Cuando enfrentamos nuestros temores descubrimos cuán insignificantes son en realidad
y les quitamos para siempre el poder que tienen sobre nosotros.
Pero para hacer esto, debemos tener un deseo real de transformarlos.
Para tener ese deseo verdadero, el temor a no cambiar tiene que volverse más grande
que el temor a hacerlo.
Toma un paso hacia delante para enfrentar tu miedo el día de hoy. Si es temor a volar,
siente el dolor que no volar te causa. Si tienes temor al rechazo romántico, siente el dolor
de no tener amor.
Cuando comiences a sentir el dolor de permanecer igual construirás tu deseo de enfrentar
tu temor.
No lo aplaces otro día más.