La “doctrina” de Jesús consiste en amar al prójimo como me a amo a mí, poner la otra mejilla, perdonar a los demás y a uno mismo incondicionalmente, servir y no querer ser servidos, no juzgar, dar, sin esperar nada a cambio, no de lo que sobra sino de lo necesario, preferir ocupar con humildad los últimos puestos, colaborar en la construcción de un mundo más humano...
Seguir a Jesús supone aceptarle a él y a su estilo de vida. Lo que Jesús pide, vivir como vivió él, es lo que más compromete y lo que más felicidad y libertad proporciona. Es la “exigencia” del amor.