Está claro que el aspirante espiritual debe hollar el sendero de santidad en la
rutina diaria, en sus problemas y en cualquier circunstancia, pero para
encontrar este sendero debe identificarse y escuchar a su Alma por encima de
todo el bullicio que le rodea.
El sendero se hace y se desarrolla a cada momento
y nadie puede hacerlo por nosotros, solo es necesario escuchar al corazón y
a la voz que se hace sonora cuando controlamos el cuerpo de deseos y la mente.
El aspirante se debe hacer un luchador incansable y un buen capitán de su barco
para vigilar constantemente que el rumbo que lleva sea el correcto, si no se
auto-observa para ver que va por el camino correcto es fácil que se pierda
entre tanto egoísmo, placer y materialismo.
Es muy posible que alguien se
pregunte que “qué” es y “cómo” se anda el sendero, y la verdad es que no
es fácil de responder porque el “cómo” se anda es algo que cada individuo
irá descubriendo paso a paso pero el “qué” es un despertar o toma de
conciencia de que tenemos la posibilidad de acelerar nuestra evolución
y nuestro desarrollo espiritual.
El sendero no es físico ni objetivo, ni tampoco
está fuera de nosotros, es más, no hay normas ni planos para recorrerle, aunque
está claro que todo lo que nos ayude a ser mejores y todo el bien que
podamos hacer es de gran ayuda para hollarle.
Naturalmente que, si queremos avanzar por el sendero de espiritualidad,
debemos comenzar por poner nuestros sentidos y nuestra mente en lo subjetivo
y espiritual y no en lo objetivo y material pero, además, debemos procurar
ser auto-conscientes constantemente para no permitir que la mente, los deseos
y las emociones participen en los asuntos terrenales por su propia cuenta
y en más de lo que sean sus deberes y responsabilidades.
Esto se consigue
observando nuestras reacciones ante los impactos externos e internos que
modifican y distraen a la mente, una vez observadas no es necesario crear
una guerra para cambiar dichas reacciones porque esa guerra solo las alteraría.
Solo es necesario observarlas sin enjuiciarlas y sin intervenir de ninguna
forma, entonces ellas se marcharán y nosotros conseguiremos la paz y
el silencio de la mente que nos irá acercando
progresivamente al Ego o Yo superior.