimientos. El Rito del
Bautismo se observó por los discípulos el Sábado Santo que precedió a la
Resurrección. Mediante él, cada uno aprendió a disociar, a voluntad, el Ego del
cuerpo físico. En el Rito del Matrimonio Místico Cristo enseñó a Sus discípulos
cómo equilibrar las fuerzas de la mente y del corazón; en otras palabras, cómo
manifestar la polaridad mediante la que se pueden hacer milagros como el de
transformar el agua en vino. Este Rito es una preparación para las maravillas de
Pentecostés.
 
CLAVE NÚMERO CUATRO
La transfiguración
 
Durante el curso de Su ministerio, Cristo se esforzó por ayudar a Sus
discípulos más avanzados - Pedro, Santiago y Juan - a comprender algo del
profundo misterio de Su misión. Les dio la evidencia de Sus poderes sobrenaturales
en Su gloria celestial. Les enseñó cómo elevar sus conciencias hasta poder
contemplar la radiación de Su cuerpo de arcángel. Casi anonadados por Su ser
transfigurado, cayeron ante Él de rodillas en señal de reverencia y adoración.
Orígenes dice lo que sigue con relación a la exaltada experiencia vivida por los
discípulos privilegiados contemplando la gloria de Cristo en el monte: "Os
preguntaréis si, cuando Él se transfiguró ante aquéllos que Él mismo había llevado a
lo alto de la montaña, lo vieron en la forma de Dios en la que Él existía antes; pues
bien, para los que estaban debajo, Él tenía la forma de un siervo, pero para aquéllos
que lo siguieron seis días más tarde, no tenía ese aspecto, sino la forma de Dios".
Como se dijo a lo largo del capítulo dedicado a Cristo en el Antiguo
Testamento, muchos de los más avanzados maestros y profetas de esa Dispensación
prepararon a sus discípulos para la venida de Cristo. Cuando Pedro, Santiago y Juan
contemplaron con reverente asombro el sublime espectáculo de Cristo transfigurado,
vieron, de pie junto a Él, a Moisés y a Elías, dos de los más elevados iniciados de los
días del Antiguo Testamento, que habían trabajado preparando a sus seguidores para
la venida de Cristo.
 
CLAVE NÚMERO CINCO
Getsemaní
 
Era misión de Cristo el identificarse a Sí mismo con el destino de la Tierra y
de su Humanidad. Éste era el trabajo final que había de llevar a cabo antes de la
Crucifixión. Y fue durante esa prueba terrible cuando consiguió Su plena
identificación con el destino de la raza humana.
Cristo había compartido la más extraordinaria experiencia de Su ministerio
con los mismos discípulos avanzados, Pedro, Santiago y Juan. Ahora los llamó para
compartir también con Él la hora más oscura y agónica de Su permanencia en la
Tierra. Esperaba que ellos le asistieran durante ese trabajo. Pero ese trabajo fue para
Cristo, nuestro glorioso modelo, como ha sido para todo aspirante que ascienda el
Sendero: Nadie, salvo el Padre, compartió con Él la hora más negra. Por eso el
Evangelio dice que Sus más iluminados discípulos se durmieron. No estuvieron a la
altura de la guardia para la que habían sido llamados.
Su incapacidad para medir las demandas de la trágica ocasión y la pérdida con
ello de la oportunidad de prestar un servicio inimaginable, es una advertencia para
todos los que se dedican a Cristo. Salvo que hayan adquirido la necesaria
preparación, no serán conscientes de lo que está ocurriendo y no prestarán oídos a la
llamada de Su Señor y Maestro.
 
 



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